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VALÈNCIA. La primera propuesta del XIII Cicle de Companyies Valencianes de Sala Russafa para el mes de enero consiste en una pieza de la formación Emergidas, compuesta por tres jóvenes talentos de la escena autonómica. Rocío Ladrón de Guevara, Laura Valero y Fernando Soler son los cocreadores de Mare, en cartel esta semana, del 18 al 21 de enero. Un espectáculo que ha experimentado un largo proceso creativo y que analiza la figura femenina dentro de familia.
Todo arrancó en 2018, con los textos basados en su biografía que Ladrón de Guevara escribió durante un curso de dramaturgia en el que coincidió con Valero. Al compartirlos con ésta, quedó atrapada en las escenas y, tras pasar un tiempo en el cajón, en 2021 decidieron recuperarlos para trabajarlos juntas con el objetivo de participar en Russafa Escénica.
“Creamos la compañía y le pusimos el nombre de Emergidas porque, realmente, llevamos más de una década trabajando en el teatro de manera profesional. Pero sigue siendo un trabajo tan precario que has de reinventarte todo el tiempo, crear tus propias oportunidades y, ya que te pones, ¡te rodeas de lo mejorcito!”, comenta divertida la cocreadora de Mare sobre su compañera y la tercera incorporación al proyecto, con Fernando Soler.
Con el objetivo de demostrar el potencial para un espectáculo largo que tenía la historia que tenían entre manos, hicieron la pieza breve La calle era nuestra, que se hizo con el V Premio de Dramaturgia Russafa Escénica – Fundación SGAE (2021). El galardón conllevaba una aportación económica con la que continuaron trabajando y ampliando la pieza.
“Seguimos escribiendo y reescribiendo muchas ideas que queríamos convertir en escenas. Nos intercambiábamos los textos, era un verdadero trabajo a seis manos. Llegó un momento en que creamos una especie de estilo de escritura propio de los tres, distinto del personal de cada uno”, recuerda Ladrón de Guevara. “Aunque el punto de partida era mi experiencia personal, hablábamos de temas universales, como la figura de la madre, la crianza y la conformación de una identidad propia. Estos dos procesos nos parecían muy similares porque, de alguna manera, conforme creces y te vas asentando como persona, vas construyendo un espacio donde te sientes seguro, que sería como tu casa”, explica la coautora e intérprete del espectáculo. Por eso, a medida que la pieza fue ampliando su duración y profundizando en su contenido, decidieron cambiar su título para llamarla Mare en referencia a ese refugio en los juegos infantiles donde siempre se pueden acoger los niños.
Para la representación, Laura Valero y Rocío Ladrón de Guevara suben al escenario sobre el que una curiosa escenografía creada por Luis Crespo funciona casi como un personaje más. Representa la casa que se va construyendo, que por momentos se rompe, que siempre acoge y que es versátil, capaz de transformarse, como las personas mientras maduran.
El público se traslada a la infancia de su protagonista en uno de los barrios valencianos de los años 80. Y asiste a una serie de escenas donde el humor a veces da paso a escenas cargadas de sentimiento, donde brotan canciones creadas a partir de poemas, donde los bailes piden paso, el zapateado flamenco sorprende y en las que cualquiera puede sentirse identificado en ese proceso tan complejo como es hacerse un lugar en la familia y en el mundo.
“Tradicionalmente, la mujer siempre ha desarrollado los cuidados, como madre, como hija, como mujer… Yo crecí con un modelo de familia no convencional para la época. Y he tenido la suerte de, además de mi madre biológica, encontrarme con otras dos que quisieron criarme, ayudarme a crecer. Todo eso en un contexto donde el padre, por su trabajo, estaba continuamente ausente. Al final, mi historia personal es lo de menos, pero sirve para hacer un reconocimiento a esas figuras femeninas que nos han acompañado a todos en la infancia. Vecinas, tías, tatas, abuelas... muchas han sido segundas y terceras madres de los niños que les rodeaban”, argumenta Ladrón de Guevara. Al tiempo que, desde la compañía, señalan otro objetivo fundamental del espectáculo: reivindicar una actitud vitalista, de aprovechamiento de lo que va ofreciendo la vida, así como de la familia que se va escogiendo y conformando por el camino.
Del jueves al domingo, dentro del ciclo de programación que Sala Russafa dedica al talento de la escena valenciana, se muestra este interesante trabajo, enmarcado en la tendencia de la autoficción. Mare parte de la premisa de cualquier persona es presente, pero también pasado y futuro, en una tragicomedia que retrata la exploración de la identidad personal, un proceso que despierta empatía y simpatía. La crítica ha destacado el dinamismo de la puesta en escena, la sensibilidad de muchas de las situaciones, así como el carácter exorcista que tiene el espectáculo, donde todo queda dicho y donde el público encuentra oportunidades de reír, llorar y disfrutar.