VALÈNCIA. The Liminal, galería-productora de arte contemporáneo, celebra su segunda muestra, con una exposición individual de la artista Naomi Melville: to.braid — to.gather.
Naomi Melville congrega en su práctica artística distintas dimensiones de lo visual y de lo textual, múltiples voces que se entretejen para significar una propuesta de realidad.
En torno a conceptos como la herencia, la transmisión cultural y el sincretismo, y a través de archivos, testimonios y genealogías familiares, Melville crea piezas de diversa índole: instalaciones site-specific, libros de artista de gran y pequeño tiraje, bordados, dibujos, esculturas y grabados. Lo hace desde la posición de una arqueóloga: extrae imágenes y fragmentos, concreta las formas de vincularlos a través de los materiales y al mismo tiempo subraya la importancia de la memoria que los objetos y las palabras portan y proyectan.
Además, el trabajo en colaboración con artistas, artesanos y especialistas de otras disciplinas es esencial en la obra de la artista, que siempre apuesta por la creación de contenidos accesibles. En cada uno de sus proyectos se da el encuentro: entre la aproximación intuitiva a la realidad y una sólida indagación material e histórica, entre la interpretación personal de los espacios y el diálogo con el espectador-lector, quien completa la obra.
Desde el umbral de entrada vislumbramos líneas, otras marcas y gestos, escrituras que organizan un paisaje tejido hilo a hilo. Dentro, dos grandes instalaciones se encuentran frente a frente: Suspectés d’hérésie y Relire-relier. La primera es un eco coral bordado sobre una gran pieza de algodón; la segunda, una inscripción tallada en madera que se torna infinita cuando la imagen de una de sus caras choca con un espejo.
Globe se ofrece al otro lado, a través de diecisiete fragmentos de vidrio que tratan de acordar una forma de pertenencia al mundo desde su fragilidad y transparencia. Y arriba Labor que, sin revelarse en primera instancia, se afirma como dispositivo central; su único cometido: trenzar (to braid —) el tiempo, que corre de forma constante e inexorable. La galería en su conjunto, leída como un libro de artista de grandes dimensiones, ha sido convertida en multiverso.
La obra de Naomi Melville invita a una relectura del tiempo y de la historia para reparar en sus indicios, para reunir (— to gather) las pistas de un acertijo o enigma ineludible. Releer para recorrer el tiempo dilatado, atravesar el eco y reparar ahora en una factura reposada, à la main. Y es la mano desnuda la que trata de descifrar el enigma, recreándolo cuando traspasa la tela con una aguja, o cincela la madera con una gubia. También cuando calcula a través de un software la forma en que la luz hará funcionar un cuadrante solar.
Melville es una artista visual y poeta, reside y trabaja en París. Con dos años de estudios previos de arquitectura (2010-2012) en la ENSA Paris Malaquais, Melville se gradúa en la École Nationale Supérieure des Arts Decoratifs en 2016 y obtiene el Máster de Producción Artística en Art-Espace de la misma escuela el año siguiente. Su trabajo ha sido expuesto en la Ácademie des Beaux-Arts (París), la Collection Lambert Musée d’art contemporain (Avignon), Casa de Velázquez, Arts Libris ARCO, ESTAMPA, Cité Internationale des Arts y Centre Pompidou Paris, entre otras instituciones. Ha sido becada por el Ministerio de Cultura de Francia y Ateliers Médicis (2018) para una residencia artística en Ville de Basse-Terre (Guadalupe, Antillas Francesas) así como por la propia Casa de Velázquez (2018-2019).