CRIT Companyia de Teatre estrena una comedia musical sobre las Sagradas Escrituras titulada La llum del món
VALÈNCIA. En estos tiempos de neopuritanismo, en los que Facebook cierra la cuenta de un usuario que ha compartido El origen del mundo, del pintor Gustave Courbet, y las instituciones alemanas e inglesas censuran la obra de Egon Schielle en sus estaciones de metro. Donde se abren causas judiciales contra Abel Azcona por servirse de 200 hostias consagradas para una acción artística y contra dos activistas de Femen por encadenarse a un crucifijo con el torso desnudo para protestar a favor del aborto. En esta época de suspicacias extremadas y mírame y no me toques, a ver quién es el valiente que se atreve a plantear una comedia musical sobre la Biblia. Los temerarios han sido CRIT Companyia de Teatre, que este próximo 30 de marzo estrenan en el Teatre L’Agrícola de Alboraia su retablo La llum del món, inspirado en pasajes del libro sagrado.
“Esta propuesta es fruto de nuestra necesidad de sumergirnos en uno de los textos fundacionales de nuestra cultura, sin el conocimiento del cual no podemos entender quiénes somos, de dónde venimos y, quizás, dónde podríamos ir como ciudadanos europeos del siglo XXI”, argumentan desde la formación teatral valenciana.
En su repaso de la palabra de Dios, la compañía ha escogido los fragmentos dedicados al pecado original, el Diluvio Universal, el Éxodo por el desierto, San Juan Bautista, el periplo de los Reyes Magos, la instrucción de los apóstoles, la última cena, la Pasión y el Apocalipsis.
Todos los personajes están interpretados por cuatro actores, José Montesinos, Panchi Vivó, Anna Marí y Daniel Tormo. Estos dos últimos firman, además, el texto.
Los dramaturgos han utilizado como fuente literaria principal la Bíblia Valenciana. Traducció Interconfessional (Editorial Saó, 1996). “Casi no se conoce, pero es una obra de arte, y la traducción y la escritura son impecables”, reivindica Marí.
En principio, se han limitado a basar su material dramatúrgico en el Antiguo y el Nuevo Testamento, pero el tratamiento de María Magdalena se aproxima a su representación en los evangelios apócrifos, “donde se le da casi peso de apóstol más que de simple acompañante de Jesús. De hecho, se la ha equiparado con Juan el Evangelista”, expone la coautora.
La llum del món hace parada en otros personajes menospreciados en las Santas Escrituras, Herodes y Judas. Su retrato del traidor, refiere a los últimos estudios hebreos, que han trabajado su figura desde otra perspectiva, dándole el papel de catalizador. Caso de no haber traicionado a Jesús, el hijo de Dios no hubiera muerto y resucitado.
En cuanto al rey infanticida, le dedican un soliloquio en el que explica sus razones para perseguir al Mesías, que no son otras que las de perpetuar el estado de bienestar del pueblo de Judea. Según relata, el Elegido va a romper la paz y la estabilidad, así que los espectadores han de comprender su uso de la ley para mantener el orden.
“Por un lado, el público repara en que Jesús es un agitador, pero también en que el castigo es desproporcionado: matar a todos los niños nacidos en Belén. Este momento de la obra evoca en el patio de butacas lo que está sucediendo hoy día en Cataluña, las preguntas que nos hacemos frente a la televisión”, considera Marí, que alaba la vigencia y la capacidad metafórica de la Biblia.
Del mismo modo que Puigdemont aflora en el hipocampo durante el monólogo de Herodes, la crisis migratoria de Europa asoma durante el pasaje del arca de Noé.
CRIT se ha aproximado a los pasajes bíblicos de manera periférica. Así, el Éxodo se representa a partir de tres personajes que caminan detrás de Moisés, y el Diluvio, a través de un trío que se ahoga. Jesús nunca aparece sobre el escenario. Su nacimiento se representa en la búsqueda de los Reyes Magos; su Pasión, en la mirada de los apóstoles.
