CASTELLÓ. Lo decía y repetía la escritora afroamericana y activista Audre Lorde, las mujeres tienen muchas luchas por delante. Tantas como las mismas raíces que salen de un árbol, el "árbol de la rabia". El racismo, el machismo y el sexismo serían solo algunas de las partes que lo componen. Pero son tantas otras las luchas que quedan por asumir que, como advertía la misma Lorde, es posible que muchas de estas raíces "se quiebren antes de dar sus frutos". "Quién dijo que era fácil", fue el título que la poeta escogió para uno de sus libros.
El Espai d'Art Contemporani de Castelló está listo para acoger a partir del 10 de marzo una exposición colectiva en la que ocho mujeres artistas trasladarán su particular lucha al espacio de arte. Una muestra que lleva precisamente por nombre El árbol de la rabia, porque busca reunir algunos de los temas centrales que han preocupado al feminismo en las últimas décadas de manera global.
Regina José Galindo, Kubra Khademi, Julia Galán, María María Acha-Kutscher, Marina Vargas, Ana Esteve Reig, Fatima Mazmouz y Beth Moysés han dejado patente a través de unos trabajos contestatarios que la igualdad sigue siendo una meta a alcanzar, independientemente del lugar del mundo en el que se esté.
Las creadoras parten de la rabia como impulso transformador. "Una rabia que vive un presente de resistencia frente a quienes no quisieron soltar sus privilegios y se revuelven en su comodidad patriarcal", expresan los responsables de la muestra comisariada por Semirámis González. En este caso, la mayoría de las artistas utilizan sus conocimientos para denunciar la violencia machista.
Según los últimos datos de la OMS y la ONU, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o expareja, generalmente desde que es muy joven. En el caso de España, la mitad de las mujeres reconoce haber sufrido algún tipo de violencia de género en su vida y en 2021 fueron 43 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. Unas muertes que dejaron, además, a una treintena de niños huérfanos de madre. La próxima exposición del EACC, El árbol de la rabia, quiere servir como respuesta a estas dramáticas cifras. Un trabajo colectivo y muy cuidado por González, que podrá visitarse hasta el 12 de junio.
Es Semirámis González gestora cultural, historiadora y comisaria de arte independiente. Su labor como curadora de arte, así como sus artículos y textos y su extensa trayectoria, le han llevado a recibir el Premio Fetico Aequalitis en 2021 por promover la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. La asturiana fue comisaria de una exposición de la artista de Castellón Julia Galán, en el Muvim de València, y dirige en la actualidad las ferias Justmad y JUSTLX de arte.
En Aparición, Regina José Galindo (Ciudad de Guatemala, 1974) trata de recordar a todas las mujeres que ya no están. Para ello, la artista, especializada en performances, lleva hasta diferentes espacios públicos el cuerpo de mujeres anónimas. Siluetas que aparecen totalmente cubiertas como si de una escultura viviente se tratase. El fin no es otro que llamar la atención sobre el número de feminicidios y violencia de género que se producen en todo el mundo. Estas presencias son, en realidad, la visibilidad de las ausentes, las que no están ni estarán más, las asesinadas por el machismo. Galindo ha desarrollado este proyecto en otros puntos, como en Alemania, y ahora lo lleva a Castelló.
Por su parte, la artista afgana Kubra Khademi (Kabul, 1989) busca con sus ilustraciones reivindicar la falta de derechos que padecen las mujeres en Afganistán, más ahora bajo el régimen talibán. No han dejado los talibanes de endurecer sus normas contra las mujeres, olvidando las promesas de moderación que hicieron al llegar al poder. Nada más lejos de la realidad, se les ha prohibido viajar solas, se han prohibido las series de televisión y hasta los baños públicos. Frente a esto, en sus obras, las mujeres aparecen desnudas, en actitudes sexuales y de libertad o donde aparecen haciendo todo aquello que se les prohíbe en su país.
