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‘Un delicado equilibrio’: las cosas de familia se quedan en el teatro

12/10/2024 - 

VALÈNCIA. Cada familia es un mundo. Cada pequeño detalle les construye: sus peleas, costumbres, manías… y ante todo su manera de superar las adversidades juntos. La familia de Tobías (interpretado por Ben Temple) y Agnés (por Alicia Borrachero) no iba a ser menos, en su caso son los “fantasmas familiares” los que comienzan a acecharles, y los que hacen que la convivencia en su casa se vuelva un suplicio. 

Estos vienen en forma de su hija Julia (interpretada por Anna Moliner) y un matrimonio de amigos Harry (Joan Bentallé) y Edna (interpretada por Cristina de Inza) que tienen que hacerse un hueco en un hogar destartalado en el que deben convivir con Claire (Manuela Velasco)la hermana alcohólica de Agnés. Todos estos personajes conviven entre las páginas de Un delicado equilibrio, la obra teatral que le valió el Premio Pulitzer al dramaturgo inglés Edward Albee en el año 1967. 

Una obra hasta el próximo 13 de octubre toma las tablas del Olympia para hablar sobre el “fin de la seguridad en la vida de las personas de clase media” y en las crisis familiares que suceden dentro del hogar. Lo consigue con un elenco de seis actores que se encierran entre las cuatro paredes del escenario para intentar construir su familia ideal: una en la que alguno de ellos pueda salir ileso. 

El alcoholismo, el egoísmo y la traición son algunos de los pilares de esta obra en la que todo está en constante conflicto y que, a pesar de transcurrir de los años 60, es de total actualidad: “Cada espectador completa con su bagaje lo que se ve sobre el escenario. Muchos van a vivir esta historia de los años 60 y otros creo que vivirán el terror de las relaciones familiares”, apunta Velasco, señalando que no es necesario ser un experto en historia para comprender el relato.

Este texto, adaptado de la obra de Edward Albee, apenas ha recibido modificaciones y se presenta en el Olympia en su formato “más puro". Borrachero aclara que su trabajo como actores es darle una nueva forma para que el público lo comprenda: “Cuando este texto llegó a nuestras manos nos fascinó, es una filigrana increíble, como una partitura musical con mucho humor y profundidad. Es una obra para escuchar, lo que intentamos es traducirlo”.  Para ello, cada vez que querían traducir alguna de las palabras del texto o modificarla tenían que explicar su justificación, con lo que terminaron “con un documento de más de cincuenta páginas con apuntes” sobre la obra -que dura unas dos horas aproximadamente- que Borrachero lee como “una compleja partitura de ideas”.

La traducción de este texto “tan complejo” hace que el público lo reciba como un “bombardeo de ideas” ,tal y como lo explica de Inza, en el que intentan “hablar de las relaciones familiares, de matrimonio, con los hijos y además de los problemas individuales de cada personaje”, todo mientras cada uno se construye y se sostiene a sí mismo. Con todas estas herramientas y un texto “totalmente reconocible y actual” Borrachero destaca que la obra consigue aprovechar el lenguaje que se emplea para que los espectadores viajen a los años 60 a través del teatro y lo relacionen con su entorno: “Muchas veces estas obras tan literales no llegan a los públicos, pero aunque todo lo que rodee a la función sea de época consideramos que cualquier espectador puede sentirse identificado”. Con esto logran hacer realidad el sueño de Albee, quien decía que escribía “tantas obras como espectadores van a verla”. 

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