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MEMORIAS DE ANTICUARIO

Turismo cultural por el anillo ciclista

16/04/2017 - 

VALÈNCIA. Como existe la Comunidad del Anillo, también lo hace el Anillo del Nibelungo y en nuestro contexto más cercano, la ciudad del anillo, que ahora mismo no es otra que Valencia. Parece que ha dejado de ser del Santo Cáliz y el anillo ciclista, el maldito anillo para unos, el bendito para otros, ha ocupado su lugar, generando ingente literatura virtual y, como es habitual, el frentismo- aquí, más bien, incruento- ha hecho acto de presencia para quedarse, hasta que cronos, el dios del tiempo, de la razón a unos y se la quite a otros. Más allá de la utilidad que tiene para sus usuarios y, también hay que decirlo, los desajustes hasta que todos nos habituemos a su uso y a su presencia, desde el ámbito de este observador, el anillo también puede ser visto como una oportunidad turística de primer orden y de un mayor conocimiento de la ciudad a través del detalle para sus ciudadanos. 

Las cifras y datos son irrebatibles: en primera lugar el recorrido coincide prácticamente con el trazado de la muralla medieval de la ciudad y en una parte junto al petril del antiguo cauce, su transcurso pasa junto- o muy cerca- de siete museos y espacios expositivos de primer orden: el IVAM, Beneficencia, Casa Museo Benlliure, El centro del Carmen, Museo de Bellas Artes, Palacio de Cervelló, Centro Cultural Bancaja y Museo de la Ilustración, una docena de iglesias y conventos, dos torres defensivas monumentales que no necesitan presentación, cuatro puentes históricos de los que hablamos hace poco y múltiples detalles artísticos con sus respectivas historias sobre la ciudad: un recorrido patrimonial y artístico que, a saltos cronológicos, va desde la Valencia medieval hasta el siglo XXI. 

Como se puede comprender, hablar aun con mínima profusión, de todos y cada uno de los hitos que nos vamos encontrando a nuestro paso podría convertir este artículo en una pequeña guía en forma de libro así que me centraré en pequeños detalles menos conocidos que se suceden a lo largo de estos 4,8 km.

Desde las Torres de Serranos a las Torres de Serranos

Nos subimos a la bicicleta en las Torres de Serranos siguiendo la dirección del tráfico rodado, pasando bajo una escultura que conmemora el lugar donde según la leyenda fue recogida la talla románica que llegó a la ciudad traída por la corriente del rio Turia.

Talla se venera en la iglesia de igual nombre y que la encontramos en apenas doscientos metros mano derecha a la altura del puente de la Trinidad. Por cierto, en dicho puente no podemos dejar de admirar las elegantes esculturas del Ponzanelli del siglo XVII de San Luís Beltrán y Santo Tomás de Villanueva. Muy cerca de este lugar se encuentra la iglesia y palacio del Temple, promovido directamente por Carlos III en el último tercio del siglo XVIII. Un edificio puramente neoclásico con una robusta fachada en piedra tallada en la que destaca el escudo de armas del rey español, que mandó construir tanto la iglesia como el convento adyacente y que hoy es Gobierno Civil. 

Dejamos a la izquierda el Puente del Real con sus dos casalicios, recientemente restaurados, y que acogen las esculturas de los dos “Vicentes”, abriéndose la plaza de Tetuán encontramos una amalgama de estilos arquitectónicos pero que dada la calidad de las construcciones edificios parecen convivir en paz respetando sus espacios: El convento de Santo Domingo y su fachada-retablo. Si la iglesia del temple fue construida a iniciativa de Carlos III, esta fachada fue promovida y sufragada por Felipe II. Frente a este gran conjunto se encuentran los palacios de Cervelló, recientemente restaurado, donde se encuentra el Archivo Municipal y el palacio de los marqueses de Montortal. Un poco antes el edificio Moroder obra de Miguel Fisac y que es un clásico del diseño desde el mismo momento de su finalización en los primeros sesenta. Completa la plaza el señorial edificio decimonónico de la Fundación Bancaja. 