La castellonense Julia Galán (Castellón de la Plana, 1963) también formará parte del Árbol de la rabia con el proyecto audiovisual #Cuerpos en Rebeldía. La creadora presenta ocho fotografías en las que aparece el cuerpo oculto y amordazado de diferentes mujeres, que son a su vez asfixiadas por las banderas de diferentes países. Con esto quiere reflejar los diferentes tipos de control que el poder ejerce sobre el cuerpo de la mujer. El racismo, la religión, los derechos o la violencia son solo algunas de las herramientas movilizadoras que han utilizado para "despatriarcalizar" su cuerpo y su vida. Una agresión que se regula por costumbres, por la moralidad o educación de cada uno, pero también se ejerce desde diferentes ámbitos como la familia, la publicidad o la religión. La acción de Galán se completa con un video donde aparecen diferentes mujeres manifestándose por todo el mundo.
Precisamente, las protestas públicas feministas centran el trabajo de María María Acha-Kutscher (Lima, Perú, 1968). En Indignadas, la artista y militante se hace eco de manifestaciones que han tenido lugar por todo el mundo. Desde el 15M en España, hasta la Occupy Wall Street de Nueva York, y movimientos feministas como Femen, Pussy Riot, SlutWalk y Alfombra Roja (Perú). La creadora convierte recortes de prensa y posts publicados en redes en ilustraciones que ponen a la mujer en el centro de la lucha. Su compromiso es crear así un registro de memoria que recuerde a generaciones futuras que los cambio sociales también fueron provocados por mujeres.
Fatima Mazmouz (Casablanca, 1974) se reapropia en Bouzbir de las postales coloniales en las que aparecen jóvenes marroquíes prostituidas en Bousbir, un barrio militar de Casablanca, explorando cómo la explotación sexual de estas mujeres formaba parte de la dominación francesa. Mazmouz superpone un mosaico digital de pequeñas imágenes de vulvas y úteros. Al reelaborar estos documentos históricos y hacernos oír lo que han callado, Mazmouz los sitúa en una historia de la fotografía que es a la vez local, global y contemporánea.
En su caso, Beth Moysés (São Paulo, Brasil, 1960) proyectará en el EACC una animación en la que recuerda a mujeres claves en la lucha feminista como Ana Mendieta, Regina José Galindo, Jenny Holzer, Guerilla Girls y Louise Bourgeois.
Además, la artista experimental presentará Mil ataduras, una performance colaborativa que realizó en 2018 y donde se muestra el manto que una mujer, víctima de violencia de género, confeccionó para la muestra. En la tela aparecen bordadas las iniciales de las mujeres asesinadas en España por violencia machista.
Totalmente distinta es, por su parte, la propuesta que hace Ana Esteve Veig (Agres, Alicante, 1986), quien denuncia el sexismo que sigue existiendo en muchos oficios y profesiones. La creadora pone por caso la industria del cine, la cual ha contado tradicionalmente con hombres para doblar a personajes femeninos en las escenas de riego, siendo muy pocas las veces en las que mujeres especialistas podían hacerlo. A partir de aquí, en la obra Doble Ficción, la alicantina proyecta varias escenas de escenas de acción interpretadas esta vez sí por mujeres.
Por último, Marina Vargas (Granada, 1980), quien recientemente visitó Castelló, volverá a la provincia con dos propuestas distintas. En Romper el canon, la artista busca superar el canon masculino que se ha perpetuado en las artes. Además de la mujer como sujeto activo en esta obra, Vargas plantea el retrato de una mujer sin un pecho, tras una operación por cáncer de mama. De esta manera, la artista rompe los cánones de manera múltiple: ella es la modelo, ella se encarga de que la retraten y ella escoge a sus retratistas. La creadora transforma la representación estereotipada del cuerpo femenino, planteando un cuerpo sin un pecho; un cuerpo en transformación.
Finalmente, el EACC expondrá un tríptico comenzado por la artista en 2015 y finalizado en 2021: El Modelo y La Artista (2015), Piedad (2021), El Abrazo (2021). Vargas abraza el torso del Belvedere y lo contrapone a un cuerpo femenino real, no idealizado, que se comunica con este lanzando un mensaje de cambio, de no retorno, en donde las mujeres ya no son musas sino artistas, ya no son modelos, son sujetos activos de la creación.