VALÈNCIA. Los hitos históricos, los actos heroicos y quienes los protagonizaron suelen tener su lugar de honor en los espacios públicos de las ciudades, a través de monumentos erigidos para honrar la memoria esos personajes y los hechos. La historia de València tiene protagonistas propios e intransferibles, que han ido coadyuvando a configurar una identidad, con la que, de forma individual, unos se identifican más, y otros la llevan más ligeramente. Son cosas, estas de lo identitario, de lo patrio, que vive cada uno a su manera. No obstante, se puede realizar un recorrido de hitos que, más allá del valor artístico, encierran historias de esta índole. Son lugares, obras de arte o reliquias que tienen un significado especial, en este caso para los valencianos. En unos casos fueron personajes insignes, en otros son lugares donde sucedieron instantes relevantes. No descubro nada si digo que el tema de la identidad no es doctrina pacífica, así que mejor vivámosla como fruto de la pluralidad más que del enfrentamiento.
Quién no conoce este icónico monumento: la escultura en bronce del Palleter, cuyo nombre real era Vicente Domenech es obra de Emilio Calandín (1870-1919) se encuentra a la sombra de las torres de Quart desde 1966, aunque el original realizado en yeso se encuentra en el Convento de Santo Domingo. El Palleter siempre se ha considerado como el símbolo del alzamiento del pueblo valenciano frente al invasor, pues parece ser que fue el primero al que se le hincharon las narices ante la ocupación y tuvo el valor de subirse a una silla para arengar a las masas. Una especie de símbolo del carácter valenciano.. La leyenda nos dice que el 23 de mayo de 1808 un palleter que no era ni más ni menos que un vendedor de pajas impregnadas en azufre para encender la lumbre de los hogares, declaró la guerra a las tropas napoleónicas que ocupaban la ciudad de València.
Un personaje que compartió la València del Palleter fue José Romeu y Parras, al que el ayuntamiento le dedicó un busto en su memoria y que se encuentra hoy en la calle Lérida. Obra es del escultor Florencio Ramón Ruíz que se basó en un boceto posiblemente del siglo XIX de José Aixa Iñigo (1844-1920). Se trata de un busto realizado en piedra y colocado en 1964 sobre una columna y un capitel romano a imitación de los existentes en Sagunto, su lugar de origen. Aunque viste uniforme militar fue un guerrillero salido del pueblo que luchó contra los franceses en Sagunto y Valencia principalmente. Fue detenido en la población de Sot de Chera y ahorcado en la plaza del Mercado de Valencia por orden del mariscal Suchet que no pudo, por mucho que lo intentó, que se retractara de sus hechos.
La escultura ecuestre por antonomasia de nuestra ciudad es la que se alza en la plaza Alfonso el Magnánimo, más conocida como el Parterre. Ahí se alza el imponentemente e idealizado, Jaume I, siguiendo el estilo escultórico, con toda la pompa, propio de la segunda mitad del siglo XIX. Una obra en bronce obtenido de la fundición de cinco cañones y un obús donados por el ministerio de guerra en 1866 y realizada por el escultor catalán Agapito Vallmitjana. En la gran base una cartela, hoy, polémica reza “Entro en la ciudad de València, liberándola del yugo musulmán…”. Es lugar de peregrinación y homenaje floral en la mañana del día de la Comunitat Valenciana, el 9 de octubre.
Dónde hubo en su día una estatua dedicada a Jose Antonio Primo de Rivera, que fue retirada en 1979 un año después de la aprobación de la Constitución Española, se alza en la actualidad un monumento que recuerda “Valencia, Cap i Casal del Regne als Maulets, patriotes valencians que defeneren les llibertats nacionals del Regne de Valencia en la guerra de successió que finalisà en la batalla d'Almansa el 25 d'abril de 1707 i va supondre la perdua del Fus i l'autogovern dels valencians”, tal como reza Un monolito en piedra obra de Vicente Galian emplazado en el centro de una alberca con columnas reutilizadas del antiguo mercado de flores que bajo tierra existía en El Centro de la Plaza del Ayuntamiento. Como se sabe, los maulets era el nombre con el que se conocían las tropas partidarias del Archiduque de Austria, al frente de la cuales se hallaban los botiflers o partidarios de Felipe V en la guerra de Sucesión a la Corona de España.
