VALÈNCIA. A Wajdi Mouawad le han llamado el Sófocles del siglo XXI por actualizar en su teatro el lirismo y la emoción de las grandes tragedias de la Grecia clásica. En sus textos conviven el exilio, el terror, los conflictos políticos, la catarsis y la memoria. Este próximo 2 de marzo, el director Sergio Peris-Mencheta asume en el TEM la dirección de su espectáculo Cielos. La propuesta, concebida como un thriller de espionaje, constituye la cuarta entrega de la tetralogía del prestigioso escritor libanés-canadiense La sangre de las promesas. El conjunto constituye una epopeya épica sobre las promesas traicionadas que se completa con las obras Litoral, Bosques y la reconocida Incendios, llevada al cine en 2010 por Denis Villeneuve.
La trama nos traslada en esta ocasión a un lugar apartado donde un grupo de criptógrafos, traductores e investigadores trabaja contrarreloj para impedir un ataque terrorista múltiple que tiene por objetivo provocar una debacle social.
Cielos se abre con una voz, captada y decodificada entre las millones que pueblan el cielo virtual de los mensajes en línea. Esa voz, que habla en nombre de los hijos devorados por todas las guerras del siglo XX, culpa a los padres de la sangre derramada de generaciones y amenaza con una venganza devastadora: un atentado de insólitas dimensiones. Pero, como en el mito de Casandra, esa voz que proclama la venganza de los hijos multiplicándose en voces que hablan en todos los idiomas, no puede ser entendida por quienes han sido precisamente comisionados por los más altos poderes del Estado para descifrarla.
Según Mouawad, Cielos es la historia de "seis personajes encerrados por voluntad propia en un lugar de alta seguridad. Hace meses que no salen para escuchar conversaciones telefónicas en lugares cruciales de la ciudad, cuando no dedican su tiempo a filtrar el correo electrónico. Saben que se está planeando un ataque terrorista e intentarán frustrarlo. En pocas palabras: paranoia y sospecha, pero también infancia”.
Wajdi Mouawad nació en el Líbano en 1968. De muy pequeño emigró con su familia a Francia huyendo de la guerra civil, y posteriormente se trasladaron a Montreal. Allí estudió en la Escuela Nacional de Teatro y, tras dirigir varios centros, en 2005 creó dos compañías, Au carré de l’hypoténuse, en Francia, y Abé carré cé carré, en Quebec.
El autor de culto ha recibido destacados galardones, como el Premio Terenci Moix 2012, el Governor General’s Literary Award for Drama o el Prix de la Francophonie. En 2002 fue nombrado en Francia Caballero de la Orden Nacional de las Artes y las Letras.
