De la necesidad de volver a aquello que dejamos atrás, la virtud de poner en común a manos dispuestas a trabajar con madera y materiales, bajo un mismo techo. Una parada en Vorkurs
VALÈNCIA. En los talleres de Vorkurs, de la calle Pintor Domingo de València, insertado en el cogollo a las espaldas del Mercat Central, uno de aquellos días Sandra, Carmen y el resto del equipo, tenían una entrega por la que debían pegar 70 cajas de metacrilato, utilizando cloroformo. Un sábado al caer la noche el cloroformo se acabó y todavía quedaban 30 cajas. “Finalmente, rozando el contrabando, un amigo que trabaja en un laboratorio nos dijo que nos lo podía conseguir. Usó su identificación y a las 22h nos llegó al taller de la mercancía”.
En el taller abierto, ¡y con qué suelo!, se apilan sierras de incisión, caladoras, taladros eléctricos, fresadoras, engalletadoras, taladro de columnas, lijadoras, decapadoras, máquinas de corte y grabado láser, ingletadoras… ¿Ingletaqué? Es el nacimiento, hace ahora cerca año y medio, de una idea colectiva por compartir el vínculo con la maquinaria y el trabajo manual. ¡Hagamos grande de nuevo la fabricación artesana!
Una estudiante de arquitectura que quería restaurar y pintar su bici y no sabía dónde. ¿Y por qué no crear un espacio abierto, compartido, polivalente? “Accesible para cualquier usuario que lo precisase”, cuentan sus fundadoras. “Después de madurar la idea, de hacer algún curso de carpintería, cogimos impulso, buscamos un lugar y lanzamos el proyecto”.
Una de las creaciones más simbólicas entre las paredes de Vorkurs fue Ave Punk, construido junto a un equipo chileno con taller homólogo, el Taller Tres. “Lo construímos con listones de madera, simulaba un ave particular de l’Albufera y su objetivo era la migración por distintos puntos por la ciudad”.
Alquiler de bancos de trabajo por horas o por días, en función del proyecto que se quiera realizar. ¿Es el regreso a la profesión más 'brico'?, ¿formalizar la aspiración por hacérselo uno mismo? Spoiler: hay un problema.
Las fundadoras de Vorkurs se explican: “Podríamos decir que actualmente hay una intención de retomar los trabajos manuales, un empuje hacia lo “slow”. Pero la experiencia en estos meses de trabajo es que la gente carece del tiempo necesario para poder llevarlo a cabo. No sólo carece del tiempo, sino que no entiende de largos plazos, todo se basa en la inmediatez. Vivimos en una sociedad marcada por los tiempos y horarios de trabajo interminables, por ello creemos que es necesario un cambio de ritmo. Hay que entender cómo se construyen las cosas y cómo se desarrolla un proceso desde que surge en tu cabeza mediante una idea hasta que lo tienes en tus manos y puedes tocarlo y sentirlo, tiene muchísimo más valor habiéndolo realizado tu mismo”.
Si uno se mete en la cocina para salirse del ritmo vertiginoso, acceder al taller es detener el tiempo. “Luchamos por volver a lo hecho a mano, porque no se pierdan los oficios de los artesanos que producen elementos llenos de trabajo, delicadeza y sentimiento”.
Entre sus mesas, profesionales como Carlos, profesor de madera; Isabella, especialista en elementos decorativos en madera; Nati, costurera creativa que ha llegado a Vorkurs para hacerse una mesa a medida para su máquina de coser.
Carlos, que sí sabe qué es una ingletadora, al habla: “desde pequeño he sido un trasto como estudiante, pero me gustaban los trabajos manuales. Hasta que llegó el momento en el que mis padres se pusieron serios y tras una reunión familiar decidí especializarme en el sector del mueble... ¡hasta hoy!”. Una vía -silenciosa- hacia la diferenciación: “es un trabajo gratificante, después de diferentes procesos manuales, te sientes satisfecho del objeto, de la instalación”.
Ejemplos pioneros como Ricardo Alcaide o Lebrel han hecho acopio de razones para, en torno a la madera, a los materiales, relatar la fuerza de un mensaje entroncado con la cultura. Un hilo del que tirar. La fabricación sin intermediarios, la posibilidad de encargar el diseño y tenerlo fabricado a medida. Lo de siempre, regresando tras el cierre masivo de pequeños talleres artesanos. Tal vez la fuerza del ciclo y la necesidad de no abandonar aquello que nos hace sentirlo propio.