VALÈNCIA. El protagonista del nuevo montaje de la Companyia Hongaresa de Teatre se llama Paco Zarzoso, nombre que comparte con el actor que lo interpreta y el autor del texto. Piedra y encrucijada es, en definitiva, una propuesta metateatral que juega con los límites entre realidad y ficción. El espectáculo está programado del 14 al 24 de noviembre en la Sala Ultramar y es el mayor reto afrontado por el fundador de la veterana formación de Puerto de Sagunto.
“Para mí lo importante era utilizar mi autobiografía para hablar de una persona frente a una encrucijada, pero con la intención de universalizar esa disyuntiva y que cualquier espectador pueda sentir mis tensiones como suyas. Creo que en ese juego ha ayudado el humor, porque ciertamente me pongo a los pies de los caballos, pero riéndome de mí mismo. El personaje tiene mucho que ver, para bien y para mal... conmigo”, comparte el dramaturgo e intérprete.
La obra se ha representado con rotundo éxito este mes de octubre en el Festival de Teatro Mercosur en Córdoba, Argentina, y en el Medio Mundo Teatro de Buenos Aires.
Piedra y encrucijada se representará el sábado 30 de noviembre en el Centro Mario Monreal de Sagunto, y el día siguiente, 1 de diciembre, en Sala Umbral de Primavera de Madrid.
La acción de la propuesta está ambientada en un cruce de caminos en Aragón, porque esta región española tiene un peso fundamental en su vida. El padre de Zarzoso era de Sarrión, en Teruel. Y ese territorio le resulta muy evocador: “Es un lugar prácticamente vacío, pero muy cargado de elementos interesantes: el frente de Teruel, una vía muerta, la meca de la trufa negra, la arcadia de la bota de vino, la España vaciada...”
Se da la coincidencia de que en dos obras previas de Hongaresa, La piedra de la locura e Hilvanando cielos, también se dio relevancia a las rocas.
“Imagino que al ser un objeto prelógico, es fácil cargarlo de un gran valor simbólico. En este caso, el pedrusco parece hablarnos de la permanencia. La mayoría de las piedras nos preceden y nos sobrepasan temporalmente. Nos recuerdan nuestra vida efímera”, aclara el autor y protagonista.
La pieza está dirigida por el hijo de Zarzoso, Marcos Sproston. El director debutante destaca los beneficios que ha reportado al proyecto el encuentro entre dos generaciones. “Para la obra ha sido buena la combinación de un profesional contrastado, con 30 años de trayectoria, con un chico de 24 años, con experiencia tan sólo como actor y técnico, pero que quizá por eso puede intentar cosas más arriesgadas sin ningún prejuicio”.
El resultado es una comedia existencial en la que se abordan los temas que preocupan a todos los seres humanos. Algunos más profundos y otros más frívolos.
“La obra habla del teatro pero no trata del teatro, sino de las encrucijadas y las decisiones vitales de las personas, que para este personaje concreto ha sido el teatro”, aclara Sproston.
Durante toda la pieza se establece un juego teatral. Una y otra vez se rompe la cuarta pared. Se vuelve a construir y se vuelve a romper. Cada vez que el espectador cree saber lo que está viendo y se relaja, surge un elemento nuevo. Eso sí, sin intención de realizar una recreación intelectual.
Tras casi doce años de actividad la Sala Ultramar ha anunciado su cierre, una triste despedida de la ciudad que se hará realidad el día 4 de febrero con la última función de ‘Morning Glory’, una obra de su directora: Mertxe Aguilar, quien se despide del espacio apenada pero por todo lo alto