MASCARPONE DISCOS 

Los casetes y tropecientos proyectos de Jose Guerrero

5/05/2021 - 

VALÈNCIA. Jose Guerrero es el hombre tras Mascarpone Discos, un sello que nació por un antojo de reunir bajo una misma denominación, distintos géneros que se salen —estratosféricamente— de la música comercial y que para Guerrero son lo que quiere oír. El  sello surgió de la ilusión. “Al ser fan de la música, me gusta mucho ver cómo trabajan los sellos. Quería montar un catálogo. Quieras que no, haces contacto con esa gente que te interesa. Es una movida tipo bumerang, porque luego voy a sus ciudades, a tocar allí, y me dan recomendaciones. Colaboración mutua: te gusta y encima conoces a gente creativa”. 

Mascarpone Discos arrancó en 2013. Surgió a raíz de la publicación de Mi Brazo Que Te Sobre, el primer disco de Cuello, la formación de Nick Perry, Oscar Mezquita, Ubaldo Fambuena y Jose. Como en otras tantas ocasiones, los sellos BCore, Flexidiscos y Mascarpone trabajaron conjuntamente para que eso llamado popularmente como underground, saliera a la superficie. “Desde aquel álbum de Cuello el sello se ha ido por otros derroteros. La idea era sacar lo que me daba la gana, independientemente de si lo vendía o no. Nunca he perdido dinero, tampoco he ganado mucho, Y aunque me quite otros trabajos por el consumo de tiempo que requiere, me da por otro lado”. El sello a modo de network en el que generar capital social. 

“Con el tiempo, cada vez vendía más en lo experimental, en la electrónica, algo de jazz, de free jazz. El guitarraeo ya no vendía nada. Aunque no mola cerrarse a un género, y quiero que el catálogo sea abierto, la gente quiere que si recibe la newsletter porque ha comprado un álbum que le mola, el resto de las referencias sean así”. El proceso de selección es sencillo: “Escuchar mucho, ver si lo han sacado ya. Mando un email  al grupo y veo si me responden, que no suele pasar. Pero muchas veces sí y me llevo sorpresas. Una de esas fue Someday This Will All Be Ash de Beans. “Hip-hop experimental, me encanta ese disco. El tío viene de un proyecto antiguo que es Warp Records. Me hizo mucha ilusión sacarlos”. Además de un buen grupo de talento local —Mínim, W.W.A.T., Típex— o nacional —por ejemplo, Cuchillo De Fuego, Za! u Óscar Barras—  hay exotismos como los finlandeses Odd Jazz, un jazz muy apetecible alejado de las estructuras habituales del género. “Ahora voy a sacar un tío de Yakarta. Mola, esas cosas me hacen ilusión”. 

“Tengo otro sello, Peroquébien, que es de punk, que como me gusta mucho. Primero las referencias punk las metía en Mascarpone, pero ahí hay mucho experimental y la gente quiere algo más concreto. Lo saqué en 2020, justo antes de la pandemia. Son referencias con guitarras, o no. Canciones cortas, bailongo. Basado en el punk y su entorno. Está yendo bien, me sirve para conocer otro público. Me gusta”.

Editar en casete y no en vinilo 

“La razón de editar en casete es porque la inversión es más fácil de recuperar. Y cada vez se vende más. Es curioso porque los sellos de este tipo, que son música experimental, al final consiguen su público y sus ventas. Veo una progresión que me da esperanzas. Mola un catálogo amplio que te da un nombre. Además del casete, uso todos los formatos. El vinilo te da una rentabilidad mayor, pero yo nunca he tenido mucho dinero para el gasto inicial, menos aún cuando empecé con el catálogo. El CD se había ido a la mierda, el vinilo era muy caro y es cierto que la gente no compra muchos casetes, pero me da igual. Voy por Europa de gira, me llevo el maletín y voy vendiendo. La gente ve la portada, quiere comprar algo”. 

Lo de editar en un formato como el casete no lleva a una cuestión: la obsesión por lo analogico. “Yo creo que hay mucha tontería. Lo analógico tiene algo que no tiene lo digital, se podría decir técnicamente, en plan física. Pero es complicado de entender, y es un coñazo. En lo digital falta información que el oído humano no detecta. Los puristas consideran que esa falta de información hace que el sonido no se te meta por el culo cuando estás en tu sofá escuchando el vinilo. Es algo muy metafísico. Yo soy muy amante de la música, y si las canciones son buenas, son buenas, si son malas, son malas. Da igual con qué lo hayas grabado o producido. Hay un problema con lo analógico que mucha gente piensa que por hacer así (Jose hace el gesto de pulsar un botón) con un sintetizador, ya tiene una canción. Para mí que hay un poco de poca exigencia. Toda la vida se ha hecho un lofi que da gusto oírlo y suena fatal, pero tiene alma. Aunque suene cursi, si hay alma en la música, qué más da”.  

Los tropecientos proyectos musicales

Jose Guerrero ha sido o es integrante de Jupiter Lion, Chavalan, Cuello, Rastrejo, Sentuhlà, Betunizer, y Zener. “También tengo una movida acústica un poco parada, que se llama Segunda Persona. A veces me saturo de tener tantos proyectos. Pero tengo la idea de sacar otra cosa, junto a Paco Caballer.  Saldrá después de verano con el sello madrileño Beat Generation, se llama Carvento Felana. Canciones de un minuto, canta él. Es una cosa muy loca. Ahora que he visto que un sello la quiere sacar, me apetece hacer más cosas con eso. Pero es otro proyecto más, luego tengo la idea de hacer canciones de cuna, con un piano. No sé si merece la pena, porque no me centro. Es delicado el equilibrio, yo no puedo estar parado”. 

Una trayectoria efervescente, irresumible. “Intento no analizarme demasiado, porque si lo haces, te vuelves un imbécil, se te sube el ego o te puedes deprimir. Lo mejor es hacer música sin pensarla”. Algún que otro colega suyo ha señalado su capacidad creativa como una cornucopia sin fin. “La movida es que dedico muchas horas y ya está. Son horarios. Si todo el mundo le dedicara nueve o diez horas al día, todo el mundo compondría muchas canciones. Hay que dedicarle tiempo. Es que hay mucha gente tocándose la figa. Tengo capacidad de concentrarme, y si no me pararan estaría hasta las diez de la noche. Es cuestión de horas, otra cosa es que se te dé bien o no”. 

“Muchos amigos son muy creativos, pero no acaban los proyectos. Yo funciono con eso, con saber dónde está el acabar. Me ha hecho aprender para seguir. Acabar una cosa, es el subidón, es genial. Hay que ser exigente con lo que haces, pero hay que acabar con las cosas que empiezas. Es que hay un punto que si no, se va de las manos y se eterniza”. Los procesos mentales y la forma de abordar la creación nos llevan a esa la ansiedad que va aparejada a la creatividad. Guerrero corta con la tónica: “No me fio mucho de mis sensaciones. Si no me sale, acepto que es un mal día. Soy optimista por una razón básica: lo he dejado todo por la música. Al estar centrado ocho o más horas en la música, puedes tener bajones, pero es tu pasión y tu trabajo. Todos los días te cuestionas lo que haces, hay una especie de partido de pinpon. Hay una sensación muy rara, primero de ilusión luego te planteas si mola o no. Pero no tiene que ver con la creatividad, tiene que ver con lo que eres como persona y cómo estás”.