VALÈNCIA. De tanto atravesarlas bajo el runrún prosaico de los días corrientes, cualquiera corre el riesgo de confundir las calles que hilan su ciudad con insípidos pasillos de tránsito, espacios públicos yermos y sin identidad. Por suerte, la música llega, una vez más, a nuestro recate, para salvarnos de nosotros mismos. El juego de hoy consiste en redescubrir esas rutinarias fachadas y aceras a partir de las canciones que las nombran y las elevan a la categoría de escenario para la épica sonora. Podríamos llenar 300 buques trasatlánticos a base de composiciones dedicadas a València y su idiosincrasia (con una gama cromática que va de José Padilla a Senior i el cor brutal), pero en esta ocasión, nos circunscribimos a la concreción del trazado urbanos para recorrer los barrios del cap i casal a golpe de estribillo.
Tras pulsar el modo de reproducción aleatoria en Spotify, surge una evidencia innegable: el casco histórico y la zona marítima se erigen como protagonistas indiscutibles en el relato musical de la ciudad. Pero también se abren hueco tímidamente enclaves como Patraix o Tres Forques. En cuanto a la aproximación que los artistas realizan, dos corrientes opuestas: de un lado, aquellos que incluyen breves pinceladas sobre una avenida o una playa; del otro, las bandas e intérpretes que diseccionan los recovecos de una o varias zonas de la urbe.
La primera parada se inicia con una oda a todo un distrito. Confiésalo, si durante la última década has vivido un romance en tierras valencianas, existe una altísima probabilidad de que te hayas encontrado a ti mismo entonando con fulgor el “T’estimo, t’estime, t’estim” que La Gossa Sorda convirtió en emblema identitario y sentimental a partes iguales. El verso corresponde al estribillo de 'Camals mullats', un himno generacional que actúa como guía lírica del casco antiguo: “Cinc de la matinada no esperava que acabarem pels carrers de Ciutat Vella, tu davant i jo darrere (…) Pel carrer de Cavallers dalt d'una bicicleta vella recorríem la distància i guardava l'equilibri fregant-te amb les galtes l'esquena. Camals mullats, fregant-te l'esquena. Carrer de la Pau, Parterre, Glorieta, semàfor de Jutjats”. Los paseos nocturnos por la ciudad jamás volvieron a ser los mismos tras esta canción.
Pero hay vida más allá del Mercat Central y aledaños: el recorrido pedaleado que planteaban los de Pego alcanza La Punta y el Cabanyal. Un barrio al que también hace un guiño León Benavente con su tema 'Estado provisional' en el que asegura resistir “como resisten en el barrio del Cabañal. No es eterno, es un estado provisional”. Sin duda, el Mediterráneo inspira. Prueba de ello es que DKSTR cuenta por su parte con dos temas dedicados a la València marítima: 'Dr Lluch', calle y parada de tranvía, y 'Cabanyal', ese barrio, de nuevo, ese barrio. El salitre y la lucha vecinal atraen sin remedio a los acordes.
En la misma línea, el agua, ya sea dulce o salada, es el catalizador de dos canciones de La Habitación Roja que se integran en este paseo por València. La playa de la Malvarrosa protagoniza una de ellas, en la que Jorge Martí y los suyos y aluden a uno de los pecados capitales del cap i casal: “Y esta ciudad ni siquiera mira al mar, no se ve fea desde aquí”. La banda indie se aleja un poco de los adoquines y el asfalto hasta arribar al tema L’Albufera, convertida aquí en foco de la nostalgia y el bucolismo: “La luz de un atardecer en l'Albufera de València y El Saler. Sí, la luz que me ha visto crecer, que aún, aún brilla en nuestros ojos”.
Otros que ejercieron de cicerones musicales de la ciudad fueron Obrint pas, que en 'La vida sense tu' trazan un apasionado retrato de la urbe construido a través de la nostalgia y la pérdida. Una vez más, Ciutat Vella y Poblats Marítims centran las estrofas elaboradas por Sarrià y compañía. “La vida és mossegar la fruita dolça/ a les escales de Mercat Central/ pujar per Cavallers fins la Valldigna/ fumar oblits, cantar a crits. La vida és una casa enderrocada creuant les Torres de Serrans. (…) La vida és agafar el primer tramvia del Pont de Fusta al Cabanyal, una ciutat taronja a les finestres”. Pero la estrechísima vinculación de la banda con Benimaclet también reclama su sitio en el repertorio de Obrint Pas gracias a canciones como Alegria, en la que se alude a las fiestas de carnaval del barrio y a su plaza principal. Unas coordenadas a las que rinden homenaje también desde Auxili con 'No puc deixar-te'. Todos los elementos mencionados hasta ahora se entremezclan, se funden y se revolucionan en otra canción que ejerce de mapa municipal: 'Quan caminàvem', de Aspecant, otro heroico canto a la ciudad, desde su mismo corazón hasta las periferias bañadas por el Meditérraneo.
