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València se queda con Gui de Mulder, la voz española de los Oscar

El corresponsal en Hollywood se instala en la ciudad tras más de dos décadas en la meca del cine

24/12/2023 - 

VALÈNCIA. Aunque no lo ha promulgado mucho, Gui de Mulder llegó hace casi un año y medio a la ciudad. València gana un ilustre vecino, que viene directamente de más de dos décadas siendo la voz española de Hollywood. Desde su llegada, se le ha podido ver en los festivales y en el cine. Y, ya sentados en el Café Rialto para hacer la entrevista, confiesa que no puede estar más satisfecho con la vida cinéfila que le ofrece València. Quién lo diría, viniendo de la meca mediática y cinematográfica del mundo occidental.

Gui de Mulder habla con desparpajo y mucha consciencia de lo que ha vivido durante su paso por Hollywood. Canal+ le puso en la alfombra roja de los Oscar a finales de los 90 y se convirtió, con su carisma, en un compañero cercano en la cita obligatoria de muchos cinéfilos con los premios. Más de dos décadas después, deja la rutina de entrevistar a las grandes estrellas del cine mundial para empezar una nueva vida aquí, en un momento también de cambios vertiginosos para el cine, el periodismo y la sociedad en Estados Unidos.

- ¿Cómo ha sido el del trepidante Hollywood a València? 
- Viví en Hollywood 28 años. Hice todo lo que podía hacer: fui corresponsal de Canal Plus y de Movistar Plus durante todo ese periodo, y me dediqué a cubrir todo lo que tuviera que ver con cine y series. Llegó un momento en el que ya me apetecía volver. Y escogí Valencia porque es una ciudad muy mediterránea. Bueno, súper mediterránea, muy bonita, hay de todo: es grande y pequeña a la vez, es muy cosmopolita y quería volver a Europa. Entonces decidí hace año y medio venirme. 

- ¿Cómo era tu relación con la ciudad antes de mudarte? ¿La conocías bien?
- No, había estado alguna vez, pero de pequeño iba a Gandia. Me quedé con el Meditérraneo. Es bonito, cómodo… Me encanta.

- Ya se te ha podido ver por los festivales de cine. ¿Qué tal la vida cinéfila de aquí?
- He podido ver algo de la vida cinéfila de València, que a lo mejor no es la de una gran ciudad, pero tampoco está mal. Yo creo que, a nivel cultural, València está muy bien. Por ejemplo, voy muchísimo a los Babel y me parece una pasada de salas que protege el cine independiente, el cine europeo, el cine en versión original. No echo de menos Hollywood.

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

- Hablemos de Hollywood. Ahora mismo está en un momento de una transformación total, y no únicamente a nivel industrial. ¿Hasta qué punto ha cambiado la vida en Hollywood el Me Too?
- Ha cambiado muchísimo. Antes del Me Too había una cultura más física, si quieres, entre chicos y chicas, o chicos y chicos, o chicas y chicas. Pero el Me Too nos ha hecho ver que hay posturas o comportamientos que no son aceptables. Yo, por ejemplo, no voy de depredador, pero antes de darle un abrazo a alguien de marketing, por ejemplo, lo cuido. Creo que el Me Too nos ha hecho ver que la gente que está en la sociedad patriarcal y machista se pasaba mucho con las mujeres en general.

Y sí, ahora lo que se ve más es que hay mucho cuidado en cómo te relacionas profesionalmente y sobre todo el respeto y el mantener un poco el espacio físico también.

- Hacer televisión española en Hollywood, ¿era hacer más televisión española o americana?
- La verdad que representar a España en Hollywood era un puntazo, porque tenemos muy buena credibilidad dentro de la industria del cine, sobre todo por figuras como Amenábar, Javier Bardem, Penélope Cruz, Almodóvar, J.A. Bayona… También muchos directores de cortos. Entonces, te abrían las puertas. 

Por otro lado, también me ayudaba el ser gay. Yo soy gay, tenía la empresa con mi pareja y eso a la industria le gusta: la libertad, la diversidad y todo eso. Representar a España allí era muy beneficioso y muy bonito, pero a la vez tenías que ser ejemplar todo el tiempo porque tienes una responsabilidad.

Mi cotidianidad del trabajo era proveer a Movistar+ o a Canal+ programación sobre cine y series. Como Estados Unidos estrenaba bastante antes, los canales obtenían la información un poquito avanzada.

- ¿Hollywood trata de manera diferente a los periodistas que trabajan para medios de comunicación de allí que para los periodistas extranjeros?
- Lo que le interesa a Hollywood es vender sus producciones, y el mercado más amplio era, cuando llegué, el de Estados Unidos y Canadá, que se considera el mismo. Al principio sí, le dan más espacio de cobertura a los representantes de la prensa norteamericana y canadiense. Pero poco a poco el mercado ha ido cambiando. Ahora el país que más taquilla aporta es el chino, el japonés y el coreano. Y luego Europa está muy bien, y España es el tercer mercado en el continente. 

Pero la estrategia de marketing de estos grandes estudios se divide en un departamento nacional o doméstico, que dicen allí, y en otro internacional. Todo va muy ligado, claro, a cuando se terminan estrenando en el territorio que sea, claro, si no, no puedes hacer nada.

