VALÈNCIA. El escenario de Sala Russafa, con su especial acústica y ambiente íntimo, abre una nueva temporada de conciertos. Durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, artistas internacionales y locales formarán parte de una programación que complementa y convive con propuestas escénicas para grandes y pequeños espectadores, además de otras actividades relacionadas con la literatura o el pensamiento.
El viernes 25 de octubre, para inaugurar esta nueva etapa de música en vivo, nadie mejor que un verdadero samurái, capaz de lanzarse sin titubeos a cualquier reto. Es el caso de Pastore, alter ego del compositor valenciano Sergio Pastor. Tras siete años de silencio, regresa al panorama musical con un nuevo trabajo que lleva por nombre Banzai, palabra que hace referencia al grito de los mercenarios japoneses antes de arrancar una batalla con pocas posibilidades de éxito.
“Pasados los cuarenta, es un poco kamikaze ponerse a componer, a editar un disco… pero esconderme tras la figura de Pastore me ayuda. Él me permite dar libertad a mi parte creativa y artística, hablar de cosas que de otra manera me intimidarían un poco”, explica el compositor que creó a este personaje en su primer álbum, Reverdecer, y ahora lo recupera para tratar el espinoso tema de las masculinidades que se han quedado obsoletas.
“Es un tema que me interesa porque nos rodea, aunque una parte de la sociedad parece no darse cuenta de que hemos evolucionado. Así que tomé como referencia a alguien a quien admiro muchísimo como creador, a Serge Gainsbourg, pero que tenía un concepto de los roles de género bastante cuestionable desde nuestra mirada contemporánea”, explica Pastore. Siguiendo el estilo ecléctico y libre del músico francés, también se ha abierto a todo tipo de influencias, desde el rock al reggae, el bolero, la salsa o, cómo no, los ritmos japoneses.
“Lo curioso es que la progresión del disco, el paso de unas canciones a otras tiene coherencia. Creo que resulta muy fluido porque la temática de las letras lo va unificando. De alguna manera y con la gran ayuda de Carles Chiner en la producción, me parece que hemos conseguido que la escucha del álbum sea natural y placentera”, explica satisfecho el cantautor, quien admite que, llevados por la emoción creativa y la inspiración de Gaisbourg, en el estudio pusieron muchos arreglos musicales que ahora han tenido que adaptar para poder llevar las canciones al directo sin que pierdan su esencia, pero facilitando la interpretación en vivo.
El próximo viernes, Pastore va a estar acompañado por una banda de lujo en el que asegura que será un concierto único en todos los sentidos, ya que su intención es que ésta sea la primera y única actuación en directo para presentar este nuevo álbum. El cantautor subirá al escenario con tres componentes de la extinta banda Gener: Carles Chiner, Vicent Todolí y Enric Alepuz. Se suma Coque González (Mr. Sánchez) para completar una formación de rock clásica: dos guitarras, bajo, teclados y batería. Será lo único convencional de una velada en la que la testosterona pasada de rosca recibirá su ración de artes marciales. Y en la que la música servirá, de manera lúdica, natural y divertida, para reivindicar el paso a nuevas maneras de masculinidad, que puedan convivir en equilibrio con otras identidades de género.
En la programación escénica de esta semana, una pieza que conecta con los sobresaltos que cada día llegan con las noticias que sobre la invasión de Ucrania o los ataques del gobierno israelí a Gaza y Líbano. La guerra no es nada nuevo, forma parte de la historia humana desde sus inicios y en determinadas épocas se han convertido en algo cotidiano. Por ejemplo, en la llamada ‘Guerra de los 30 años’, que duró lo que cita su nombre y podría entenderse como la primera gran contienda europea, por el número de territorios implicados. En este periodo se ambienta una de las novelas del género de la picaresca más logradas y, lamentablemente, menos conocidas por el público general: Estebanillo González, soldado y bufón.
“Curiosamente, se publicó en Amberes, cuando los Países Bajos eran enemigos del Imperio Español. Criticaba los valores de la vida militar, un entorno machorro y carcomido por la corrupción. Además, mostraba el servicio de españoles a poderes que estaban en contra de la ocupación. Así que no es de extrañar que Menéndez Pelayo en el siglo XIX se encargara de defenestrarla por dar una visión poco gloriosa del Imperio”, explica Agustín Iglesias, autor de la adaptación teatral y director del espectáculo que el 26 y 27 de octubre se estrena en la Comunitat Valenciana, dentro del Ciclo de Compañías Nacionales de Sala Russafa. Sin embargo, Juan Goytisolo rescató del olvido esta obra para encumbrarla como una de las mejores novelas del siglo XVII, a excepción de El Quijote.
“Es una historia llena de aventuras, divertidísima, que narra cómo los personajes anónimos, los que estaban llamados a ser carne de cañón en una guerra larguísima, buscaban cualquier manera para escabullirse de la batalla”, comenta Iglesias. Estebanillo, el protagonista y presunto autor de esta historia (no está claro si la firma de la novela es un pseudónimo), es capaz de ejercer como marmitón, cocinero, vivandero, soldado y finalmente bufón del Duque de Piccolomini. Todo vale con tal de escapar de las bayonetas, de los arcabuces. Y el género de la picaresca sirve a la perfección para mostrar tanto el ingenio como el instinto de supervivencia de quienes se veían abocados a la soldadesca. Pero también critica con lucidez conflictos muy parecidos a los de hoy en día, en los que el ansia de adquirir nuevos territorios y riquezas o las revanchas sesgan vidas sin criterio.
“La idea de coger este texto para transformarlo en un espectáculo vino con la invasión de Ucrania. De alguna manera, queríamos contribuir a despertar un espíritu crítico. Utilizando el humor más ácido de este clásico, hacer pensar al público sobre qué es realmente una guerra”, explican desde Teatro Guirigai, la formación extremeña que coproduce esta comedia junto al Festival de Teatro Clásico de Cáceres.
Con casi 45 años de trayectoria, la compañía ha pasado por Sala Russafa en anteriores ocasiones (Amalia y el río, Un encuentro con Miguel Hernández…) y esta semana regresa con una pieza interpretada por el propio Iglesias junto a Raúl Rodríguez y Rubén Arcas, que dan vida a Estebanillo y a sus amigos, El Poeta y El Capitán.
En la adaptación para poder llevar al teatro la novela, la acción se concentra en una casa de juegos napolitana del siglo XVII que el protagonista ha ganado como negocio donde retirarse. Para entretener a los clientes y ganarse unas monedas extra, va repasando episodios de su vida, jugando con objetos para transformar la escenografía y trasladar a los espectadores a una batalla naval, a los campos de batalla, a cortes donde los pobres sirven para hacer reír a los ricos.
La ambientación se completa con un vestuario que retrata los atuendos habituales de la época y una banda sonora original con reminiscencias barrocas que acompañan al público en un viaje constante por distintos territorios, momentos históricos y episodios de una guerra que parece interminable e incomprensible. Tras su paso por el Festival de Teatro Clásico de Cáceres y del Festival de Teatro Barroco de Sevilla, llega a Valencia con dos únicas funciones este fin de semana esta joyita de la picaresca, cargada de risas, crítica y paralelismos con el siglo XXI.
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