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TEATRO EN DESESCALADA

Vicente A. Jiménez: "Volver a los proscenios ha sido un subidón de ánimo"

22/07/2020 - 

VALÈNCIA. Al fotógrafo de escena Vicente A. Jiménez no le gusta estarse quieto cuando empuña su cámara, pero sí muy escondido. Su ojo sagaz acumula más de tres décadas congelando instantes teatrales, siempre desde la discreción. Quizás es ahí donde residen la fuerza y la verdad contenidas en sus imágenes, en su condición de agazapado. 

Para especializarse en esta rama de su oficio hacen falta dos virtudes, intuición para detectar un momento único en la representación y rapidez para inmortalizarlo. Jiménez añade uno más, la sensibilidad hacia la luz, cuya presencia o ausencia puede cambiar el dramatismo de la escena y la perspectiva del personaje.

El hechizo que las artes escénicas ejercen sobre él tiene nombre de mujer, el de una gran dama de la interpretación que nos dejó hace poco más de un mes, Rosa María Sardá. La actriz catalana protagonizó en 1986 su primer encargo para Teatres de la Diputació, Madre coraje y sus hijos. Comparte que documentar el clásico de Bertolt Brecht, en las manos de Lluís Pasqual, le impactó. “Todo eran primeras figuras de la escena. Podía estar cerca de las tablas y que me dejaran. Podía ser parte de la historia sin ser visto”, recuerda con el regocijo de sus inicios.

Si por Jiménez fuera, viviría tan sólo de esa especialidad, pero esa posibilidad, siempre acariciada, se tambaleó al borde del precipicio cuando nos alcanzó la pandemia: “Me quedé hundido, sobre todo al pensar en las compañías privadas con las que habitualmente trabajo”. Ahora siente el momento como pasajero y poco a poco va retomando proyectos. 

- ¿Qué emoticonos te representan estos días y por qué?
- Me gusta especialmente el emoticono con cara de robot, perplejo y desubicado. Me trae a la cabeza la frase “no computable”. Me imagino que es lo que una máquina diría al no entender nada de lo que está pasando.

- ¿Qué foto de esta pandemia vale más que mil palabras?
- Esta que te envío. La hice a los pocos días del levantamiento del estado de alarma, en Benimaclet. Lee el cartel del carrito, no tiene desperdicio.

- ¿Qué te sugiere esta ráfaga de instantáneas: EPI, féretros, parque infantil, terraza?
- Infección, desolación, impotencia, desinformación y fragilidad.

- ¿Qué cuentas pendientes has saldado durante el encierro?
- Sobre todo formativa: he aprovechado para aprender en cursos y tutoriales. También he realizado y editado videos musicales con las aportaciones de diferentes músicos desde sus casas. He dedicado tiempo a cacharrear con el bricolaje fotográfico. Me he construido una cámara digital de banco óptico. Igual la patento… Nunca se sabe. 

- ¿Qué proyectos profesionales ha dejado en suspenso el confinamiento?
- Todos. De repente, se pararon todos los proyectos… Todos absolutamente. También se ha quedado en el aire la apertura de un estudio fotográfico compartido con dos colegas para fotografía publicitaria, editorial y producción audiovisual. Era un plató nuevo, en el que iba a trabajar más el retrato de actores y músicos. Entre las obras suspendidas, la que más ilusión me hacía fotografiar, era el próximo proyecto que iba a dirigir Paco Azorín, Poder i santedat, con el que ya había colaborado antes.

 - ¿Las compañías e instituciones para las que trabajas han sido más de cancelaciones o de aplazamientos?
- Mis clientes más importantes han suspendido todas sus actividades públicas y han optado por el teletrabajo, al igual que ha pasado en varias revistas en las que colaboro. Tenía reportajes en producciones teatrales del Institut Valencià de Cultura y algunos de compañías privadas que se han visto, en principio, pospuestos a espera de mejores tiempos. También se han caído algunos encargos de vídeo publicitario y otros de foto fija que ya estaban confirmados. La verdad es que ha sido desolador ver lo frágiles que podemos ser.

- ¿Cómo celebraste el 27 de marzo, Día Mundial del Teatro?
- Pues recuerdo que vi la emisión especial del Circo del Sol. Me gusta mucho su puesta en escena. Además he tenido la suerte de poder trabajar para ellos cuando han estado en València.

- ¿Y el 29 de abril, Día Mundial de la Danza?

- Estaba acabando de editar las fotos de Âtman, el Comiat, la última producción de Ananda Dansa, con la que esta gran compañía de danza se despide. Es una enorme pérdida. Espero que de las muchas semillas que han dejado durante estos años nazcan nuevas iniciativas que le den aún más valor a su legado.

- ¿Qué piezas de teatro grabadas has curioseado?  
- Todo lo que he podido. Las producciones que han ofrecido en red tanto el IVC como el Teatre Escalante. También he aprovechado para ver la colección Historias para no dormir, de Chicho Ibañez Serrador y TVE, que compré hace tiempo y tenía pendiente.

- ¿Qué es lo que más te ilusiona hacer cuando la actividad escénica se reactive?
- Recientemente, he tenido la oportunidad de volver a trabajar en el teatro con el III Edición del Laboratorio de Dramaturgia Insula Dramataria Josep Lluís Sirera. Volver a los proscenios ha sido un subidón en mi ánimo.

 ¿Qué complementos preventivos has sumado a tu equipo? 
- Pues además de la consabida botellita de gel hidroalcohólico, una mascarilla negra para pasar más desapercibido en la sala de teatro.

- ¿Qué minas temes ahora en las tablas de un teatro? 
- Bueno, aparte del distanciamiento, espero que no sea muy diferente a lo vivido hasta ahora. No me gusta mucho subir al escenario. Prefiero agazaparme en la oscuridad, discretamente. Habrá que aceptar los protocolos sanitarios y evitar hacer mutis por el foro.

- ¿Qué fuerza cobran los ojos en retratos con mascarillas?
- Los ojos, con o sin mascarilla, son siempre mi punto de enfoque en el retrato. Ahora estoy descubriendo los retratos con mascarilla: cuando se han usado bastante, empiezan a conformarse como una parte expresiva del rostro. Aún así, y a no ser que venga en el guión, prefiero ver la expresión completa y sin mascarilla.

- ¿Qué galones en incertidumbre lucían ya los fotógrafos autónomos antes de la crisis sanitaria? 
- Nuestro trabajo siempre ha estado sujeto a los vaivenes, es difícil acostumbrarse, pero es nuestra pandemia de cada día.

- ¿Con qué imagen pondrías punto final a un fotorreportaje sobre la pandemia?
- Con la de un patio de butacas lleno de público que aplaude a cara descubierta, sin temor.

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