Esta opción en los márgenes no responde a autocensura. “Escribimos esta obra mucho antes de la lamentable ola de conservadurismo actual. Elegimos la opción de abordarla desde la periferia por razones artísticas, pero ahora, por desgracia, nos viene bien”, se apena Anna Marí.
La compañía valenciana acostumbra a enfrentar textos clásicos, como así lo hizo en el pasado en La vida inventada, escrita a partir de El Quijote, El Nou Tirant, en tributo a la novela de caballería de Joanot Martorell, y Miguel Hernández, después del odio, donde se reivindican los versos del poeta de Orihuela. En La llum del món se acercan a los libros canónicos desde la perspectiva del análisis del patrimonio, y no desde la interpretación que hace la Iglesia.
“Intentamos trasladar al público lo que tienen de mítico, las historias antiguas, independientemente de que sean reales o inventadas. Queríamos aproximarnos a ese poso antiguo, que es una pulsación que nos conforma como colectivo, queramos o no”, comenta Marí, atea confesa.
El resultado es una reflexión filosófica que plantea un encadenado de preguntas existenciales. Empezando por si las Santas Escrituras dan respuestas a las cuitas de los seres humanos actuales y terminando por si es necesaria la espiritualidad, que no la religión, en el mundo.
Para fomentar el cuestionamiento entre el público, Anna y Daniel han mantenido el misterio y la ambigüedad del original. Los responsables de la compañía aseguran que en la Biblia está todo: el mensaje y el contra mensaje, la fe y el escepticismo.
“El principal ejemplo lo encuentras en el Antiguo Testamento. El pueblo de Dios sufre muchísimo, afronta un diluvio, 40 años erráticos por el desierto… Se les somete a pruebas de fe terribles y extenuantes. Son situaciones tan duras que el lector se plantea si vale la pena. El mismo texto contiene esa contradicción para que sea el lector el que tome la decisión. Si se lo pusieran muy fácil, si todo fuera amor, sería sencillo creer. La Biblia te lleva a lugares insospechados, provoca una batalla dentro de tu alma”, se explaya Anna Marí.
En los ensayos previos, la audiencia ha vivido momentos contrapuestos donde se han entremezclado la emoción, el pensamiento, la razón y los sentimientos.
Otra seña de identidad de CRIT es captar al público a través de la comedia para, luego, realizar un giro hacia lo dramático. En este caso, accionan la conexión a través del uso de la música combinada con el humor. Pero nada que ver con la ópera rock Jesucristo Superstar. La llum del món es festiva, mediterránea. El meollo de la banda sonora viene firmado por Panchi Vivó, que en sus composiciones trabaja la percusión de manera que las piezas remitan a algo profundo, remoto y mítico.
Esta línea rítmica se rompe en tres ocasiones con éxitos de la cultura de masas. The Sound of Silence, de Simon & Garfunkel, Nothing Else Mattters, de Metallica, y Let It Be, de Beatles. El recurso sirve de punto de fuga hacia la actualidad.
Otros dos elementos que aportan contemporaneidad y plasticidad al montaje son el vestuario y la escenografía. Tonuca Belloch ha realizado un trabajo conceptual con las túnicas que visten los personajes, que parecen tanto ropajes antiguos como manchas de color. Y Luis Crespo ha creado un espacio mágico a través del uso de espejos.
“Hemos trabajado mucho el espacio vacío y la luz, porque existe un vacío de información con respecto a la Biblia. Sin conocerla tienes lagunas en tus nociones sobre el arte y la literatura, así como en la simiente de tu espiritualidad”, expone la autora.
La luz del título remite precisamente a eso, a remover los fundamentos espirituales de cada uno. A ese respecto, Anna remata: “¿De dónde vienen nuestra solidaridad y nuestro ideal de amor incondicional por el otro?¿Tienen su origen en nuestra tradición cristiana? Como vivimos en una sociedad occidentalizada, esos valores contenidos en el Antiguo y en el Nuevo Testamento han pasado a ser principios morales y éticos. ¿Qué mal hay en reconocer que nuestra empatía parte de la Biblia?”
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