VALÈNCIA. ¿A cuántos dalís conoces tú? Porque está el icono, por supuesto, y también el pintor. Pero también el Dalí performático, el Dalí grabador, el Dalí ilustrador, el Dalí escritor… Uno de los artistas más totales del siglo XX (y sin duda, la referencia artística nacional más potente junto a Picasso) ha encontrado otro hueco por el que colarse en la Fundación Bancaja, que presenta la muestra Dalí. Litografías de los excesos pantagruélicos. La muestra se podrá ver hasta el 28 de marzo.
La exposición muestra 25 litografías que el catalán hizo por encargo y a partir de las ilustraciones que realizó François Desprez en 1565 para el clásico de la literatura Gargantúa y Pantagruel, de François Rebelais, una obra maestra sobre el carnaval que -signo de su tiempo- se ríe de la Iglesia Católica, la moralidad y los estamentos de aquella época. Cada una de las 25 litografías representan a un personaje: glotones, anticristos, condes, papas, charlatanes… Todos vistos de una manera grotesca por Desprez, que adquieren, bajo la mirada de Dalí “excesivas deformaciones” que destacan las dimensiones lúdicas y escatológicas, amplían la excitación y, por supuesto, da rienda suelta al exceso. Comida, sexo, carnaval, comedia y asco en el mismo grabado.
Dalí copia literalmente las ilustraciones de Desprez para añadirle elementos. Los sueños pantagruélicos toman otra dimensión, y los pone a la altura de Bruegel, El Bosco o Goya. Las comparaciones son odiosas, pero en palabras del comisario Fernando Castro, en ningún caso exageradas: “si nos fijamos en cada una de estas litografías, encontraremos verdaderas obras maestras del grabado”. De esta manera, la exposición intenta descubrir una nueva dimensión del artista catalán, del que iconográficamente, se le conoce por una parte importante pero ni mucho menos global de su obra.
A los pecados capitales que ya planteaba la obra original de Gargantúa y Pantagruel se le añade los pilares de la cosmovisión artística de Dalí: el falo visto desde el psicoanálisis, la escatología en general y las heces en particular, las moscas, y una buena colección de monstruos que habitan ese mundo surrealista al que emplaza siempre el artista. Es ese mismo mundo donde quiere llevar a todos estos personajes, por eso en todas las litografías cambia el suelo común sobre el que los representó Desprez en composiciones surrealistas, ya sea unas seta, una bestia o unas piernas desnudas. Los suelos de las litografías son muy importantes en estas obras.
Pero además, sobre ellos, se encuentran unos personajes que buscan divertir, ser comedia humana, representar los valores del carnaval, y claro, ponerse una máscara. “En un año como el que estamos pasando, en el que en vez de máscaras lúdicas llevamos mascarillas para la protección, esta muestra pretende también ser simpática, divertida y amplia”, evaluó Fernando Castro, que además opina que sirve “para quitar los fantasmas dalidianos” que puede producir cierta antipatía.
Además de las 25 litografías, la exposición también aborda, desde diferentes perspectivas, la figura de Dalí. Así lo hacen las diferentes citas que se encuentran alrededor de la sala, pero también una entrevista que le hizo el periodista Jacobo Zabludovsky en 1971 y que es una perfecta muestra del Dalí performático. A cada pregunta banal, una respuesta ocurrente y marciana. “La única diferencia entre un loco y Dalí es que Dalí no está loco”, explicó Castro en la presentación. En las entrevistas se ve la cara más disparatada del artista y tal vez, una de las más confusas: su ambigüedad política que le ha hecho perder parte de su relato.
Otra sala muestra el Dalí de los bigotes, una referencia estética, convertida en absoluto icono, que dice mucho de su construcción como personaje más allá de su obra artística. Otra sala recuerda la obsesión del pintor con las moscas, una de sus mayores filias. En todo caso, esta colección intenta explicar la construcción social de la figura de Dalí más allá de sus obras, una dimensión igual de importante que su propia producción artística.
Los códigos QR han venido para quedarse, y la exposición que se presenta se vuelve más interactiva. A la entrada y en varios puntos de la muestra, un código QR escaneado amplia la información dada a través de videos de YouTube, citas complementarias o un vídeo del propio Fernando Castro recitando a Gómez de la Serna sobre Salvador Dalí. Una manera de expandir la propuesta expositiva que invita a la propia dimensión pedagógica y didáctica de la muestra: la de deconstruir una imagen demasiado formada y parcial sobre el artista completándola desde otros puntos de vista.