sin actividad desde mediados de julio

Nueva crisis en la Casa dels Bous: cerrada por problemas con la licencia 

5/09/2018 - 

VALÈNCIA. Una puerta cerrada. Eso es lo que se lleva encontrando durante los últimos meses cualquier vecino, turista o curioso que se haya dejado caer por la Casa dels Bous. Y es que, el edificio marítimo, gestionado por la asociación Artivida, no ha abierto sus instalaciones a la ciudadanía desde, al menos, mediados de julio. ¿Falta de actividades programadas? ¿Ausencia de un público interesado? ¿Han comenzado quizás los preparativos que transformarán el espacio en sede del futuro Museu de la mar? No, nada de eso. Según ha podido saber Cultur Plaza, el problema reside en la licencia de actividad con la que se estaba operando, conflicto al que ya se había enfrentado el inmueble durante los intentos llevados a cabo en los últimos años para convertirlo en un local de ocio junto al Mediterráneo. Y parece que la historia se repite. Como explica a este diario la regidora de Patrimonio Municipal, Maria Oliver, en un principio, la asociación Artivida, responsable de administrar el recinto, solicitó para el mismo los permisos municipales correspondientes a la realización de actividades socioculturales. De hecho, la asociación ya había estado organizando eventos en el espacio desde mediados del mes de abril (cuando el recinto todavía no había sido remunicipalizado), como un tributo a Joaquín Sabina, recitales de poesía o un taller de Dj. Sin embargo, el Ayuntamiento pronto comprobó que, en realidad, durante los actos celebrados también se incluía la venta de bebidas a los asistentes, un servicio, el de bar, que requeriría otra licencia diferente y el pago de un canon más elevado. La ausencia de la documentación exigida implica que los responsables del centro habrían estado incurriendo en una importante irregularidad durante los (pocos) meses en que este ha permanecido en pleno funcionamiento. 

Operar de forma legal en Poblats Marítims pasaba, pues, por la necesaria adaptación a la normativa establecida por el Ayuntamiento. Según indican desde la concejalía, un edificio de las características de la Casa dels Bous que incluyera un servicio de restauración como el que se estaba ofreciendo en este local supondría un canon de aproximadamente 30.000 euros al mes. El equipo de Oliver, al conocer la situación del enclave decimonónico, inició una negociación con los inquilinos y acabó ofreciendo una propuesta de pago que desde el Consistorio consideran “muy ajustada”. Sin embargo, la oferta fue rechazada por los miembros del colectivo. Preguntado al respecto, Adrián Carral, presidente de Artivida, señala que la cifra propuesta por el Ayuntamiento "está muy por encima de nuestras posibilidades. Ni siquiera podemos llegar a facturar eso”. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, poner en pausa la programación y bajar el telón se convertía en la opción más plausible. Así, desde el 12 de julio la asociación ha ido comunicando en su cuenta de Facebook el aplazamiento de las sucesivas citas planificadas para la temporada estival. Entre las actividades canceladas, se encuentra un concierto de Viridian, una feria de discos y una jornada de música solidaria. A pesar de todo, en las publicaciones de sus redes sociales en las que informaban de cada cancelación, aseguraban estar buscando una solución al conflicto. Solución que, por el momento, no se ha logrado alcanzar.

Consultado al respecto, Carral confiesa su frustración y defiende que la meta de la entidad es “hacer realidad iniciativas por y para el barrio del Cabanyal”. “Nosotros somos una sociedad cultural, no tenemos ánimo de lucro, pero ha habido una inversión en el espacio y hay gente trabajando allí para poder realizar los distintos eventos. Si, por ejemplo, viene alguien a exponer, requiere de una infraestructura, un personal que le atienda, etc. Eso al final implica un capital que tenemos que recuperar de alguna forma. No queremos enriquecernos, pero tampoco perder dinero”, señala Carral. Consciente de lo irregular de su actuación, el líder de Artivida se justifica aduciendo que el servicio de bar ofrecido al margen de la legalidad resultaba imprescindible para compensar esos gastos. De hecho, pide flexibilidad a los servicios municipales en forma de un canon más bajo que se adecue a sus necesidades: “Ya realizamos un desembolso económico muy importante para lograr que el edificio no se viniera abajo, no nos podemos permitir seguir invirtiendo sin recuperar nada”. 

 

Llegados a ese punto, el Consistorio plantea tres escenarios posibles para este emblemático inmueble ubicado frente a la Lonja de Pescadores: que el local permanezca cerrado hasta que se inicien las obras de habilitación para convertirse en sede del Museu de la Mar (para las que todavía no hay plazos establecidos), que se retire el servicio de barra y su programación se circunscriba únicamente a las actividades culturales planteadas en un principio o bien que se abone el canon exigido por los servicios municipales. Por el momento, se ha optado por la primera posibilidad, pero todavía hay esperanza para una próxima reapertura: “estamos estudiando la viabilidad de utilizar el espacio sin la actividad de bar si vemos que no nos queda otra, pero ahí hay muchos gastos que no sabemos de qué manera vamos a poder sufragar”. Quizás, finalmente, sí que se vislumbre un principio de acuerdo en el horizonte.

En pie y junto al mar desde 1874

Este cierre supone una nueva crisis, la enésima, en un proyecto que no acaba de cuajar, que no logra una articulación correcta. Construido en 1874 por la Marina Auxiliante para refugiar a los toros y bueyes que arrastraban las barcas de los pescadores, el recinto de la calle Eugenia Viñes, que Blasco Ibáñez cita en distintos pasajes de Flor de Mayo y donde se dice que Sorolla guardaba sus cuadros, quedó desfasado con la llegada de la modernidad y acabó cayendo en el abandono. En 2014, comenzó a encargarse del enclave la asociación La Fábrica del Sol y, en 2016, una iniciativa privada lo reconvirtió en un espacio lúdico y cultural bajo la denominación de Atelier dels Bous. La aventura duró poco, pues no tardaron en surgir denuncias vecinales debido a los exceso de ruido y problemas administrativos por no contar con licencia de local de ocio (sí, una vez más, la licencia). En 2017 se volvió a intentar sacar la iniciativa adelante, de nuevo, sin éxito. Tras esa intentona fallida, Artivida reabría el pasado junio el local y planificaba un verano repleto de eventos. "Estamos llenos de ilusión por ocupar con contenido artístico este espacio, donde la música en directo, las artes escénicas, las sesiones temáticas de dj's, las exposiciones, las presentaciones de libros y las charlas serán algo cotidiano", explicaban los responsables del proyecto a Cultur Plaza a principios de abril. Una aspiración que, ante la ausencia de los trámites necesarios, ha quedado congelada. 

Paralelamente, el pleno del Ayuntamiento aprobó a finales de julio recuperar el uso público del edificio, destinado a convertirse en una de las tres sedes del todavía inexistente Museu de la Mar. Sin embargo, aún se desconocen las fechas concretas en las que comenzará el proceso de adecuación del recinto. Hasta entonces, la Casa dels Bous se enfrenta, de nuevo, a un futuro inmediato en el que prima la incertidumbre. 

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