Bordeando los jardines de la glorieta, la vía transcurre junto al palacio de la Aduana, uno de los mejores ejemplos de arquitectura civil del siglo XVIII en España, el giro a la izquierda nos introduce en la calle colón dejando a la izquierda la Porta de la Mar. Ya en la plaza de los Pinazo se pueden contemplar las ruinas de la puerta de la judería-una de las 12 puertas de la muralla que comenzó a construirse a mediados del siglo XIV- que se extendía desde allí hacia el barrio de la Xerea. Frente a estas se encuentra la llamada casa del dragón, un interesante edificio del 1901 que lamentablemente pasa un tanto desapercibido entre el maremágnum comercial del lugar y del que llama la atención el especial cuidado por las artes menores tanto en su fachada como en el zaguán. 

Hay que llegar al final de la calle colón para encontrar de nuevo lugares de interés que no es otro que la plaza de toros uno de los hitos arquitectónicos del momento, pero desgraciadamente emplazada en un entorno con una deficiente ordenación urbanística.  Construida a mediados del siglo XIX bajo las órdenes del arquitecto Rafael Monleón, se encuentra junto a esta la estación de norte, eximio ejemplo de arquitectura ferroviaria modernista obra de Demetrio Ribes. Después del Colegio Luis Vives, del siglo XVIII la vía desemboca en la plaza de San Agustín, que como sucediera con la de Tetuán, los edificios de distintas épocas dialogan sin maltratarse: la gótica iglesia de San Agustín con el maravilloso y elegante chaflán que conforma el racionalista edificio Merle o el edificio Alonso, de estilo Art Decó esquina Játiva con San Vicente. 

Continuando por Guillén de Castro y frente a los jardines del antiguo hospital en los que se emplaza también excelente edificio del museo de la ilustración diseñado por Vázquez Consuegra, se levanta el edificio Cuadrado, llamado popularmente “la casa rusa” por la filosofía soviética que tiene su construcción. Obra del arquitecto Rieta, data del 1930. Según la magnífica guía de arquitectura editada por el colegio de Arquitectos es la mejor aportación de la arquitectura valenciana a la vivienda social en los años 30 por lo que constituye una joya, que desgraciadamente se encuentra en un estado un tanto deplorable. Seguimos nuestro recorrido dejando a la derecha la ermita de Santa Lucía de origen medieval, se vislumbra la iglesia barroca del Pilar tras unas fincas y pasamos junto al convento de la Encarnación  en el que destaca un espectacular escudo del siglo XVIII labrado en piedra sobre una puerta lateral.

La visión lateral torres de Quart es una estampa de sobras conocida, junto a las que encuentra la iglesia de Santa Úrsula del siglo XVII, cuya visita vale la pena. A la sombra del lienzo de la muralla que todavía sigue en pie, encontramos la escultura en bronce del Palleter obra de Emilio Calandín. En la fuente que se encuentra en los jardines frente al colegio Cervantes pasa sin pena ni gloria, por el poco acertado lugar en esta se encuentra, la escultura en bronce de Mariano Benlliure con la figura de don Quijote sosteniendo el busto de Cervantes. Pocos metros después, el Centro Cultural de la Beneficencia (1876) que a parte de sus colecciones de prehistoria, etnología y exposiciones temporales, merece la pena visitar por su espectacular capilla neobizantina a la que anteceden unos patios que son un remanso de tranquilidad.

Frente a este el convento del Corpus Christi y sin solución de continuidad el Asilo de San Juan Bautista (1866) obra de Sebastián Monleón, hoy una de las sedes de una universidad privada. Frente a este, nada menos que el IVAM. Con la llegada al río, el carril vira a la derecha llegando a la plaza del Portal Nou donde se encuentra el convento de San José del siglo XVII, junto a su jardín que se adivina tras una alta tapia sobre la que se pueden observar dos ejemplos de publicidad en cerámica de los años en cerámica, la Casa Museo Benlliure en un palacete del siglo XIX. Seguidamente el Salón de Racionistas, la primera construcción en estructura de hierro de la ciudad y una de las primeras en España. 

Las alameditas de Serranos junto a las que trascurre la vía ciclista tienen algunos ejemplos de escultura pública como la fuente dedicada a la diosa Ceres del siglo XVIII. Si no les ha dado antes el llamado “síndrome de Stendhal” acabaremos de nuevo junto a las torres de Serranos; en esa explanada en la que muchos viajeros debían pasar la noche al raso “a la luna de Valencia” cuando llegaban tarde a la ciudad medieval y las puertas estaban ya cerradas. 

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