Seguimos nuestra ruta por València, mp3 o smartphone en mano, y lo hacemos, además acompañados de un personaje aparentemente poco mediterráneo: Noam Chomsky, el inesperado profesor del MIT que protagoniza uno de los temas de Astrud incluidos en su álbum Tú no existes. Del lingüista y filósofo, la banda asegura que “Solo piensa en volar de Boston a Valencia y pasear contigo por el cauce del Túria hasta que tú le quieras, él no tendría prisa y tendría paciencia”. Una vez escuchado el estribillo “Noam Chomsky se ha enamorado de ti”, nada volverá a ser igual en tus visitas al río que vertebra la ciudad. Una zona en la que, por cierto, resulta imposible no pensar cuando se escucha 'Al voltant d'un riu sec', de Gener.
El emblemático Julio Bustamante esboza un mapa a vuelapluma de la ciudad en su no menos emblemática 'València no s’acaba mai' (Viento desatado, 2012), donde se pone el foco en enclaves tan poco cantados como el barrio de Marxalenes y los jardines de Vivers . La metamorfosis de la urbe durante el paréntesis estival es aupada a la categoría de icono (y objeto de deseo) en otro título indispensable del músico: 'Sur del corazón'. “Valencia es más bonita todavía cuando se queda sin tráfico y vacía, se convierte en un sueño de verano mientras paseas por sus calles más antiguas”. Claro, era 1998 y la silueta del turismo masivo no había empezado a desembarcar en el entorno de la Lonja. Tampoco se resiste a cantarle a la València más playera en su tema 'Malvarrosa', donde “esas mujeres solitarias que al atardecer pasean por la orilla del mar dan la impresión de estar esperando que una ola se las lleve para nunca regresar”.
Si hablamos de música valenciana que reivindica la poética de un barrio, resulta indispensable citar a Tardor, cuya canción 'Patraix' da también nombre a su último disco. Una zona de València a la que no se le había prestado excesiva atención desde las esferas compositivas y que aquí se convierte en hogar rítmico y escenario para la intimidad compartida. La dulzura de las costumbres diarias ejerce así de catarsis para el lirismo. “Perquè tu eres el meu Patraix, el lloc de la ciutat que mai havia tingut, la sort de passejar. I ara eres la meua llar”, canta su vocalista, Àlex Martínez Orts. Pero Tardor no es el único grupo que últimamente ha fijado sus ojos en esta parcela del ordenamiento urbano: el cantautor estadounidense Josh Rouse dedica a la ciudad un corte de su álbum El Turista (2010) y, en concreto, se centra en la calle de Jesús, su lugar de residencia. Por su parte, las protestas vecinales contra la subestación eléctrica ubicada en la zona protagonizaron uno de los temas de Los de Marras en Vulnerable (2007).
Y de la cotidiana vida de barrio, a la grandilocuencia de la era Calatrava. Son varios los artistas que han elegido Les Arts y el Ágora como rincones musicales, aunque no con una mirada precisamente entusiasta. Un ejemplo es Sr Mostaza con 'Sin talento', en la que lanza un ácido “Acabarás con mi paciencia como Miguel Bosé o la Ciudad de las Ciencias, quedate asi, quedate sin voz y todo irá mejor”. ¿Otra muestra? Orxata Sound System, quienes en 'A la lluna de València' citan al complejo cultural con obvias intenciones incendiarias (por cierto, el Cabanyal también aparece en su arrolladora 'S'obrin les portes') .
El distrito de L'Olivereta también tiene su canción, bueno, más en concreto una de sus principales vías. El mérito, en este caso, es de Doctor Divago y su tema 'Gracia Imperio': “En el número 1 de la calle tres Forques, no muy lejos de casa de mamá, casi enfrente del legendario Caverna Rock bar, allí murió Gracia Imperio, la policía encontró el gas abierto”. De la discografía de Pau Alabajos, dos instantes nutren nuestro itinerario: el recorrido añorante y melancólico que establece en 'Cada Vegada', donde hay cabida tanto para el Palacio de Exposició como para los solares abandonados de Velluters; y la mención a la calle Sant Vicent en la combativa 'València 9 d’octubre'.
Finalizamos la excursión melómana con los pies cansados, los oídos colmados y un interrogante dando vueltas por entre los circuitos neuronales. La València medieval y legendaria ya cuenta con una abultada nómina musical. La que es acariciada por las olas también ha encontrado un relato propio en las estrofas autóctonas. Quizás sea el momento de lanzarse a cantarle a esas esquinas de la ciudad cuya mitología reside, precisamente, en que muy pocos las miran con los ojos de la potencialidad creativa. O dicho de otra manera, ¿existe alguna posibilidad de que en diez años estemos rodeados de himnos sobre el mercado de Rojas Clemente?