LA FIGURA DILUIDA DE LA 'SEXTA STONE'

50 años del sexo entre Anita Pallenberg y Keith Richards en València que decidió la carrera de los Stones

15/10/2017 - 

VALÈNCIA. Marianne Faithfull dijo que fue Anita Pallenberg quien transformó a los Rolling Stones en un icono cultural, e incluso fue más allá: "Anita convirtió a los Stones en los Stones". La modelo, diseñadora, actriz y artista italiana murió el pasado mes de junio, 40 años después de que, tras una violenta relación con Brian Jones, la tensión sexual se desatara con otro de los miembros de la banda: Keith Richards. La escena sucedió entre naranjos, en València, según contó el autor de 'Gimme Shelter', 'Brown Sugar' o Satisfaction' en su autobiografía Life. Ahora todas esas efemérides resuenan al coincidir con el paso de la banda por España en el que será eternamente considerado como 'el último concierto' (hasta nueva fecha).

La llegada de Anita

La vida de Pallenberg tenía mimbres suficientes como para dejar un legado frenético aunque a los 22 años no se hubiera cruzado con Jones. Políglota y capaz de manejarse en al menos cinco idiomas, en Roma ya se relacionaba con los artistas de los 60 entre los que se encontraban Cy Twombly, Pier Paolo Pasolini o su propio novio, el pintor y collagista Mario Schifano. Poco tiempo después, sería diseñadora para The Factory, el emporio creciente de Andy Warhol.

Nadie duda de la crucialidad de la modelo y diseñadora en la carrera de los Rolling Stones

La carrera de los Rolling y de Anita ya era internacional cuando ella acudió de manera fortuita a un concierto de la banda en Múnich. El stone rubio que hablaba alemán y fumaba hachís fue el único que le interesó aquella noche, aunque allí también estuvieran Mick Jagger y Keith Richards: todos acabarían desfilando más adelante en su biografía y ella sería el ariete en gran medida de una liberación sexual y a través de las drogas que atravesaría a la banda. Aquel sólo fue el principio de una relación violenta y desagradable con Jones, marcada por la inestabilidad del músico, asmático e hipocondríaco.

Jones

Jones fue el menos definido de los Stones fundadores del grupo, junto a los citados e Ian Stewart (el único que no pasaría por los brazos de Pallenberg). Su historia en torno a la banda está llena de controversia, porque al igual que para muchos es el verso más libre y quien les incita a explorar sonidos alejados del patrón rock en discos como Aftermath (1966), también fue el único en desarrollar una banda sonora para una película –Mord und Totschlag, protagonizada por Pallenberg– o grabar en solitario o con músicos marroquíes en su cortísima vida, con el dudoso honor de ser miembro del Club de los 27. Y todo ello a la vez que no figura como compositor de ninguna de las canciones de sus satánicas majestades (heterónimo que se deriva de otro disco donde nadie duda que aportó y mucho como multiinstrumentista).

La relación con Pallenberg no sirvió precisamente para que asentara todas sus dudas. Según describe Richards en su autobiografía Life, el mismo año de Aftermath Jones se rompió la mano al intentar golpearla. Ella esquivó el puñetazo y la muñeca del guitarrista acabó quebrándose contra el marco metálico de una ventana: "seguramente no todo el mundo sabe que Anita había hecho mucho deporte de niña [...]. Brian no era rival para ella, ni en lo físico ni en términos de ingenio. Ella siempre tuvo el control de la situación y él siempre fue el segundón. Al principio al menos, las pataletas de Brian le parecían a Anita bastante divertidas, pero habían ido perdiendo la gracia a medida que se volvían peligrosas". Los tres viajaron y compartieron no pocas experiencias, pero el trío se iba a decantar por una combinación par distinta a la original.

Richards

Ninguno de los implicados duda de la crucialidad de la modelo y diseñadora en la carrera de los Rolling, a la que la crítica musical redujo a 'novia de los Stones'. Hace ahora 40 años, Anita Pallenberg inició un descenso por la vida de tres de sus componentes que nadie duda fue determinante para su futuro. La situación con Jones era insostenible y, tras una redada en casa de Richards por un asunto de drogas, los tres y una amiga de la modelo decidieron huir a Marruecos para pasar un tiempo alejados del foco (y seguir consumiendo). Así se despedía el pirata de su madre avisándole de la huida:

"Querida mamá: perdona que no te llamara antes de marcharme, pero seguro que tengo los teléfonos pinchados. Ya verás como todo sale bien al final, no te preocupes. Por aquí todo es genial, te mando una carta cuando lleguemos a destino. Un beso grande. Tu hijo Keef El Fugitivo".

Primero tomaron un vuelo a París. Allí les esperaba un amigo del grupo que había 'bajado' el Bentley Blue Lena de Richards hasta la capital francesa. Los cinco iniciaron el descenso en coche en dirección a Marruecos. Richards era el dj oficial en un vehículo de gran lujo tenía un plato para reproducir discos de 45 rpm: "Anita dice que claramente estaba escogiendo las canciones para comunicarme con ella [...]. Pasa con todas las canciones: puedes darle el significado que te convenga". Jones no paró de quejarse durante el trayecto, aunque según Richards, en materia de salud "con él no sabías lo que era real y lo que no". La cosa pintaba tan mal que resultó tener razón por una vez: aquejado de neumonía, se quedó ingresado en Toulouse y el resto decidió seguir la ruta –no sin su enfado– a la espera de que él cogiera un vuelo y se incorporase en unos días a su estancia en Marrakech.

