Diábolo Ediciones publica todas las historias del personaje creado por Beltrán en los años ochenta y que revolucionó el cómic español
VALENCIA. A Mique Beltrán se le considera como uno de los popes del cómic español. Por muchos motivos. Todos válidos. A principios de los 80, y tras varias experiencias ya como profesional, Beltrán decidió algo tan sencillo como revolucionario: Realizar un cómic de aventuras en el que la protagonista fuera una mujer. El personaje cayó primero en las manos de El Víbora que dirigía Josep Maria Berenguer, pero acabó en Cairo, la revista de Norma Editorial donde también publicarían otros nombres propios de la Nueva Escuela Valenciana como Sento, Daniel Torres o Micharmut.
Este personaje, esta fémina aventurera, Cleopatra, regresa ahora en su plenitud. Todas sus historias vuelven a estar disponibles para solaz de los amantes del comic. Un regreso que forma parte a su vez de otro regreso, el del propio Mique al arte que le hizo famoso: el de contar historias con viñetas.
La vuelta de Mique está siendo escalonada y tuvo su primer episodio con la reedición de la Integral Marco Antonio en 2012, las aventuras del hijo de la aventurera. Y como le pidieron muchos fans, tras el regreso del hijo ha llegado el de la madre. La publicación de la Integral Cleopatra que acaba de sacar al mercado Diábolo Ediciones, en un volumen que cuenta con prólogo de Manel Gimeno, ha servido para comprobar la vigencia de unas historietas que fueron creadas hace ya tres décadas, cuando el euro ni se intuía en el horizonte y los teléfonos móviles eran una fantasía del cine de ciencia ficción.
“El mejor halago que me están haciendo es que [a Cleopatra] no le afecta el paso del tiempo. El tiempo es el tamiz para cualquier género: películas, libros, música… Y la verdad es que tenía un poco de miedo en ese sentido. Pero la gente me dice que sí, que aguanta bien. Y eso me deja contento”, sonríe.
En su caso, Cleopatra es una criatura amada y natural que, dice, surgió de manera progresiva y trabajada. “Todo fue un poco de manera inconsciente. Había un planteamiento básico que era que asumiera roles que normalmente sólo se asociaban a hombres, como la fuerza, la rapidez, las peleas… Me dije: ¿Por qué esto no lo puede hacer una mujer? Me pareció incluso sorprendente que no se hubiera hecho antes. Eran los años de Spielberg y El arca perdida, la época en la que se redescubrió a Hergé, la época de las aventuras exóticas. Realmente Cleopatra es una hija de su época. Tú crees que haces algo nuevo, pero no…”, sonríe.
Es por eso que a la pregunta de qué le recomendaría ahora al Mique adolescente, al que creó Cleopatra, la idea que le surge es que no se obsesione tanto con la singularidad. “Cuando eres joven te crees que haces algo nuevo, pero ya está todo hecho. Le diría eso al joven Mique: No te devanes tantos los sesos intentando ser original. Está todo inventado. Las historias son amor, sexo y muerte. Lo importante es la mirada, el estilo, la manera con la que plantees la historia”, dice. Estilo; algo de lo que va sobrada Cleopatra.
En su regreso ha influido también la situación del sector audiovisual valenciano, que ahora, bromea, “está muerto, no; lo siguiente”. Desde finales de los años noventa Mique había desarrollado también una incipiente carrera cinematográfica que incluyó, además de las series basadas en sus personajes, trabajos para otros como el guión de Tombatossals o cortometrajes con actores reales como Azúcar (1999) o Tequila.com (2002).
Pero si ya costaba funcionar en una Comunidad autónoma en el que las apuestas de apoyo de la administración a la industria audiovisual han sido escasas e intermitentes, el cierre de RTVV aceleró su desaparición. Era la hora de escucharse a sí mismo y por eso, ante la coyuntura, Mique decidió regresar a su casa: el cómic. “Me apetecía volver a dibujar, a guisármelo y comérmelo yo. Estaba harto de mendigar subvenciones”, resume.
Calificado como “uno de los mejores dibujantes españoles de la historia”, su anunciada vuelta ha constituido una de las noticias más celebradas por los fans. Con todo Cleopatra llega como anticipo de lo nuevo que está realizando, una novela gráfica sobre sus experiencias del 23-F como soldado en uno de los tanques que recorrieron las grandes vías de Valencia.
“Es algo que comenté una vez y a veces me han preguntado por ello, pero no me apetecía contarlo. Sucedió que se lo comenté a Hernán Migoya y se emocionó. Quería hacerlo en tercera persona, por pudor y esas cosas, pero él me convenció de que lo hiciera en primera. Será serio, porque describiré lo que sucedió tal cual, pero resultará humorístico porque todo el paripé que se montó fue surrealista”, relata. El tono pues, si hubiera que describirlo, sería berlanguiano; y berlanguiano, ya se sabe, son aquellos sucesos reales tan patéticos y absurdos que resultan hilarantes.
¿Qué cambios encontrarán los lectores, los aficionados al Mique más tradicional, en este futuro cómic-novela gráfica? Un estilo más suelto (“voy a coger una estilográfica y me voy a poner así así”, gesticula rápido con la mano) y “un planteamiento más literario”, anuncia. “No puedes montarte una historia de 200 páginas sin contar algo de interés”.
Su regreso artístico al género que le dio a conocer coincide con una situación compleja de el arte de la viñeta, con cada vez menos publicaciones. Aún así, su actitud no es pesimista. “El papel no va a desaparecer pero va a ocupar otro espacio. Hay nuevos formatos, nuevos caminos. Habrá que ver qué pasa, cómo se comercializa esto”, comenta. “pero soy muy poco nostálgico. Soy de los que cree que lo mejor está por llegar”, concluye.