La quinta edición del Montgorock Xàbia Festival se celebra este fin de semana con Leiva y M-Clan al frente, y con una considerable representación valenciana
VALÈNCIA. Hace muy poco, en este mismo espacio, Coque Malla hablaba de las oportunidades de que disponían los grupos de rock españoles en el circuito de festivales indies del país. “Lleva un tiempo habiendo una serie de festivales que han abierto bastante la mano (…) yo me alegro mucho de que haya festivales donde consideren que entra el rock de todo tipo”, aseguraba el cantante. Sin embargo, si bien es cierto que el excantante de Los Ronaldos pasará por festivales como el BBK y que el SanSan reservó una jornada para él, Leiva y M-Clan, la realidad es que el público del rock todavía ha de pagar un precio demasiado caro para ver a sus grupos en festivales indies (verbigracia, Ángel Stanich o el DJ set de los cantantes de Izal y Second, sin ir más lejos).
Por eso el Montgorock Xàbia Festival tiene ahora mucho más sentido que casi un lustro después. Por eso y porque su propuesta huye hacia adelante de forma peculiar de la gran alternativa española al inflado circuito indie de festivales: ese mastodonte llamado Viña Rock; sin embargo, y a pesar de que incluso este año comparten nombres en ambos carteles (como los de Sexy Zebras y Whisky Caravan), ambos juegan en competiciones completamente diferentes. Es más: incluso participan en disciplinas muy diferentes. Tanto por emplazamiento estratégico como por filosofía y concepto de evento, el Montgorock se viste, en realidad, como el festival más independiente para ofrecer una alternativa rock exenta de carteles sobrealimentados e innecesarios, escenarios multitudinarios y, sobre todo, una alternativa limpia de caspa y libre de masificación y desnaturalización.
Con la única incógnita del Palco Rock -un lugar ubicado entre los dos escenarios del festival, en pleno recinto, que juega con los límites éticos propios del tratamiento vip en festivales-, lo cierto es que el festival, que celebrará su quinta edición este fin de semana en Xàbia, ha dado con su lugar (literal y metafóricamente). Después de la crisis de ubicación en 2015 y de las diferentes ubicaciones, el Montgorock ha encontrado en el recinto La Fontana (Jávea) un lugar perfecto para el desarrollo de un festival familiar de carácter prevacacional a 300 metros de la costa; este año lo ha forrado, además, con diez mil metros cuadrados de césped artificial. Medidas como la de los vasos reutilizables, que están destinados, además de a reducir los residuos plásticos, a financiar un centro de interpretación de la Reserva Marina en el faro del Cap de Sant Antoni, definen de forma cristalina la consolidación del festival en Xàbia.
Esa consolidación es evidente: la transformación natural de un evento de una jornada a otro de dos, desde el año pasado, es una evidencia al respecto del buen estado de salud del Montgorock. De aquella primera edición en 2013 con un cartel con Los Perros del Boogie como principal reclamo han pasado, cuatro años después, a otro con M-Clan y Leiva en lo más alto. Además, por algún secreto motivo que no deben de haber compartido con ninguno de los festivales más prósperos del circuito indie, no necesitan clonar sus propios carteles: este año sólo repiten de la última edición Gran Quivira, y Los Zigarros y Sexy Zebras, que ya actúan del mismo modo que Shellac y Swans lo hacen en cada nueva edición del Primavera Sound.
Sin embargo, no todo son arcoiris: la evolución del festival necesita ser completa y que la presencia de la mujer, que ha crecido -de forma insuficiente- con un ratio de un grupo con mujeres de cada siete en el line-up, no se remita a ser protagonista en la parte gráfica del cartel. Al menos, eso sí, el empleo de la figura femenina como señuelo de 2016 y, sobre todo, de aquel cartel de 2015 parece diluirse al mismo tiempo que el festival crece; en cualquier caso, la revolución real será que el auténtico reclamo sean las bandas que incorporan a mujeres y no las mujeres bañándose en la playa o sujetando una guitarra en la imagen del festival.
Existe una teoría de que es la clase media, ese placebo sociológico español con el que están tratando de finiquitar (el sentimiento de) la clase obrera, la que al final marca la diferencia en un festival; son esos grupos que se encuentran en ese valioso espacio entre los cabezas de cartel y las bandas más pequeñas, tipográficamente hablando. Legendaria era la clase media del Festival Internacional de Benicàssim, por ejemplo, que se caracterizaba hace cada vez más por hacer que el festival mereciera la pena más allá de los atractivos más indiscutibles del cartel. A esa corriente se ha unido humildemente ya el Montgorock, que ofrece la oportunidad de ver a Leiva, M-Clan o La Fuga, pero también a grupos que, sin el respaldo mediático y/o de público, hacen real la diferencia en la experiencia del fin de semana en tanto en cuanto no es especialmente difícil haber visto ya a alguno de los tres anteriores.
Esa diferencia está en el hecho de saber dónde buscar, teniendo en cuenta siempre que la industria de la que echa mano el festival es la misma: la del producto nacional. Y eso reduce las posibilidades. Sin embargo, a día de hoy, el Montgorock pesca con bastante pericia en ese bancal. Propuestas más o menos obvias al margen, destacan este año Aurora & The Betrayers, Los Bengala, Los Zigarros, Los Vinagres y S.C.R.; todos ellos definen a la perfección el triunfo de la clase media. Cada uno de ellos, además, lo hacen desde un prisma distinto. Los primeros -el eslabón perdido del soul nacional entre los norteamericanos Alabama Shakes, el neo soul y la insignificante herencia soul española- y los últimos juegan la baza de lo poco que se prodigan en la Comunitat; Los Bengala y Los Vinagres llevan la misma mano, pero sus cartas tienen el comodín de encontrarse en una situación ascendente en cuanto a la cotización de sus directos.
Este año en el Montgorock coexiste una más que considerable representación de grupos de la Comunitat; no en vano el festival cuenta con la colaboración de Sona La Dipu y la Generalitat Valenciana. Concentrados, Zigarros al margen, en las tres últimas líneas del cartel, la selección valenciana ofrece atractivos de diferente pelaje rock a pesar de su ubicación jerárquica. En realidad es una buena ocasión para ponerle el termoetro al género y comprobar su salud en sus diferentes estados: del rock de corte más académico (del que funciona siempre mucho mejor en directo) de The SaltitoS y Gran Quivira, a la incursión protoindie del festival con grupos como Geografies o Holy Paul.
Este fin de semana en el recinto de La Fontana habrá ocasión para evaluar, también, el momento de tres bandas valencianas que se encuentran en diferentes puntos de su camino. Badlands, en eterna posición de despegue, necesita empezar a levantar el vuelo ya; herramientas y, lo más importante de todo, canciones, tienen para hacerlo. Por su parte, Corazones Eléctricos e Indian Hawk se ubican en el mismo lugar de partida, aunque desde diferentes ángulos; mientas los primeros, con Pau Monteagudo a la cabeza del proyecto, tiran de veteranía en directo para defender el proyecto, los segundos llegan con la expectativa de haber ganado el concurso nacional de bandas del Montgorock y arrastrar aún los restos de los desafortunadamente fallidos Red Buffalo (donde coincidieron dos de los integrantes, a los que se suma el batería de Laverge y miembros de Crimentales y The Hardbites).