VALENCIA. El hip hop libró una batalla por el reconocimiento en España desde los 90 hasta el inicio de la pasada década. Hubo precursores y hay nuevas promesas, pero en los años en torno al 2000 una generación explotó liberándose de la censura explícita de la radiofórmula frente a su lenguaje. Los álbumes pasaron a circular a la velocidad de la luz y, entre lo que hoy podría considerarse un star system del rap en España, surgió ToteKing, uno de los artistas capaces de generar un perfil que trasciende al interés por el propio género.
Manuel González Rodríguez (Sevilla, 1978) reconoce no tener una voz prodigiosa, por lo que se ha labrado estos casi 15 años de carrera “a base de trabajo”. Al trabajo confía su futuro y a él se refiere cuando, tras años de vino y rosas, especialmente entre los que van de la publicación de Un tipo cualquiera (BOA Music, 2006) al final de la gira de T.O.T.E. (BOA Music, 2008), encuentra ‘dificultades’ a la hora de encontrar la inspiración: “precisamente, he luchado contra no acomodarme. Empecé a verlo venir con El lado oscuro de Gandhi (Sony Music, 2010), que es el disco que menos me gusta de los que he hecho, y con el nuevo me prometí no cometer los mismos errores”.
Ese nuevo trabajo es 78 (Sony Music, 2015), un disco en el que fluye la riqueza y la calidez de una banda que le acompaña en estudio, aunque ‘bajo demanda’: “lo ideal sería poder encerrarme con ellos un mes en el estudio, poder crear con ellos… pero los medios que hay en este país son los que son, y no me quejo” porque, en realidad, ha producido un álbum cocinado a fuego lento durante estos últimos cinco años. La realidad de ToteKing se ha dado la vuelta en apenas unos años y “de vivir en un zulo de piso en Granada” ha tenido que redoblar esfuerzos para no dejarse llevar por el flow de la buena vida: “cuando estas en la mierda, la inspiración sale a chorros. Cuando te va bien, encontrar la inspiración cuesta el doble”.
Para abrir ese margen de tiempo ToteKing ha convertido en una norma de protección habitual la negativa a conciertos, colaboraciones y demás compromisos. “La única fórmula para encontrar la música que quería hacer ha sido echarle horas y horas, por cojones, esperando que llegue una inspiración que, al final, siempre llega en el estudio”. El sevillano que se enfrentó a sus propios vecinos con la canción ‘Devoto’ por los excesos y licencias de los cofrades de la Semana Santa en la ciudad, reconoce que sí hay una conexión entre el bullir de las ideas y su consecución: “hay canciones que se hacen en dos horas, en esencia. Lo pienso de ‘Devoto’, que me salió en ‘na y menos’, las de Matemáticas igual y de este disco, por ejemplo, ‘Sofisticado’, porque tenía un objetivo muy claro”.
Otros aspectos de su rap han evolucionado visiblemente: “al principio tenía un rap mucho más metralleta. Metía muchas palabras y muchos fans, todavía, me echan en cara. Lo de menos es más conmigo funciona. Quiero llegar de aquí a aquí con pocas palabras. Antes daba demasiadas explicaciones". A la confesión le siguen otras, como la de una predilección por Enrique Vila-Matas a la hora de flashear con un torrente de ideas y no extenderse en los textos, "que una idea te lleve a un sitio o a otro, porque la gente no es tonta".
Tonta o no, una parte de esa gente que seguía a ToteKing se ha ido desesperanzando según han cambiado sus inquietudes y, también, según la metralleta de palabras ha ido dejado más espacio a la música y al fluir de canciones mucho más ricas musicalmente. El autor no se esconde: "no nos vamos a engañar, es así. Yo no estoy en la música para tener un jefe. Si quiero un jefe me voy a la FNAC o a Casa del Libro, porque es donde me gustaría estar, rodeado de libros. De hecho llamo mandamiento a las bibliotecas. No puedo hacer en la música lo que iba a hacer si acababa mi carrera [Filología Inglesa]. Si estoy en la música y soy libre, si tengo ese privilegio, ¿me voy a quedar estancado en los discos de 2006? Otros han accedido a eso, repitiéndolos otra vez. Yo no quiero acabar así".
Sin embargo, el artista está comprometido con Sony, una de las -cada vez menos- majors que manejan el establishment de artista en España y fuera. Él, se siente un privilegiado y distingue entre los posibles tratos con 'las multis': "la gente que acuerda cualquier cosa es la gente que pide un favor, que espera cualquier cosa. Si son gente de OT o LaVoz y solo tienen un talento natural, 'las multis' o las indies, me da igual, deciden hasta si pueden decir que pueden tener novia, les picotean de la gira mogollón de comisiones o no deciden la música que graban. Nosotros no negociamos el contrato en dos días. Me senté con un amigo abogado y negociamos las cosas, así que nunca me han dicho con quién colaborar, con qué partido político me puedo meter o qué letras tengo que hacer".
ToteKing, al que no le "quema" no oírse en la radio porque en su casa "nunca se ha oído", no se "quema" tampoco por estar en aquel festival o el otro: "no soy elitista ni esnob y no trabajo pensando en posicionarme en esos sitios, como en un disparadero. No lo valoro". Y ahí también surgen las distancias con otros artistas, con los que no comparte ni la distancia aparente entre posibles estilos o inquietudes: "¿pero qué espera un fan de Melendi cuando ya lo ha escuchado una vez? ¿Sabe que se va a posicionar políticamente? ¿Se va a mojar de una forma seria con un problema importante que tengamos en este país como el machismo donde a las mujeres nunca le dan un curro serio o un cargo gordo? ¿Va a hablar de las consecuencias de la derecha de Aznar? ¿O va a hacer unas letras fáciles capaces de conectar con chavalitas de 15 años que están en un momento frágil de sus vidas que se pueden identificar con cuatro cosas? Es barato. ¿Qué se espera de eso? Ya sé cómo son los siete discos que venga. Va a cambiar... pues que se va a cortar el pelo, que en un disco va a salir más de chaqueta, en otro de malote con unos tribales, pero ya sé cómo va a ser la música. Pues esto es algo que no le va a importar lo más mínimo a alguien que siga a KaseO, a Solo los Solo o a Mucho Muchacho. Tampoco a alguien que se meta en el mundo del jazz".
En sus producciones está la presencia de la producción orgánica, algo que 'exige' a los que comparten estudio con el para los samplers: "la música rock, los arreglos de guitarra o los vientos, es algo que me hace sentir genial, que para mí es una influencia para rimar muy bien. No es una música que haya dejado nunca de oír". Un rap que respira música de sala de conciertos, que reverdece en directo gracias a esa naturalidad rockera, y que ahora se acompaña del relato de una generación que por edad parece estar llamada a obtener cierto poder de influencia. Una influencia en la que ToteKing ha marcado cierta distancia en lo que se refiere al espectro de popularidad de las redes sociales: "no las manejo ni leo las menciones. Creo que son una herramienta para trabajar y para organizarse increíble, pero en manos de un quinceañero sirven para estar refrescando". Y de hecho apunta a que su canción 'dedicada' a ellas, "no se entendió".
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