La escultura en bronce obra de Manuel Rodriguez Vazquez de Francesc de Vinatea, vestido con ropajes propios del siglo XIV, en pie y con el libro dels Furs, con su índice señala la página en la que se basaría su defensa de oposición a los designios del rey. Se encuentra colocada donde lo estuviera en su día la estatua ecuestre del dictador Francisco Franco hasta que fue retirada en aquel día memorable, por operarios encapuchados, en una de esas tardes un tanto surrealistas que vivió la ciudad. La actual escultura de Vinatea pasa bastante desapercibida en la inmensidad de la plaza y al estar rodeada de tráfico. Aunque hoy en día es un personaje no demasiado conocido por valenciano común, este jurat de la ciudad impidió la disolución del antiguo reino y de sus normas forales se convirtió en un mito de la resistencia foral del Reino de Valencia y de los fueros que otorgó Jaume I.
Un hito identitario con el que podemos identificarnos todos, sea cual sea nuestra ideología, siempre que nos reconozcamos demócratas, es la columna en piedra de estilo neoclásico que marca el lugar donde se produjo el asesinato del catedrático Manuel Broseta Pont cuando salía de dar su clase matinal en la Facultad de Derecho cuando todavía se encontraba el campus universitario en la Avenida Blasco Ibañez.
No es algo perfectamente documentado pero el común de los valencianos convergen en que el Penó de la Conquesta fue la bandera que el ejército andalusí izó un 28 de septiembre de 1238 en señal de rendición ante las tropas de Jaime I en la muralla musulmana de la ciudad. La propia Crónica del rey hace mención al hecho. El Penó es un tejido de unos dos metros de largo, de drapeado más bien tosco, en color blanco en el que se pintaron cuatro barras rojas. Actualmente las franjas han amarilleado por el paso del tiempo. Tiene una inscripción con el Año 1238, aunque esta no ha sido determinado cuándo fue realizada. El pendón original, que desconocemos si realmente fue este que se conserva, se conservó en la iglesia del hospital de San Vicente, por orden del propio Jaime I, pero no puede afirmarse que esta fuera la bandera que otorgó el monarca a la ciudad
Pere Antoni Beuter, en su “Primera part de la Història de València” en el siglo XVI escribió que el pendón que se conservaba en la Iglesia de San Vicente era el mismo que el izado por los musulmanes en la conquista de Valencia. Cien años después, en el siglo XVII se mandó bajar de la cúpula y ya en el XIX con la desamortización ingresó en el ayuntamiento, hasta hoy, encontrándose en la actualidad junto a la Señera de Valéncia.
Una sociedad plural, da lugar a diferentes formas de entender el lo valenciano. Lo Rat Penat, la sociedad cultural valenciana decana, fundada en 1878 a iniciativa de Constantí LLombart, Teodoro Llorente y Feliu Pizcueta, tiene su sede en el antiguo palacio de los Barones de Alaquàs. Un elegante edificio académico, que fue rehabilitado por esta institución de defensa de la lengua e identidad valencianas, situado en la calle Trinquete Caballeros y que se distingue por un rat penat en su esquina, obra del escultor Nassio Bayarri. Por el contrario, otra asociación cultural valenciana, Acció Cultural del País Valenciano, con una idea tiene su sede en el llamado Centre Octubre en la calle San Fernando. Un edificio singular del año 1879, rehabilitado, y que fue en su día sede de los históricos almacenes El Siglo Valenciano. Fruto de la recuperación integral del inmueble, en el piso subterráneo dedicado a exposiciones, se halló un lienzo de la antigua muralla islámica que puede visitarse.