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balance de 'a quelar!'

¿Y si el Cabanyal fuera la nueva cantera del flamenco?

29/01/2019 - 

VALÈNCIA. Fue cuando cumplió once años que Harry Potter se enteró de que era un mago. Toda una vida pensando que era menos que los demás y, de golpe, descubría los superpoderes que, por otra parte, siempre le habían acompañado. Solo estaban dormidos. Una cosa parecida ha pasado en el último año en el Cabanyal, donde decenas de niños y niñas han ‘descubierto’ sus poderes a través del proyecto cultural ‘A Quelar!’, impulsado por la compañía Extremus Danza, y que ahora batalla por poner en marcha una segunda edición, tras finalizar con éxito una andadura en el Teatre el Musical (TEM) en la que han “redescubierto” el flamenco. “Saben muchas cosas a nivel experiencial, pero no saben ponerle nombre. Su cultura no la tienen fundamentada, conocen hitos, pero les falta un contexto más amplio. Son muy autodidactas, desarrollan el ritmo antes que la palabra. A través del espectáculo del final intentamos que fuera un flamenco que lo entendiera la gente, un flamenco teatralizado mezclado con contemporáneo”, explica Pilar Cambronero, de Extremus Danza.

El proyecto de inclusión social, en el que participan más de 40 niños/as y jóvenes en su mayoría de etnia gitana, se desarrolló durante gran parte de 2018 para culminar en una gran actuación que tuvo lugar en el TEM, un camino dirigido por Eva Moreno, discípula de Antonio Gades. Se trata de una iniciativa de carácter artístico, sí, pero también de recuperación de la autoestima y de conexión con la propia cultura de la que se empapan, un programa continuado de baile flamenco, cajón y guitarra en el que, de la mano de profesionales, que busca desarrollar la creatividad y generar esa sensación se sí se puede.  “Notas que, algo que daban por supuesto, su talento al bailar, se han dado cuenta de que es algo que les diferencia y les da una valía. Ellos pensaban que era natural, cantar bien o bailar, que era un pasatiempo. Ahora entienden, tanto ellos como sus familias, que es un don que hay que seguir trabajando”, indican desde la compañía.

Fotos: JORGE LÓPEZ.

La realidad con la que se toparon sus impulsoras fue bien distinta a la de la foto final, un terreno en el que el fracaso escolar es más generalizado de lo que esperaban y en el que este taller ha supuesto, en muchos casos, su primera “experiencia de éxito”, un asunto clave en la incidencia del proyecto que se suma al del trabajo en grupo desarrollado entre la cuarentena de participantes. “Al principio había muchas niñas y niños reacios a participar, por vergüenza. Los problemas de género que ya preveíamos estaban más presentes de lo que pensábamos”, indica Cambronero. “El resultado más evidente para todos es el empoderamiento. Son niños que no habían vivido experiencias de éxito y que de repente se ven en un escenario con 400 personas. Otra cosa no tan evidente es la responsabilidad, el aprecio del esfuerzo. Para la mayoría, su primera respuesta era ‘no puedo’ o ‘no sé’. Cuando ven que al final les sale, era un asombro. Esto luego se puede aplicar en la escuela”. 

Concebido como un espacio para la unión, no solo entre alumnos y creadores, también estaba entre sus objetivos crear puentes entre dos zonas bien diferenciadas. “Encontramos la dificultad de que los niños del Santiago Apóstol, más cerca de la zona cero, quisieran ir al TEM, y viceversa. Esos problemas latentes han estado presentes. Para muchos cruzar la avenida del Mediterráneo es una frontera brutal”, reflejan desde Extremus Danza. Entre tanto reto, la realidad del talento, un cultivo que ha durado cerca de un año y que, más allá del propio proyecto y de su presentación sobre las tablas del TEM, ya recoge algunos de los resultados. Así, tres de los participantes formarán parte de la grabación del álbum del guitarrista Juan de Pilar. “El Cabanyal podría ser una cantera de artistas”, refleja Pilar Cambronero

Fotos: JORGE LÓPEZ.

Completan el proyecto ahora con la publicación de un fotolibro, editado bajo el sello Libros de Baal con el mismo nombre del proyecto, que busca ser testimonio de todos esos meses de trabajo en el barrio valenciano, una obra que cuenta con los textos de la propia Pilar Cambronero y el trabajo fotográfico de Jorge López, que propone un recorrido que se inicia en el exterior del teatro, en la plaça del Rosari, y acaba en aquella que da acceso al propio escenario. Entre una puerta y la otra, un trabajo que reúne a un buen puñado los participantes de la iniciativa, que miran de frente a la cámara, en potentes retratos que, ahora, miran de cara a una posible segunda edición del proyecto. Apoyado por Obra Social La Caixa y en colaboración con el TEM y las asociaciones La Col.lectica y la Calle Baila, el proyecto se resiste a desaparecer, aunque están en pleno proceso de búsqueda de ayudas para ejecutar una nueva edición.

“Ahora de momento, como no tenemos financiación, estamos manteniendo las clases de flamenco de forma gratuita, pero muchos de ellos se han quedado sin clases de cajón o guitarra”, explican. Efectivamente, es en las aulas del Santiago Apóstol, El Grau y el Isabel de Villena que actualmente mantienen las clases de danza, en las que participan una veintena de chavales, un proyecto educativo y social que buscan poder afianzar. Aunque esta es la primera edición en el Cabanyal, lo cierto es que no es la primera experiencia de este tipo, pues la compañía desarrolló un proyecto similar en Riba-roja del Turia. Ahora, quieren reeditar la experiencia en un Cabanyal que, ¿y si fuera cantera de artistas?

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