VALÈNCIA. El fenómeno de los podcasts tiene el aliciente añadido de las sesiones en directo con público, que se convierten en verdaderos shows, sobre todo cuando el tono es humorístico. Y uno de los más singulares, surgidos en los últimos tiempos, es No hay negros en el Tíbet. Desde febrero de 2022, trata de subsanar la falta de visibilidad de temáticas y referentes relacionados con las comunidades racializadas. Porque, fuera de las noticias sobre la diáspora migratoria, los migrantes y sus segundas generaciones rara vez encuentran espacio en los medios de comunicación.
El 15 y 16 de febrero este famoso espacio de Podium Podcast ofrecerá dos live shows en Sala Russafa llenos de frescura, dando voz e interactuando con los espectadores en sesiones que se caracterizan por la espontaneidad. “Del público recibes cosas que no esperas, comentarios y reflexiones que te dejan asombrado. Aunque preparamos los temas, una de las cosas que nos encanta que se note es cómo vamos aprendiendo sobre la marcha. Nuestros invitados hablan de temas que no están en la conversación pública y cuando empiezas a tirar del hilo aparecen verdaderas joyas”, explica Lamine Thior, actor y copresentador junto a la humorista Asaari Bibang y el productor de hip hop Frank T.
La salud mental en los migrantes, el envío de dinero a países de origen, todo vale para charlar sin tapujos sobre situaciones y conflictos que afectan a personas racializadas, pero también a la sociedad donde se insertan. Este es uno de los mayores ganchos del podcast: que ha sabido atraer a una audiencia transversal, de todo tipo de procedencia, edad y situación social.
“Cuando la prensa habla de la integración tiene miedo de parecer racista, así que el periodista hace las mismas preguntas de siempre, no entra a fondo en los temas”, explica Thior. Ellos lo hacen a saco, desde la comicidad y la autocrítica. “Al final, los tres nos hemos convertido en humoristas y estamos dispuestos a reírnos de nosotros mismos. Es una de las condiciones que ponemos a los entrevistados. Por supuesto que han de ser referentes potenciales, personas capaces de tener opiniones influyentes. Pero también han de querer entrar al trapo de la comedia”, comentan desde No hay negros en el Tíbet. Y es que, en los dos años que lleva funcionando el podcast, el equipo se ha dado cuenta de que, desde la risa, la gente se relaja, se abre para hablar de temas quizá un poco más espinosos o complejos. “Al acabar el episodio, de repente el público se da cuenta de que se ha reído mucho. Pero también de que ha reflexionado”, comenta Thior.
Quienes adquieran sus entradas para este jueves 15 de febrero, podrán ver y participar de la entrevista a la escritora, activista y política Ángela Nzambi. La sesión incluirá la actuación como artista invitada de la cantante La Wanda Girl. Mientras que el viernes 16 la charla será con Gabriela Nuro, poeta, socióloga y activista del colectivo afrodescendiente de Valencia Uhuru. Y cerrará el show el cantante de rap y reggae Tomy Roots.
Dos oportunidades para asomarse a esa España heterogénea, no siempre acogedora, pero rica en la diversidad de sus comunidades y con su puntito patrio de surrealismo.
Los conciertos de Sala Russafa acogen el 17 de febrero la presentación en Valencia del disco homónimo de Pau Corea, nombre artístico que ha adoptado Pau Paredes. El productor musical valenciano, afincado en Madrid, ha trabajado con artistas como Jero Romero o Ganges. Y, anteriormente, fue batería de formaciones como Twelve Dolls o Modelo de Respuesta Polar (con la que actuó en Sala Russafa en 2014). Dos facetas dentro del mundo de la música a las que ahora se suma su debut como artista en solitario.
Haciendo verdadera arqueología y hasta espeleología, ha excavado en la música que ha ido acomodándose en su corazón y en su mente desde que, siendo un adolescente, hiciera sus primeras composiciones para piano. Y muchas de aquellas melodías, de los recuerdos sonoros que han ido componiendo su bagaje musical, han tomado forma en este, su primer trabajo. Un debut en el que abarca todas las áreas: desde la escritura de letras a la composición e interpretación musical, el canto y la producción. Un ejercicio completo en el que siente que expone sus cimientos como artista.
“Nunca había experimentado esta sensación de vértigo, de exposición, de riesgo. Cuando trabajas dentro de una banda, componiendo con otras personas; o cuando produces música que han creado otros, es mucho más fácil tomar decisiones. Pero cuando se trata de tu apuesta personal, cada día convives con tus demonios, con tus miedos y tus inseguridades”, explica Corea, quien decidió dejar largos periodos de barbecho, de reflexión, para avanzar en las canciones solo cuando tuviera definido el resultado que buscaba.
Sin plazos, sin prisas, en un proyecto que le ha llevado entre 5 y 7 años, el músico, productor y compositor se ha dedicado a investigar qué música había realmente dentro de sí. El resultado es una colección de nueve composiciones que podrían haber sido muchas más, por la cantidad de descartes. Y que aspira a mostrar al público con fidelidad máxima a la grabación del álbum. “Por eso buscaba presentarlo en un auditorio o teatro. Para que no haya otros elementos de distracción. Y llevamos mucho tiempo intentando organizar este concierto en Sala Russafa”. Además de disfrutar de la intimidad que permite la cercanía del patio de butacas, “la idea es aprovechar la acústica de este teatro para compartir de la manera más ajustada posible las canciones que he estado preparando durante años”, explica el artista, quien ha tenido que bucear en pistas de sintetizadores, todo tipo de apuntes musicales de años de composición y grabación para llevar el disco al directo, en formato de trío.
Dos teclados, una batería y su voz serán las herramientas sonoras de un concierto que, además, tiene un componente estético importante. El juego de luces y contraluces, el uso de humo pretende crear un ambiente evocador, que invite a la evasión a través de las composiciones. Con un pop electrónico personal, donde se cuelan referencias al ‘trip hop’ o a la música clásica, melodías con giros inesperados, mezclas rítmicas que sorprenden… Pau Corea ha creado un sonido completamente actual y, al mismo tiempo, atemporal. Una experiencia que podrá disfrutar el público que consiga una de las escasas entradas todavía disponibles para la actuación en Sala Russafa del próximo sábado. Una de las citas musicales imperdibles de este invierno en la ciudad.
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