VALÈNCIA. Todos los análisis periodísticos coinciden: el Palau de la Música se embarca en una nueva etapa. Pero escuchando ayer a Vicente Llimerá, nuevo director de la institución cultural tras la destitución del Vicent Ros, uno tendría que disculpar cierta exageración. La programación que se presentó ayer en rueda de prensa está diseñada, en una gran mayoría, entre el anterior director del Palau y el director de la Orquestra de València, Alexander Liebreich —cuyo puesto no está, ni mucho menos, en cuestión—. Preguntado por qué le parecía, con la intención de intuir cuáles iban a ser sus nuevas líneas de programa en las programaciones de las que él dependiera, Llimerá valoró muy positivamente el trabajo hecho, al que más que un pero dijo que las modificaciones que había experimentado en el mes en el que lleve al frente del Palau han conseguido pulirla.
No solo eso. La idea del “Palau Obert”, en el que entraron diferentes ciclos de música de diferentes géneros con la intención de acercar la ciudadanía al auditorio, seguirá vigente bajo la dirección de Llimerá, según contó ayer en la que fue su primera comparecencia como máximo responsable. Lo que sí dejó claro es que el diseño de las temporadas será un trabajo codo con codo con Liebreich. Sin subdirector, Ros otorgó en su día a Ramón Tebar esas funciones que ahora recoge el bávaro. Desde su nombramiento, Llimerá contó ayer que ha “hablado mucho” con el director y parecen estar más que en sintonía, sobre todo con la gran apuesta programática de esta temporada: la vuelta de la lírica.
En todo caso, sí dejó clara una diferencia a la hora de darle peso a las “otras músicas”. Estarán presentes, sí, pero el grueso de su línea de programación no será la de acercar a la gente a través de esas músicas, sino “acercar la música sinfónica a todos los públicos”.
El otro gran tema sobre la mesa son las obras del Palau, que aún están en marcha. La gran rehabilitación está finiquitándose y acabará, con todos los nuevos encargos, el 22 de septiembre, según afirmó el concejal Jose Luis Moreno. Se abrirá entonces la segunda fase anunciada por María José Catalá para abordar las filtraciones y goteras que no estaban previstas en esta gran obra. ¿Cómo será este proceso?
Por una parte, los técnicos están redactando un informe para poder determinar el alcance de las actuaciones a abordar, su coste en euros y los plazos en los que se podría arreglar. Pero sobre todo, qué medidas “urgentes” pueden hacer para que no se deteriore más lo que ya hay. Una medida transitoria porque el Ayuntamiento calcula que las obras, que dependerían de una nueva licitación, no empezarán hasta 2024, y además, si se quiere hacer a plazos para no interferir en la programación y que el Palau tenga que volver a cerrar, se prevé que no acaben hasta 2025.
Ayer, la oposición le puso peros a este proceso. Por una parte, Glòria Tello, expresidenta del Palau, señaló que las deficiencias señaladas por el nuevo gobierno “eran de la época de Rita Barberá” y criticó el estado en el que el PP dejó el edificio con el cambio de gobierno en 2015. Por otra parte, Maite Ibáñez, del PSPV, afeó a la nueva presidencia que no se tratara en el Consejo de Administración nada sobre estas obras que se tienen que abordar, pero Moreno se defendió explicando que, sin informes, no hay certezas que comunicar.
Otro gasto extra que no estaba presupuestado es la limpieza del órgano, que supondrán 40.000 euros más y un proceso quirúrgico necesario par devolver el esplendor a la sala Iturbi. Ayer también se informó sobre esta nueva actuación, sin la cual la programación del ciclo del órgano no puede volver, por lo que se ha retrasado su comienzo.
Tras la experiencia en la sala Gaveau de París, Liebreich no se resigna a que la Orquestra de València salga del Palau. De hecho, ayer dejó los objetivos claro: “debería salir una o dos veces por temporada. No hace falta que sea siempre a sitios como Estados Unidos o Japón. Debería, por ejemplo, actuar en el Auditorio Nacional, en Madrid. Tenemos también invitaciones de Vienna y Salzburgo que estamos estudiando. La Orquestra tiene que demostrar su excelencia no solo dentro de València, sino también fuera”, apuntó el director de la formación.
Esta determinación también confirma que el idilio entre Liebreich y la Orquestra sigue adelante. El director está encantado con su responsabilidad y está más que emocionado al haber probado la sonoridad de la sala Iturbi. Con él, y ya sin Tebar en la ecuación, sí se abre una nueva era más pacificada e ilusionante, según informan fuentes internas a este diario.
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