repaso a la Sección Oficial 

Radiografía a La Mostra 2024 (Parte 1): Viajes a ninguna parte

28/10/2024 - 

VALÈNCIA. Llega el ecuador de La Mostra de València—Cinema del Mediterrani, el festival internacional de cine que reúne una selección de los mejores largometrajes hechos en países bañados por el Mare Nostrum. Este año, la selección abarca “del thriller a la fantasía pop, de la hibridación de géneros al compromiso con la realidad social contemporánea”, según anunció la organización. Culturplaza analiza las doce películas a competición por la Palmera de Oro en dos partes de esta ya tradicional radiografía. Muchas aún tienen segundos o terceros pases en los días que restan de festival.

Moondove 

Todas las películas de la Sección Oficial son estrenos en España, pero Moondove es uno de los grandes hitos de la temporada: una película libanesa que ha elegido La Mostra para su estreno mundial. Es importante valorar que un festival como el valenciano consiga esto en un contexto de mucha competición entre los propios certámenes.

Más allá de lo orgánico, La Mostra también se puede felicitar de tener Moondove en la selección. Un collage de historias en una zona rural de Líbano que están atravesadas, en mayor o en medida, por la sequía, cosidas por el personaje de un técnico de la compañía de agua, que debe gestionar más de lo que buenamente puede.

En el fondo, una sensación perpetua de crepúsculo: un hijo y un hermano que se va, un coche que va fallando, un tanque que se vacía… Todo arrastra uno de los mayores motores de los sentimientos humanos, la sensación de la finitud. Y sin hablar de ello explícitamente —hablando y callando, de hecho— Karim Kassem lo termina contando todo. 

Su filmografía como documentalista se deja ver en este largometraje de ficción, con unas interpretaciones naturales y un guion muy contenido que le dan una verosimilitud sorprendente. Kassem demuestra que el fondo está en la forma, sin necesidad de proponer planos preciosistas, acompañando en este crepúsculo, fragmentando las historias para que no se contaminen entre ellas y no se generen entre ellas la sensación de alarma y desasosiego que le deja al espectador.

Un bany propi

La película de inauguración fue la valenciana Un bany propi, la ópera prima de Lucía Casañ Rodríguez. Una Núria Rodríguez, a la que tristemente estamos poco acostumbrados a ver en pantalla grande, interpreta a una ama de casa extrañamente obsesionada con los baños. Es en ellos donde encuentra la inspiración para su verdadera vocación, la de escribir. El hecho de que lo tenga que hacer a espaldas de sus seres queridos generará una serie de situaciones que pondrá en alerta a su familia y amigos.

Casañ Rodríguez desborda su película con una puesta en escena que no para de ser propositiva, recordando claramente al cine de Jean-Pierre Jaunet en general, y Amélie en particular. En este tono, Un bany propi cruza las escenas de diálogo con evocaciones que son material inflamable para desequilibrar una película. En las manos de la directora, la mayoría de veces sale triunfante.

La película es inestable en el buen sentido de la palabra y tal vez su mayor problema sea uno compartido por todas las feel good movies: la necesidad de cerrar todas las tramas, alargando muchas veces artificialmente su duración, para que el público pueda respirar igual de tranquilo que a lo largo del resto de la película. La cosecha de este año del cine valenciano es realmente remarcable.

That’s It for today

Hablando de algunos males de las feel good movies, a ojos de este crítico, That’s It for Today contiene varios de ellos. Primero los cimientos: una familia de tres hermanos pasa los días de verano juntos, superando las circunstancias que van surgiendo con alegría y juntos. El director serbio Marko Đorđević explicó en rueda de prensa que esta es una película casi militante de la alegría “en tiempos difíciles”.

El film tiene una fortaleza, la naturalización de un modelo de familia no normativa que no hace falta de subrayar ni necesita una crítica de lo anterior. Los tres hermanos son felices viviendo juntos, con la hija de uno de ellos. Solo al final se conocen las circunstancias que los han juntado.

Pero más allá de esto, la película propone esta serie de obstáculos que hacen aparecer y desaparecer personajes como si fuera una obra de teatro de una compañía amateur en la que tiene que salir todo el alumnado de la escuela. Las historias se suceden sin que dejen poso y esto acaba provocando cierta sensación de, habiendo visto un fragmento de la película, haber visto todas sus posibilidades, y por tanto agotarse muy rápido.

