Una València mirándose alos pies. Porque la imagen de ciudad también se construye desde abajo,consultamos cuáles son algunos de nuestros suelos favoritos
VALÈNCIA. Hagamos que València toque suelo, si es que no lo ha tocado ya. En los últimos meses, ante la irrupción, de nuevo, de la baldosa de la rosa de Barcelona -el panot- como símbolo urbano, ésta nuestra la ciutat mostró cierta envidia para con un ejemplo lúcido de cómo mirar hacia abajo vertebra un diseño identitario común. Nosotros, hijos de Nolla y de sus piececitas de mosaico fabricadas como churros en las instalaciones de Meliana. Nosotros, añorando un pavimento que nos colectivice, que ni que no lo tuviéramos…
Los urbanistas Kevin Lynch y Pedro Brandão amasaron el concepto de "imagen de ciudad" a partir de elementos que la hacen especial. Los cinco millones de metros cuadrados de panot que cubren Barcelona configuran un paisaje bien identificable. La diseñadora Danae Esparza sintetizó la silenciosa cualidad del suelo en su tesis sobre el papel del pavimento en la creación de la imagen de una ciudad.
Y València no carece de la virtud. Sí la ha hecho poco evidente y apenas se ha atrincherado en torno a ella, sí la ha aprovechado poco y ha convertido las aceras de su plaza central en un suelo deslizante ante la lluvia leve. Algo cambia desde que entidades como El Centro de Investigación y Difusión de la Cerámica Nolla (CIDCeN), entidades como ARAE Patrimonio y Restauración, iniciativas como las de @atypical Valencia -creando souvenirs a partir del mosaico Nolla- o el trabajo del colectivo Pink Intruder en la falla Nou Campanar o la de Renaixement, han virado la carencia.
Ya es tiempo de sacar pecho de nuestro pavimento, poner por los suelos nuestra legado. Una cofradía del buen suelo llamada para la ocasión expresa sus suelos fetiche, tanto que muchos de ellos lo han hecho suyo y lo pisan día tras día.
Dejad de tener la frente tan alta, demonios, mirad al suelo. ¿Cuál es el vuestro?
Paco Ballester, Disseny CV
“De pequeño jugaba a no pisar las baldosas rojas de Juan de Austria. Creo que era más bien compulsión nerviosa que juego… Mis suelos son los recuperados de los edificios modernistas del Ensanche. Viviendas como por ejemplo el magnífico edificio esquina Jorge Juan con Martínez Ferrando, con suelos de combinación muy vivas. Los suelos de algunas viviendas de la calle Caballeros, estupendos mosaicos hidráulicos recuperados, conservando el suelo original en los grandes patrios de entrada, de piedra, que ahora aparecen combinados con mármol”. Una herencia lejana repleta de porvenir.
Alicia Matallín, comunicadora
“No hay suelo que nos permita volar más a los valencianos que La Lonja: nos devuelve a épocas de extraordinaria buenaventura y nos permite viajar espontáneamente, convirtiéndonos en auténticos turistas de nuestra propia ciudad. Lo cierto es que, además, en mi caso, la última vez en que me planté sobre este suelo me hizo despertar y pisar fuerte sobre mi tierra y raíces. Pero no solo por ser santo y seña de nuestra historia. La razón más rotunda por la que he escogido este mármol, está en dos grandes maravillas como el pavimento del Pabellón del Consulado y la escalera de la Sala de Contratación. La piedra proviene de un lugar tan árido como desconocido: La Pedrera, una antigua cantera con siglos de historia ubicada en Alcublas. Un pequeño pueblo de la Serranía donde tuve la suerte de crecer y -sin duda alguna- aprender a mantener los pies sobre el terreno. Porque a viajar nunca podremos poner peros, pero no hay mejor sensación que la de volver a nuestra casa con orgullo”.
Diana Sánchez Mustieles, Patrimonio Industrial Arquitectónico
Y precisamente… “Desde pequeña me ha fascinado el suelo de La Lonja, me paseaba por ese gran espacio (cuando aún se usaba su interior el fin de semana), parándome a mirar las estrellas del suelo. Y aún sigo haciéndolo de mayor, fotografiando mis pies al lado de alguna estrella. Este lugar tiene algo mágico para mí”.
