VALENCIA. “Cuando la recibí, una vez impresa, lápiz en mano la diseccioné de principio a fin. Para mi era importante no quedarme en la anécdota. Resumir visualmente el Tirant en nada más que quince imágenes era complicado”. Reto superado. La ilustradora valenciana Paula Bonet ha sido la encargada de dar color a la nueva versión del Tirant lo Blanch, editada por Llibres de la Drassana, un proyecto con el que reivindicar el gran clásico de la literatura valenciana forzando su viaje al presente, sacando aquellos dibujos que se intuyen en el relato desde el lápiz y la acuarela. En este viaje, la obra de Joanot Martorell ha pasado por las manos de Josep V. Miralles, encargado de la nueva versión; el doctor en Historia y escritor Vicent Baydal, asesor durante el proceso; y la creadora Paula Bonet, de cuyas manos han nacido unos sugerentes personajes que se antojan tan románticos como actuales.
“Durante el proceso imaginaba que los hijos de mis familiares y amigos se acercarían al Tirant a través de la propuesta de Drassana y aquello daba al encargo otra dimensión”, explica la ilustradora. Después de desvelar al público su último libro, La Sed (Lunwerg), en el que se mostraba más cruda que nunca, la de Vila-real da a conocer pocas semanas después un proyecto que la sitúa en otro espacio, el ocupado por personajes como Plaerdemavida o Carmesina y que la lleva a (re)interpretar lugares ya transitados pero que buscan conquistar a nuevos públicos. “El hecho de tener que dibujar personajes y escenarios medievales era un reto absoluto para mi. Era salir totalmente de mi zona de confort a la hora de pintar o dibujar. Fue muy estimulante. No creo que lo hubiese hecho si no se hubiera tratado del Tirant”, confiesa Bonet.
“Puede parecer una paradoja porque, por un lado, le tengo un respecto absoluto, pero por otro considero que forma parte de mí, de mi formación más antigua, de mi esqueleto literario, y eso provoca que lo haga mío y que le pierda parte de ese respeto. El Tirant es una maravilla, una obra que no debemos dejar de reivindicar por la fuerza que contiene, por cómo mezcla batalla, amor, deseo e historia, por cómo representa ese contexto concreto que es el que se explicaba a través de las novelas de caballería”, explica la ilustradora, autora de libros como Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End (Lunwerg, 2014) y 813 (La Galera, 2015), un homenaje a la obra y a la figura del director francés François Truffaut.
Del Tirant destaca “la sensualidad que late a lo largo de todo el argumento”, por lo que era importante enfrentarse al reto sin ningún tipo de atadura, una colección de piezas en la que se ha colado también el pájaro, tan presente en su producción, en esta ocasión para representar de forma metafórica la muerte del caballero. “Era complicado aceptar este encargo por el grueso de trabajo que tengo ahora entre mano. Pero en cuanto recibí la propuesta supe que a pesar de todo iba a poder negarme. El Tirant es un clásico que todos los valencianos tenemos en nuestras raíces y el hecho de poder ilustrarlo ha sido un honor […] Era un reto absoluto. Era salir totalmente se mi zona de confort a la hora de pintar o dibujar. Fue muy estimulante. No creo que lo hubiera hecho si no se hubiera tratado del Tirant”.
En el viaje de Paula Bonet, que hace de la mano del ilustre caballero, pinta a Felipe, infante de Francia; Carmesina o al emperador de Bizancio, un camino que se inicia con una cautivadora portada que enfrenta al lector con el protagonista, un duelo cara a cara que se bate al óleo. “No considero la portada como transgresora: es Tirant, en una de las primeras escenas, con su camisa manchada de sangre. Quería que se mostrara humano, que en su rostro ya se pudiera ver su personalidad. Era importante para mi situarlo en un momento de la trama”.
Bonet presenta el Tirant pocas semanas después de publicar La Sed, un canto a la soledad y a la igualdad acudiendo a las enseñanzas de creadoras a las que la artista admira, mujeres que consiguieron expresarse a través del arte, como Anne Sexton, Maria Luisa Nombal, Sylvia Plath, Teresa Wilms Montt, Camille Claudel o Virginia Woolf. Es a través de Teresa, que a su vez se desdobla en otros dos personajes, que recorre un camino –siempre en femenino- de luces y sombras. "Todavía hay un gran sector de la sociedad que recibe el feminismo como una amenaza cuando su objetivo es conseguir la igualdad de géneros, que es algo, lógicamente muy positivo para la mujer, pero también para el hombre, que se liberaría de una serie de lastres con los que no tiene por qué cargar", explicó durante la presentación de su libro.
Sus más de 300 páginas pueden leerse como un largo poema. Es una obra en la que se resume la evolución tanto personal como estilística de una artista que ha traspasado las fronteras de la ilustración convencional para incorporar nuevas técnicas y abordar una temática más íntima y arriesgada que en sus obras precedentes. Es un trabajo cargado de lirismo que bebe de la gran literatura, de la música, del cartelismo, la escenografía y de sus propias experiencias personales, grabados y óleos en los que Paula Bonet se ha encontrado con los pinceles y los procesos más artesanales para desembocar en una colección más austera y desgarradora.