'MEMORIAS DE ANTICUARIO'

Momentos Musicales

5/06/2016 - 

VALENCIA. La relación entre la música y las artes plásticas puede abordarse desde dos puntos de vista: lo que el arte nos cuenta, a través de la imagen, de la experiencia musical de forma explicita y directa- véase el cuadro de Degás “La orquesta de la ópera”, y lo que en el arte puede haber “encerrado” de música y viceversa.  Es aquí cuando es inevitable preguntarnos ¿Puede la pintura evocarnos una pieza musical? ¿puede una obra de polifonía trasladarnos mentalmente a las alturas de una iglesia gótica o un tema de la Velvet al movimiento Pop de los sesenta?. Como el asunto da mucho de sí, en esta ocasión la visión será desde la el primer punto de vista. 

La pintura y la escultura son la forma más excelsa de aproximarse a un imposible. Una de sus utopías, que en ocasiones puede, incluso, acariciarse, es la escuchar a través de los ojos. ¿Quién no ha “escuchado” lo que en el lienzo sucede, observando un cuadro? ¿sería música también la que evocamos mentalmente?. La pintura del siglo XVII, cuando no es imaginada, es decir, cuando el artista pretende retener un trozo de realidad doméstica, es un mundo de interiores. Es lo que, de forma un tanto equívoca, se denomina “pintura de género”: retratos de alcoba y bodegones, escenas de tabernas o salones privados entre lo aristocrático y lo mundano. Bajo techo hay sucesos de toda índole: el invierno de 1636 es especialmente inclemente en Haarlem y un grupo de hombres y mujeres se han reunido para tocar. No son profesionales, son familiares del pintor Jan Miense Molenaer que se dispone a retratarlos; estamos en Delft, una localidad cercana, en 1672 una joven recibe clases de teclado de un severo profesor y Vermeer hacer una verdadera creación de momento. En la Europa del Barroco, la música está presente en el ámbito privado de forma bastante natural. La música es uno de los temas predilectos de los pintores holandeses del siglo XVII y Vermeer, posiblemente, su mejor exponente.

Llama la atención la cantidad de cuadros que dedicó a la interpretación musical. Tal circunstancia no pasó desapercibida a la la National Gallery de Londres, y le dedicó una muestra en 2013. Falta todavía mucho para que los artistas salga a “plein air” a pintar la naturaleza, y todavía más para que llegue la fotografía. Hasta que esto suceda los pintores de escenas domésticas tienen en la música uno de sus temas predilectos. Un par de siglos antes, durante el Renacimiento, la música estaba en las alturas y en los templos, no en las casas. No son las personas corrientes las que tañen violas da gamba o hacen sonar trompetas, en esta ocasión los músicos son ángeles. Un extraordinario ejemplo de música celestial lo tenemos en los ya celebérrimos frescos de Francesco Pagano y Paolo Sanleocadio de la Seu de Valencia, en un majestuoso ejemplo de una corriente iconográfica que se extiende por toda Europa. Saltando al siglo XVIII y XIX, los pintores se centran en los retratos y no hay compositor relevante del que no conozcamos su fisionomía: del óleo al grabado y de este al bulto redondo; bustos de todos los tamaños y materiales. Recreaciones más o menos afortunadas de Bach y su peluca, el joven Mozart, el airado Beethoven, el taciturno Schubert o el imponente Wagner, entre otros. Objeto de colección en los círculos melómanos, surgen aquí y allá en mercadillos o almonedas toda case de miniaturas, dibujos y esculturas de los genios del sinfonismo y la ópera.

En el ámbito hispánico, el avasallador predominio de la temática religiosa en durante el Renacimiento y Barroco, da lugar a que sean muy raros los ejemplos de obras de arte de género de temática musical. Buscar cuadros de esa temática es casi un imposible. Como amante de la música confeso siempre me he planteado conseguir de un digno óleo de esta temática, pero es algo que tiempo ha ya no entra en mis planes, ya que la escasez de pintura antigua de una calidad digna hace que sea imposible la adquisición a un precio asequible. La iconografía religiosa tiene a Santa Cecilia mártir de Roma su ejemplo de melómana . Aquí, al contrario, si se busca con un poco de paciencia, no es difícil encontrar en el mercado pinturas o grabados de la talentosa Santa. De la variada iconografía con la que se le representa sólo cabe decir que nos hallamos ante una auténtica multiinstrumentista pues podemos ver a Santa Cecilia leyendo partituras a los teclados, incluido el órgano de tubos, y también al arpa, laúd, violín o viola da gamba entre otros instrumentos de época. 

Con la irrupción de la fotografía y la llegada de la abstracción al arte del siglo XX, el tema de la interpretación musical se aborda de forma más esporádica pero relevante desde Picasso- “Los músicos”, a Kandinsky. Desde la más estricta figuración al cubismo. Como ejemplo significativo y cercano recuerdo la magnífica serie escultórica dedicada al Jazz, obra del recientemente fallecido escultor valenciano Andreu Alfaro en la que desde el minimalismo de las formas recrea magistralmente las formas sinuosas de los músicos de un grupo de jazz en plena actuación.

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