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CINE EN CARTEL

Una película para “ver de una forma diferente la muerte”

Cesc Gay presenta en Valencia su último trabajo, ‘Truman’, que fue premiado en San Sebastián, un canto a la amistad que lleva recaudados 1,4 millones

10/11/2015 - 

VALENCIA. Cuando tenía 17 años, Cesc Gay (Barcelona, 1967) siguió en Televisión Española un ciclo que realizaban de películas de Eric Rohmer. Fue entonces cuando descubrió un tipo de cine diferente. “Mis padres me decían: ‘¿Qué es lo que te gusta?’ Y yo no sabía qué responderles. Fue con el tiempo que entendí qué era lo que miraba: Era la forma en la que hacía trabajar a los actores, muy natural, que parecía casi estuvieras viendo un documental. Y eso, llevado a la ficción, es muy interesante porque te acerca mucho a los personajes”. Había aprendido otra forma de contar las cosas.

Krámpack (2000), En la ciudad (2003), Ficción (2006), V.O.S. (2009) y la más reciente Una pistola en cada mano (2012), son películas que han hecho de Gay una referencia clave del cine español reciente. El cineasta presentó este lunes en Valencia su nuevo trabajo, Truman, en las carteleras desde hace dos semanas. Es un largometraje que ha participado en los festivales de Toronto y San Sebastián, y que ha sido premiado en este último con la Concha de Plata para sus dos actores principales, Javier Cámara y Ricardo Darín, protagonistas de una película que es, de entrada, un canto a la amistad.

“La amistad es el vehículo sobre el que gira la película”, admite Gay. “Como la mayoría de las personas que tenemos más de cuarenta, me ha tocado acompañar a alguien. Tenía varias cosas escritas sobre el tema de una persona que está así [con una muerte inminente diagnosticada]… pero no sabía cómo hacer esa película. A las películas hay que darles su tiempo. Es cómo si haces una paella; todo tiene su tiempo de cocción. No hay que acelerar las cosas y esto, por desgracia, es algo que pasa mucho. Creo que uno de los problemas que tiene el cine en este país es que se tienen demasiadas prisas, por cuestiones de producción, por cuestiones de calendario…”, comenta, “y se hacen apresuradamente las películas”.

A diferencia pues de lo que suele ser habitual, Gay aguardó a que la historia de Truman fermentara, una historia que además le partía de sus propias entrañas, de su vida. “Durante los meses que tuve que acompañar a este alguien muy cercano, escribí mucho pero no sabía qué hacer con ello. Y entonces alejé ese material, lo dejé reposar, e hice Una pistola en cada mano. Igual yo también tenía que distanciarme de mis propios sentimientos. Un día entendí o di con la ecuación perfecta para contar esa historia, porque yo estaba intentando contar esta historia a través de un núcleo familiar pero era otro tipo de película. El día en que comprendí que la historia era mejor si la escribía desde una relación de amistad, entre dos hombres además, con lo que tienen de contenidas y pudorosas las relaciones de hombres, ese día encajaron todas las piezas y di con la mezcla que me permitió introducir el humor, que era algo que necesitaba. Entonces se cuadró todo y ahí arranqué”.

El binomio Cámara-Darín

El argumento, un road movie canónica, versa sobre dos amigos, encarnados por Cámara y Darín. Cuando Tomás (Cámara) tiene noticia de que su gran amigo Julián (Darín) padece un cáncer terminal, decide hacerle una visita a Madrid. Descubre entonces que Julián está intentando reordenar su vida, lo cual incluye su relación con su hijo y buscarle un futuro dueño a su perro Truman. La vida, la muerte, la amistad, el amor, los miedos y las circunstancias que nos atenazan, se dan cita en un largometraje tan sereno como suele ser marca de fábrica en Gay y en el que ha contado con la colaboración el guión de su habitual partenaire Tomás Aragay.

“Con Tomás, con quien la he escrito, le dije: ‘Esto es una road movie. Siempre para adelante. Nunca volvamos a un lugar que hayamos pasado, sólo al piso de él. Y los personajes con los que se cruzan, no debemos volver a verlos’. Y así lo hemos hechos”, explica Gay. Esta decisión le permitió pues articular Truman como una constante sucesión de episodios, cronológicos, a cada cual más emotivo, y plagados todos ellos de verdad. No hay impostura, sino vivencia. La ficción adquiere en algunos momentos tonos de realidad, ese aire documental del que hablaba Gay al principio, con pequeños guiños que alivian la carga dramática de la historia.

“Entendía muy bien que debíamos ir con el personaje de Cámara, que la historia la vivimos a través de él porque somos el público que ve la película, personas que podemos tener problemas, que nos puede costar relacionarnos, expresar nuestros sentimientos… Hay un momento al principio, que Javier dice en un taxi, medio en tono de broma: ‘Mi mujer me ha obligado a venir’. Y yo le decía a Javi: ‘De broma nada. Tu mujer te ha dicho: Te vas a arrepentir si no vas’. Y le comentaba: ‘Dilo con humor, pero…’ La película va de eso: de cómo cuesta coger un avión para irte a despedir a alguien querido”.

Para no caer en la cursilería fue la fundamental la excelente interpretación de Darín y Cámara, contenidos, verosímiles, con un papel más discreto, más de Horacio, en el caso del español, y con un nuevo recital del actor porteño. Una elección que fue casi inmediata pero que no le condicionó a la hora de redactar el guión, dice Gay. “Mientras escribía no intentaba pensar en los actores. Creo que está bien obligarte a construir los personajes más allá del actor; el personaje se tiene que sostener por sí mismo, tiene que tener una voz propia… Otra cosa es que cuando ya tienes el actor, reescribes con ellos ya en la cabeza”.

“Es una película que, después de pasar lo que pasé, creo que la hemos hecho también para perderle un poco de miedo… a la muerte”, añade tras dos segundo de pausa; “para mirarla con cierta falta de respeto, poder mirar a la cara a algo que nos acojona a todos muchísimo y nos va a seguir acojonando. Creo que la película es un intento, por mi parte y por la de todos los que la hemos hecho, y espero que eso le llegue al espectador, de ver de una forma diferente a la muerte. Que no le tengamos tanto miedo. Por eso este tío [el personaje de Darín] tiene los cojones de hacerlo y a la vez genera situaciones curiosas como cuando va a una funeraria a comprarse un féretro”.

La mención a Darín le hace recordar también una idea clave para comprender la película. “En San Sebastián le preguntaron si hubieran aceptado hacer esta película hace diez años. Y él dijo: ‘Por suerte no me la propusieron, porque es importante y es fantástico cuando a los actores nos llegan los papeles en el momento adecuado’. Vino a decir que no hubiera que dicho que no al personaje, pero que era consciente de que entonces no le tocaba. Son diez años más, con lo cual ya se encuentra a un nivel personal como el de este personaje”.

Dejar pasar el tiempo, como hizo él con la historia de Truman. “Tengo mil cosas pensadas, escritas, dibujadas, que están sin hacer. En la ciudad fue una película que comencé cuando aún estaba viviendo en Nueva York. Creo que una de las cosas que hay que entender desde la industria, es que los guiones tienen su tiempo”. Una estrategia que en su caso ha sido eficaz, a tenor de la taquilla. En diez días Truman lleva recaudados 1,4 millones de euros y ya hay quien vaticina que alcanzará los tres millones. Cifras que le confirmarían como uno de los grandes éxitos del cine español en 2015. La espera, pues, estaba más que justificada.

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