Fernando Abellanas, Lebrel
“En la calle Tenerías de Valencia existe un antiguo taller que en los últimos años ha sido espacio de trabajo compartido. Tiene un suelo adoquinado precioso, original de los antiguos talleres. Aunque a efectos prácticos no sea lo más adecuado, me encanta la idea del pavimento de exterior en un interior”.
Pau Martínez, cineasta
“Me encantan todos los pavimentos de mosaico, ya sea hidráulico o tipo Nolla, como el de mi casa. De hecho el suelo fue clave, además de otras cuestiones, para que me decidiera a comprarme mi casa. No entiendo la gente que se lo carga, quitándolo o tapándolo”. ¡Que ardan las redes ante quienes tapan un suelo feten!
María Lapiedra, comunicadora Lelien
Y prosiguiendo la tipología de ciudadanos que escogen su casa por el suelo… “La primera vez que entramos en mi casa el suelo, a pesar de estar muy deteriorado, nos transportó a un palacio valenciano del siglo pasado. Los techos altos y las puertas redondas reforzaban esa idea. No estábamos lejos, nuestra casa fue en origen una preciosa fábrica de abanicos de Mislata”.
Felip Bens, revista Lletraferit
Suelos que provocan viajes en el tiempo. “El pavimento de la calle en Pina, un viejo callejón de la vieja València que fluye entre Puríssima y en Bou y va desde Corretgeria, justo al lado del mural de Rosita Amores hasta la minúscula plaza sin nombre que forma el cruce de la calle Abaixadors, de l’Om, de Generoso Hernández y Estamenyeria Vella. La calle En Pina ha quedado gozosamente perdida, con aire de atzucac, y olvidada también por el Ayuntamiento que, afortunadamente, no ha cambiado los adoquines de piedra de rodeno. Además del pavimento, la revuelta que hace la calle y el solar que había hasta hace nada, con los restos del alicatado hidráulico de la casa ese rincón de Valencia te transporta a otro tiempo”.
Merxe Navarro, arquitecta Brutalmente Valencià
Comencemos con suelos que cubren tiendas y espcios de trabajo: “El suelo de terrazo de la tienda Gnomo. Recuperar un pavimento que ha estado tan denostado cuando, en realidad, dan un resultado estupendo no solo a nivel de uso sino estético y a un precio inmejorable”.
Lucas Zaragosí, Estudio Savage
“Me gusta mucho el suelo de microcemento del nuestro nuevo estudio. Siempre nos había gustado pero mucho más después de verlo en Federal Café. Nuestra arquitecta Sol Candela lo tuvo claro. Además es perfecto para combinarlo con los armarios de viroc (una mezcla de madera y cemento) que tenemos en el estudio”.
Carmen Fortea, Corinne Films
“Sí, el el hidráulico de mi estudio es una pasada. Por las mañanas entra una luz lateral por la ventana que deja la sala de reuniones como si fuera un fotograma de una peli de Coppola”.
Sonia Rayos, arquitecta
“Recomiendo el del Palau dels Marquesos de Malferit, con baldosas hidráulicas preciosas, y el del chalet Huerto de Aznar, en Burjassot, con un pavimento de Nolla extraordinario. Me encanta la baldosa hidráulica original de motivos geométricos, pero combinada con la madera que le da un aire más cálido a los espacios. Yo siempre que puedo voy descalza, y me encanta sentir el tacto de la madera. Mi favorita, la de roble. Las baldosas hidráulicas son ideales para zonas húmedas (cocina y baños)”.
Sandra Sancho, comunicadora, La Visible
“Me quedo con el suelo del restaurante Al Paladar de Benimaclet. La combinación de suelo hidráulico con zonas de laminado son muy funcionales, quedan bien estéticamente. El hidráulico es sufrido, el laminado es acogedor”.
Nat Malaver, patinadora
“El suelo del Tinglado 2. Es una superficie lisa, al no tener irregularidades se reducen las vibraciones que sufre el tren inferior del patinador. Tiene menos adherencia que un suelo rugoso por lo que la sensación de desplazamiento es mucho más fluida y suave, es perfecto para los que quieren iniciarse en la práctica de derrapes”.
Xavi Sempere, Trumbo
No se vayan todavía: “Un buen suelo es el de la pista de running del Turia. Es mullido”.