When the phone rang

También desde Serbia, When the phone rang abre el abanico estético y autoral de la Sección Oficial, con una propuesta mucho más de guerrilla. Iva Radivojević lo hace con un film evocativo en el que reconstruye algunos recuerdos de los convulsos años en los que Yugoslavia se desgajó. 

Radivojević pone delante de la cámara a una niña que funciona como su alter ego, que va recibiendo llamadas a través de las cuales recuerda las noticias que le dieron o guarda las memorias de la relación con su familia y amigos. Una película en la que tanto la inocencia como la Guerra de los Balcanes están presentes, extrañamente, a la vez.

When the phone rang es una película libre y críptica hasta el final. Hace de la reiteración una reflexión, precisamente, de la gestión de la memoria histórica y personal, y logra lo más difícil: generar ternura sin caer en infantilismo alguno. Con una duración contenida precisamente para poder hacerla difícil, su fortaleza y su debilidad son la misma: no hay ni subrayados ni trasfondos donde apoyarse, así que la empatía y la filiación con la historia dependen casi únicamente del espectador.

Backstage

“Lo primero que nos dijo el coreógrafo es que nunca había visto la danza bien representada en el cine”, contaba en la rueda de prensa el co-director de Backstage, Khalil Benkirane. Estando más o menos de acuerdo con esta afirmación tan taxativa, en Backstage, el director tunecino (junto a Afef Ben Mahmoud), sin duda ha reflexionado y propuesto algo nuevo con lo que poder hacer avanzar en esta representación.

Backstage es la historia de una compañía de danza contemporánea que se queda tirada en medio de un bosque justo tras un accidentado bolo que ha disparado la tensión entre los bailarines y a las puertas del final de su gira. El camino buscando la civilización servirá para parar y preguntarse por qué han llegado donde están ahora entre ellos, con diferentes historias sobre la migración, la política o las relaciones amorosas.

En las tinieblas de la noche, la película demuestra su potencia y su excelencia. Un camino extraño que lleva la propuesta a un lugar extraño y muy interesante. Esta es la gran propuesta de Backstage: que la escena de la actuación musical se pueda leer en términos mundanos (las tensiones de las relaciones humanas) y el bosque eleve las conversaciones entre los bailarines a un terreno casi onírico.

Conforme se va haciendo de día y las tinieblas dejan paso a la luz, esta propuesta va aclarándose con menos acierto. No es un problema de atino, es que en la oscuridad ha brillado tanto, que en contraste el final acaba deslucido. Por encima de esto, Afef Ben Mahmoud y Khalil Benkirane se han atrevido a hablar, abstraer, y de manera muy sutil, poner sobre la mesa cuestiones políticas, como la identidad y la lengua en las regiones del norte de África.

Who do I belong to

También lo onírico es uno de los pilares de otra película de la Sección Oficial, Who do I belong to. El largometraje cuenta la historia de una familia asolada por la huida de dos de los tres hijos para unirse al ISIS. Solo uno de ellos vuelve, y lo hace acompañado de una misteriosa mujer con nicab. La comunicación imposible, arrasada por los traumas, las sospechas y la relación maternofilial, genera una triple película: un drama familiar, un thriller y una serie de escenas oníricas.

Cada una de estas son resueltas de manera muy irregular por la directora tunecina Meryam Joobeur. Por una parte, el thriller funciona perfectamente porque sabe leer los miedos y cómo se generan, así que consigue sospechar y problematizar las posiciones al mismo tiempo. Por otra parte, las escenas oníricas funcionan y demuestran una gran pulsión cinematográfica, pero cuando la película (en su parte final) pide concreción, su presencia a veces resulta excesiva.

El aspecto menos logrado de la película es el drama familiar. ¡Hay tantos sentimientos implicados en la historia! Y sin embargo, aunque están en los rostros que miran al horizonte sin hablar, no permean y traspasan la pantalla, lo que puede resultar frustrante. En la medida en la que el espectador, al principio de su película, fije su atención y mirada, encontrará mayor o menos satisfacción. Pero de un film que claramente quiere y tiene tanto que contar, esto no es precisamente una buena noticia.

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