VALENCIA. Cuando Rea Irvin presentó al mundo a Eustace Tilley pocos podían intuir que la pareja acabaría haciendo historia. Y es que no es fácil saber de antemano, por más estudios de mercado que se hagan, cuándo un proyecto alcanzará el verdadero éxito, especialmente en el terreno editorial. El primero fue el autor de la primera portada de The New Yorker, publicada en febrero de 1925; el segundo, su imaginario retratado, un dandy que se ha convertido en un verdadero icono. Más de 90 años después, el espíritu de la cabecera estadounidense llega a la terreta con The Valencianer, un proyecto impulsado y dirigido por el ilustrador Carlos Ortín y la Asociación Profesional de Ilustradores Valencianos (APIV) en el que también ha colaborado el Ayuntamiento de Valencia y la Escuela Superior de Arte y Tecnología (ESAT).
Con el número cero ya disponible es su página web, el proyecto viene prestado del país vecino, donde desarrollaron hace algo más de tres años la revista imaginaria The Parisianer. Fue en junio de 2013 cuando la asociación La Lettre P invitó a más de un centenar de creadores a diseñar posibles portadas que, más tarde, acabaron protagonizando una exposición y siendo publicadas en un volumen recopilatorio, un libro que refleja decenas de visiones de una misma ciudad a través de los ojos de sus ilustradores. Fue éste el libro que encendió la bombilla de Carlos Ortín, que lo encontró rebuscando en una librería del boulevard Saint-Michel. "Tratan París de la misma manera en la que The New Yorker habla de Nueva York. Nosotros hemos tomado prestada esa idea. De hecho ahora también ha salido la versión de Tokyo, ojalá surjan por todo el mundo", explica.
La nueva publicación espera, precisamente, contar a través de imágenes (y también textos) qué pasa, ha pasado o quieren que pase en Valencia, un número cero que descansa sobre cuatro pilares: Elías Taño, encargado de la primera portada; Antonio Soto, Alfons Aladreta y Deimante Jonusaityte. "En este caso la ilustración y el texto están íntimamente unidos, trabajamos con historias. Nos gustan los textos ilustrados, por eso no hacemos solo láminas. Los ilustradores tenemos un rollo muy especial con The New Yorker, es el sitio en el que todo el mundo quiere colaborar". Poca broma, pues ser seleccionado para la publicación americana no es fácil, siendo una de las colaboradoras habituales de la revista la valenciana y Premio Nacional de Ilustración 2010 Ana Juan que, entre otras piezas, firmó la portada tras el atentado a la redacción de Charlie Hebdo en París.
Un año de The Valencianer, en la cocina
La edición local nace como publicación digital mensual, un proyecto que ya está cocinando los números de los próximos doce meses y que, como guinda, se integra en el veinte aniversario de la asociación de ilustradores valencianos. El objetivo final: organizar una exposición con las imágenes publicadas a lo largo de los próximos meses y editar un volumen de portadas como sus hermanos galos. Aunque todo a su tiempo. "Tenemos ya todos los encargos hechos. Es muy emocionante, ahora empieza la aventura. Con este proyecto queremos pulsar los recuerdos y la actualidad de la ciudad a base de textos e imágenes, y yo creo que lo vamos a conseguir". Disponible actualmente en tres idiomas (español, valenciano e inglés), la publicación es gratuita -aunque vende las portadas a través de su página- y verá entrar y salir por sus puertas decenas de firmas que se intercambiarán entre sí.
Aunque el número cero pisa fuerte en Poblats Marítims, ninguna de las entregas será monográfica, sino la compilación de miradas diferentes -con especial atención a los ilustradores más jóvenes- sobre una ciudad con distintos ritmos. "Después de algún tiempo siendo profesor de ilustración, estudiando sus portadas, vi que hablan cosas de muy locales que todos somos capaces de entender. Lo local es lo más global. Por eso queremos que [los colaboradores] nos den su visión particular de la cuidad. Basándonos en eso queremos vender la Valencia invisible pero que, a la vez, sea familiar e identificable para los que no la conozcan", explica Carlos Ortín. Bienvenida, The Valencianer.