- En todo caso, Canal+ (luego Movistar+) tiene ahí siempre un hueco en la alfombra roja, y eso fue una de sus grandes apuestas en los 90. ¿Cómo vivías tú, desde dentro, ese lugar privilegiado que era exclusivo de toda la televisión española?
- Canal+ y Movistar+ desde hace 18 años tienen la exclusividad de los Oscar. Esto surge porque firman un acuerdo con Disney. Disney es la que lleva la cadena ABC, que es la que tiene los derechos al Oscar. Es súper guay porque tienes acceso a todo. Era estresante, era muy bonito. La Academia de Hollywood es muy estricta con la prensa y te ponen tantas pegas que al final llegas con un estrés a la alfombra roja…

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

- Algunos cinéfilos de hoy hemos crecido trasnochando esa madrugada anual con Cristina Teva y contigo.
- Cristina y yo llevamos 17 años; en 2024 serán 18 porque haremos algo juntos también. Siempre nos hemos llevado súper bien, ella viene muy preparada con las preguntas. Ensayábamos en su hotel de una manera muy curiosa: el armario no tenía puerta, era una cortina, entonces yo me metía detrás de la cortina y, al salir, le decía, por ejemplo, “soy Cate Blanchett” y ella tenía que responder rápido haciendo las preguntas.

- Los dos habéis vivido la época dorada de la presencia del cine español en los Oscar. No siempre fue así: veníamos de pequeños espejismos, como el Oscar a Garci, o el de Trueba. Y la época Amenábar-Almodóvar normalizó estar ahí. ¿Ahora sientes que se ha desinflado un poco? 
- Yo creo que no se ha desinflado. Como hubo unos años de tanta presencia, ahora España tiene un hueco en el imaginario colectivo de Hollywood. No hace falta estar nominado cada año o tener tres representantes para que la industria te valore. Yo creo que España tiene un lugar bastante importante. Este año, por ejemplo, J.A. Bayona estará ahí.

- Y cuando de repente llegas a España y ves que, de manera política, se menosprecia al cine español tachándolo como una simple arma ideológica y hablan de subvenciones… ¿cómo lo vives?
- No entiendo cuando se infravalora el cine español de esa manera porque me parece que hay una industria bastante potente, mucho talento. No entiendo las interioridades del rollo ese político. El cine es un arte y puede ser de izquierdas.

- ¿Cómo han cambiado los premios a lo largo de todos estos años? 
- Yo creo que los premios se han democratizado. La Academia de Cine, hace unos veinte años, tenían trescientos miembros. Ahora son nueve mil. En los Globos de Oro también ha pasado eso. Entonces, si te fijas en las nominaciones de los últimos años, son más globales, más universales, Ahora, Anatomía de una caída de Justine Triet puede estar en la categoría de Mejor Película, y no quedarse en Internacional.

-  Entiendo entonces que crees que los premios han evolucionado para bien. ¿Sientes nostalgia por algo?
- Antes, cuando los Oscar se celebraban en el Dorothy Chandler, que es la ópera de Los Ángeles, todo era al mogollón. Podías coincidir con un premiado en el ascensor y no pasaba nada, era todo más espontáneo. Era más humano. Ahora todo está muy estructurado.

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

- No te voy a preguntar por personas concretas, pero ¿los ídolos de cerca siguen siendo ídolos o conocerles siempre provoca desilusión?
- Al principio, cuando entrevistaba a un ídolo, me ponía muy nervioso. Yo no soy muy mitómano, pero hay momentos que era imposible. Conforme vas adquiriendo experiencia, te vas sintiendo más cómodo. Y, en algunos casos, sí que esperas que el ídolo sea más generoso con el tiempo que te dan, esos seis minutos. Hay ídolos que no se expresan. Por ejemplo, Keanu Reeves, que me cae bien, no te mira la cara. Robert De Niro no puede hacer una entrevista solo porque no sabe qué contestar.

- ¿Hollywood es tan excéntrico como pensamos?
- Sí, es súper excéntrico. Y se desperdiciaba el dinero de una manera brutal (ahora no tanto). Séquitos de más de 30 personas; actrices que, cuando llegabas, te pedían que te pusieras miraras a la pared y no le miraras directamente… Todo está muy pactado, muy controlado. Pero porque es muy jerárquico. Están los agentes, luego los representantes personales, los publicistas, maquillador, peluquera, lo que sea. Toda esta gente tiene que justificar su salario. Entonces, a veces, son muy abruptos porque su papel es el de proteger a la personalidad.

Con el surgimiento de las redes sociales, Hollywood necesita protegerse más para que nadie estropee una campaña de marketing que la has elaborado durante dos años. También la vida privada de los actores, actrices y directores. Se protege más porque surgen muchos bulos y fake news.

- Ahora que vives aquí, ¿Te vas a incorporar en día a día del cine español? ¿Te interesan los premios? 
- Sí, muchísimo. Me hice miembro de la Asociación de Informadores de Cine Español, que son los que entregan el Premio Feroz. No sé si me invitarán a la gala, pero por lo menos he votado. Y luego los Goya, me encantan. Cubrir los Goya sería un lujo ves a todos los equipos tan cómodos en comparación con los Oscar… 

- ¿Tienes película favorita para los Oscar este año? 
- Me han encantado Saltburn y Anatomía de una caída. Vi Napoleón, me pareció preciosa de batallas, de vestuario, de producción, de diseño, pero no enganché ni con Joaquín Phoenix ni con Vanessa Kirby. También me gustó mucho American Fiction, con Jeffrey Wright. Me queda por ver Maestro. Pero bueno, en este año que he estado en València en vez de en Hollywood creo que no me he perdido nada.

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