"Recuerdo el olor de los naranjos en València. Cuando te acuestas por primera vez con Anita Pallenberg recuerdas esas cosas"

Richards asegura en Life que Jones le dejó el mandato a Deborah de evitar que hubiera contacto entre Anita y el guitarrista compositor de los Stones. Sin embargo, tras su paso por un tablao flamenco de las Ramblas de Barcelona y llamando la atención con aquel precioso Blue Lena, todos dieron con sus huesos en comisaría y pasaron una noche de perros en la capital catalana. Deborah se hartó y aquel viaje –que bien podría inspirar una road movie– siguió con tan solo dos ocupantes en la parte de atrás del Bentley: Anita y Keith. 

València


"Nunca en mi vida he dado el primer paso para enrollarme con una mujer, simplemente no sé cómo hacerlo", describe Richards. "Anita movió ficha. Yo no podía entrarle a la chica de mi amigo, incluso a pesar de que éste se hubiera convertido en un cretino. Anita además era muy guapa, cada vez estábamos más unidos y, de repente, sin la supervisión de su chico, fue la que tuvo los huevos de decir ¡al carajo todo! En el asiento de atrás de aquel Bentley, en algún lugar entre Barcelona y València, Anita y yo nos miramos y la presión era tan bestial que sin previo aviso se puso a hacerme una mamada. La presión se disipó (¡puf!) y de repente estábamos juntos". Era 1967.

Cuenta Richards que "era febrero y en España ya había llegado la primavera", pero abunda en la componente valenciana del momento: "cuando llegamos a València, 'era verano'", se refiere al cambio en la climatología para un británico como él. "Recuerdo el olor de los naranjos en València. Cuando te acuestas por primera vez con Anita Pallenberg recuerdas esas cosas". Tras el suceso de los asientos traseros del Bentley entre naranjos, decidieron hacer noche en València en un hotel desconocido en el que se registraron como los condes de Zigenpuss: "esa fue la primera vez que hice el amor con Anita".

Jagger

La relación dinamitó a la banda. Jones, notablemente desequilibrado y afectado por su manejo de las drogas y su salud, acabó fuera del grupo dos años después, falleciendo posteriormente mientras nadaba al sufrir uno de sus ataques de asma. Richards y Pallenberg iniciaron una larga relación como pareja (12 años), fruto de la cual nacieron tres hijos, aunque Tara, la tercera, no llegó a sobrevivir. Jagger, en un ataque de celos irreversible tras descubrir que Faithfull se había acostado con Richards antes de iniciar su noviazgo, insertó una escena de sexo en la película Performance que estaba rodando. Así le devolvió 'la jugada' a Richards y el cruce de relaciones en todas direcciones ha generado todo tipo de consecuencias en la relación entre ambos desde entonces. De hecho, Life, publicado en 2010, es una agria y extensa descripción de la agria relación entre ambos: Richards incluso llamará a Jagger "Su Majestad Pene Corto".


Pallenberg

MEDIO SIGLO DESPUÉS DE QUE HICIERA QUE TODO SALTARA POR LOS AIRES ENTRE EL OLOR DE LOS NARANJOS AL FINAL DEL INVIERNO DE 1967, PALLENBERG FALLECÍA ESTE VERANO

Pero entre todos ellos, a lo sumo inserta como "el sexto miembro de los Stones", Pallenberg fue quien cogió el mando de todas aquellas relaciones en muy distintos momentos. Más allá de los problemas con las drogas que le acompañaron durante toda la vida –padeció hepatitis C y tuvo distintas intervenciones quirúrgicas aquejada de problemas físicos–, la hija de la diplomática de carrera Paula Pallenberg generó una imagen de mujer libre. Libre desde la sexualidad y desde el uso de la propia imagen (estilo rockero pero glamouroso, minishorts, pieles, botas de cowboy...), la diseñadora y artista fue esencial en la conexión de los Stones con el Swinging London y la exploración de sus miembros con según qué sustancias. Especialmente, la heroína.

Allan Klein, manager de los Stones, ya dijo que la influencia de Pallenberg había sido total en ellos. Y lo fue porque aquella mujer llegó al grupo cuando ya había vivido la Dolce Vita con Federico Fellini a sus apenas 20 años, ya había iniciado sus relaciones con el citado Warhol y conocía a todo el entramado artístico londinense de los sesenta. De hecho, su figura se desvaneció a partir de la relación estable con Richards. Muy poco antes de que llegaran sus hijos, Pallenberg participó en Barbarella (Roger Vadim, 1968), Dillinger ha muerto (Marco Ferreri, 1968) y la citada película Mord un Totschlag (Volker Schlöndorff, 1967), un thriller del que salió especialmente bien parada por su trabajo.

Medio siglo después de que hiciera que todo saltara por los aires entre el olor de los naranjos al final del invierno de 1967, Pallenberg fallecía este verano. Inspiró todo tipo de mensajes propios y cruzados en las canciones y en la evolución de la banda, incluso después de desorbitarse de aquel núcleo diabólico de sexo cruzado. Pasó sus últimos años entre Chelsea y la casa de Richards en Ocho Ríos (Jamaica), donde mantuvo una invisibilidad todavía no restituida. Él mismo la definió en Life como "una valquiria, quien decide quién muere en la batalla".


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