VALÈNCIA. La galería Set Espai d'Art presenta la exposición Diálogos en equilibrio, que se podrá visitar desde el 24 de enero hasta el 28 de marzo. Leo Matiz y Lukas Ulmi, comisariada por Rosa Ulpiano. Un proyecto que ante la paradójica convivencia de dos medios aparentemente antagónicos: la fotografía en la modernidad y la escultura contemporánea establece una lectura donde abstracción compositiva y filosófica reúnen en un acertado equilibrio el espíritu de búsqueda conceptual y la utopía ascendente de la modernidad.
La muestra presenta por primera vez en España un conjunto de fotografías –serie abstracta-, realizadas entre finales de los años treinta a los sesenta por el artista colombiano Leo Matiz (Aracataca, 1917-Bogotá, 1998). Imágenes icónicas como El pavo real del mar o espacios arquitectónicos e industriales, así como elementos de la figuración se deshacen a través de la cámara creando una ambigüedad paralela “abstracta”, una dimensión ajena a nuestra memoria visual que atraviesa espacios que el ojo no está acostumbrado a captar. Una serie en el que la experimentación mediante los recursos ópticos del medio establecen una lectura con la contemporaneidad escultórica de Lukas Ulmi (Lucerna, 1958), como parte de un léxico común todavía vigente.
Leo Matiz fue calificado en 1949 como uno de los diez fotógrafos más prestigiosos de su tiempo. No en vano trabajó para las revistas Paris Match, Momentos, Life o Reader’s Digest en su periplo por EEUU y más tarde en su país para cubrir El Bogotazo, junto a Gabriel García Márquez. Por su lente pasaron grandes personajes de la Historia como: Frida Kahlo, Diego Rivera, Siqueiros, Orozco, Marc Chagall, Celia Cruz, María Félix, Esther Williams, Luis Buñuel, Fidel Castro o Tina Modotti, entre otros; dejándonos un legado considerado uno de los registros visuales e Históricos más importantes del siglo XX de Colombia y América Latina.
Lukas Ulmi realiza otra vuelta de tuerca, introduciendo nuevamente los elementos encontrados, de igual modo que el fotógrafo encuentra el instante o la forma precisa, creando nuevas formas donde la geometría sigue siendo el motivo central. Maderas, hierros que se redoblan en estas nuevas esculturas donde la participación del espectador, lo moviente, el equilibrio y el efecto visual y lumínico -característico todo ello en la trayectoria de Ulmi- son todavía definitorias. La escultura por momentos sugestiva, recorre una línea a través de la sala que interpela al visitante a través de la fotografía de Matiz, impulsándolo hacia un nuevo registro, una vuelta a la contemporaneidad.
Geometrías donde convergen arquitectura y arte, erigen un registro impecable de la forma y el pensamiento a través de la síntesis del material y la construcción. Los personajes que se mueven por los andamios, se personalizan metafóricamente en el visitante que recorre las esculturas, cual poética funambulista. La aparente fragilidad de la escultura de Ulmi revela una dicotomía entre límite e infinitud, peso y levedad, un instrumento de expresión que nos introduce en el espacio material, en una realidad física para lanzarnos inmediatamente a través del juego óptico retiniano hacia la abstracción.
Escultura y fotografía dialogan a través de las manos, porque como decía Matiz sus fotografías son como esculturas trabajadas en el laboratorio, la habilidad de las manos es la que va a dar los tonos, como la modelación de la escultura. Y el instante, a través de los reflejos de la luz juegan con nuestra retina en una serie escultórica que Ulmi homenajea titulándola Matiz. Deferencia a ese Universo matiziano, con el que conversa y cuya calidad de los diversos códigos escultóricos, matemáticos, poéticos, físicos, geométricos o visuales, transforman el conjunto expositivo en fragmentos de un arquetipo mayor, un meta-lenguaje. Dos registros, dos miradas diferentes en espacio y tiempo pero ambas en equilibrio dentro del paradigma insoluble de una misma realidad, la abstracción.