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Máximo Huerta: "Ya no me pongo metas por si no puedo cumplirlas"

El periodista y escritor presenta el 28 de julio en Castelló su última novela 'Adiós, Pequeño', ganadora del Premio Fernando Lara 2022

22/07/2022 - 

CASTELLÓ. "La memoria es muy novelera y lo ficciona todo", asegura Máximo Huerta durante una entrevista por su último libro. El periodista y escritor, que recuerda como un "fracaso" mayor que sustituyeran un cuadro pintado por él en casa de su abuela, que la repentina salida del Ministerio de Cultura en 2018, acaba de publicar la que define como "la novela de su vida". En Adiós, pequeño, el valenciano se aleja de todos los trabajos que ha hecho anteriormente y se centra en lo que verdaderamente le ha atormentado durante años: su infancia. "Es el periodo más largo de la vida", manifiesta el mismo. 

Pero además de la suya, Huerta escribe la historia de sus padres. Otro matrimonio más que durante la España de los 70 tuvo que renunciar a sus propios deseos para sobrevivir. Especialmente su madre, sufridora y luchadora a partes iguales. "Cómo seríamos si no fuéramos lo que somos. Mi madre habría sido más feliz si no hubiera nacido. Esa es la única verdad de mi vida. Poco importa el desenlace, ni la trama de esta novela", confiesa el presentador.

Máximo Huerta ha recibido por este trabajo el Premio Fernando Lara 2022. Una novela que le está llevando de punta a punta del país. Será el próximo jueves 28 de julio cuando cierre su gira de presentación, tras un parón vacacional, en la playa del Serradal de Castelló. Días antes el presentador atiende a Castellón Plaza para profundizar en su novela y hablar también de su presencia en À Punt. 

-¿Cuál fue el detonante de que este libro saliera a la luz?
-El miedo a la muerte. El miedo a que se acabe la vida de los que más quieres. El miedo a quedarme solo. Ahí empecé a escribir. Revisitar el pasado, aunque es duro, es una forma de mantenerlo para siempre. El pasado es todo lo que hemos sido.

-La novela cuenta la historia de una familia que prefiere mantenerse en silencio, con sus secretos y tormentos, para intentar ser feliz. Aunque es la vida de tu familia, ¿crees que refleja a la perfección la España de antes?
-Con la presentación está pasando algo muy curioso y es que todos se ven reflejados, porque identifican a sus padres o abuelos en los personajes. El libro es el reflejo de una España no tan libre. Para construir una familia se dejaba de ser hombre y mujer para tirar adelante. Los silencios eran necesarios para disimular y vivir. Una imagen que se construía de cara a la calle, pero que permanecía dentro de la misma familia. El silencio ha salvado muchas familias. 

-Ahora parece que a través de las redes sociales lo contamos todo.
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No creo que se cuente todo en las redes sociales. Se cuenta una parte, la que cada uno decide mostrar. No somos tan auténticos.

-¿Sigue habiendo tabúes?
-Sí, muchos. Hay una galería de tabúes. Depende de las circunstancias de cada uno, de dónde haya nacido, cómo es su familia, su poder adquisitivo. Esto genera diferentes muros. 

-En tu caso parece que prefieres mantener el 'silencio' ante preguntas más políticas. ¿Es porque te sientes incómodo opinando o prefieres evitar ciertos titulares?
-Tengo miedo a los titulares. No tengo ganas de dar titulares. Es un episodio pasado que recuerdan todos más que yo.

-Posiblemente la etiqueta de ‘ex ministro’ te acompañe siempre. ¿Te molesta o es algo superado?
-Eso me da igual. Me molesta más cuando lo adjetivan. Pero intento no pensarlo.

-¿Ayuda un premio a romper prejuicios?
-No lo sé. El premio es un reconocimiento a la parte de mí que más me gusta, la de contador de historias. El premio es un orgullo. Me impulsa a seguir escribiendo.

-Retratas a una generación de mujeres que tuvo que deshacerse de sus propios deseos para volcarse en su familia y luchar por sobrevivir. ¿Es necesario, todavía hoy, hablar del papel que las mujeres tuvieron en tiempos de pobreza?
-Podía pasar en familias ricas también. El problema es que dejaban de ser mujeres para convertirse en madres. Tenía más que ver en la época en la que se vivía y los medios que se arrastraban. Los pudores, los prejuicios... Es necesario saber de dónde venimos para no caer en los mismos errores.

-Hablas del matrimonio como una “prisión” para tu madre. Como hijo, ¿no fue duro afrontar esta verdad?
-Es duro, pero no hay rencor. Es una fotografía del pasado, de la vida de nuestros padres. Donde la familia para muchos era hogar y al mismo tiempo prisión. La gente tenía que aprender a vivir sin manual de instrucciones, sobre la marcha. Los consejos de una familia no servían para otra.

-¿Cómo ha sido escribir la que –dices- es la novela de tu vida?
-Sí, es mi mejor novela y para escribirla he necesitado la ayuda de mi madre. Esta vez no he tenido que buscar en la París de los años 20 o la Alemania de los años 30. Las mejores historias a veces ya están escritas y van sobre gente invisible. Personas que nunca son las protagonistas de las novelas. Ha sido maravilloso y muy jugoso. 

-Con Adiós, pequeño rindes algunas cuentas pendientes, incluso contigo mismo. ¿Hay sueños todavía por cumplir?
-Sí, pero ya no me pongo metas por si no las puedo cumplir. Eso era algo de cuando era adolescente. Ahora me preocupo más de vivir una vida tranquila y dormir a gusto. 

-¿Y qué hay de Máximo tras escribir este libro? ¿Te sientes mucho más liberado?
-En todos los libros se esconde el autor, es el verdadero protagonista. Es el que se entrega. En todas uno se queda porque lo haces tú. La madurez y los errores te van haciendo, espero, mejor autor y, espero, mejor persona.

-En otra entrevista comentabas que te gustaría convertir el libro en una obra de teatro. 
-Sí, me encantaría. Lo dijo un periodista y me parece interesante. Pero no lo escribí pensando en el cine o el teatro. Bienvenido sea. Me lo imagino como el salvador que vuelve 30 años después al pueblo y revive todo lo que vivió. 

 

-Ha pasado más de un año desde que volvieras a la Televisión Valenciana. ¿Te sientes satisfecho con lo hecho?
-Muy satisfecho del programa y del equipo que tengo, se entregan al cien por cien. Ha sido un gustazo volver a casa, tener el plato cerquita, volver a ver a compañeros.

-¿Hacer entretenimiento en una televisión pública es igual que en una privada o acaban entrando en juego otras sensibilidades y exigencias?
-Siempre hay que trabajar pensando en el publico, en lo que le guste. Las exigencias son distintas entre una empresa más grande o pequeña, con más poder o más armas... Pero lo importante es hacer el trabajo bien.

-¿Todavía tiene pendiente la televisión atrapar a un público más joven o está este público interesado en otros canales, como las plataformas de streaming y TikTok?
-La situación actual no es la misma que la de la televisión de los 90. Ahora hay más inputs.  La audiencia es más dispersa. La gente está también interesada en el streaming, en el podcast o en verlo por Internet.

-¿Qué debe hacer À Punt para mejorar?
-No soy quien para dar consejos, pero la televisión autonómica ha de hablar a todos los que forman parte del territorio. Hay que contar con los valencianohablantes, castellanohablantes, con los pueblos del interior, con Castellón, Alicante... Con todos.

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