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Odile Rodríguez de la Fuente: "Ver el mundo a través de los ojos de mi padre era la bomba"

21/06/2020 - 

ALCOY. Dejar que la vida fluya, y que te invada, para que sucedan cosas. Ese es el leitmotiv que se marcaba como rutina diaria el gran divulgador medioambiental en lengua castellana Félix Rodríguez de la Fuente. Con una vida llena de 'casualidades', como su escolarización "libre y montaraz" hasta los diez años, cuando pasó a ingresar en un internado, o la coincidencia en el día de su nacimiento y su muerte, 14 de marzo, esta última justamente en Alaska, localización donde se ubicaban los dibujos que comenzó a pintar en sus cuadernos de niño. "Por eso digo que mi padre tuvo una vida que casi pareció ser de mentira". Cuarenta años después de su desaparición, su hija menor, Odile Rodríguez de la Fuente, quien se despidió del naturalista a la temprana edad de los siete años, ha escrito un libro sobre su padre, y sobre el que es su estudioso de la vida preferido. El título, presentado este miércoles tarde en un encuentro virtual ofrecido por Casa Mediterráneo, no podía ser otro que Félix. Un hombre en la tierra. Aunque ella lo ensalce desde el alma hasta lo más alto, precisamente por ese amor a la vida que los unía, dice. "Soy su fan número uno, con lo que a veces me he preguntado si puedo ser objetiva. Es una mezcla, me siento privilegiada y agradecida de haber tenido el padre que tengo, llevar su apellido me da alas", asegura.

Su 'subjetividad' y entusiasmo están más que justificados a la hora de poner por las nubes al que fue un gran amante de la Paleoantropología y la recuperación de la cetrería en España, formado en Medicina. "Aunque no hizo Biología por consejo de mi abuelo, nunca dejó de agradecer sus estudios, que le permitieron conocer el asombroso mundo del ser humano, como él mismo decía, y extrapolarlo al sistema vivo", explica su hija, que destaca sobre todo su faceta como divulgador, siempre con el afinado rigor científico que le caracterizaba. "Fue el primer gran comunicador de la vida en este país,pionero en los medios; siempre decía que el sabio no era él, sino otros". Más allá de la archiconocida -y necesaria- Enciclopedia Salvat de la Fauna, y la Fauna Ibérica, y de los programas que lo popularizaron en TVE bajo el título El hombre y la tierra -rodados en color, cuando predominaba el blanco y negro todavía, en las listas de lo más visto durante ocho años-, el libro homenaje a su padre rescata principalmente la parte más radiofónica, sin olvidar la televisiva y la editorial, así como sus colaboraciones en medios, charlas e incluso sus cartas. "En principio podría haber sido una biografía, pero acababa de publicar una segunda revisión de la que ya había. El libro quiere sacar a la luz partes desconocidas de mi padre, como sus pensamientos humanistas, ya que solo se conoce la punta del iceberg", confiesa, aunque se recogen los magníficos dibujos de los cuadernos de rodajes del famoso programa, de la editorial Marín, iniciados por Félix y terminados por artistas profesionales. 

"Ver el mundo a través de sus ojos era la bomba", añade Odile. Abrir cualquiera de las páginas de Félix. Un hombre en la tierra es recordar, en un solo golpe de vista, tres décadas intensas de amor hacia la vida. "Yo creo que el sabía que era un 'cuentacuentos', un chamán. Me sorprende cómo sigue impactando su legado, cómo a la gente le cambia la expresión de los ojos cuando habla de mi padre, incluso algunos que me dicen que le recuerda a la tortilla de patatas que iba a cenar mientras compartían las escenas de los documentales con la familia alrededor del sofá", bromea. "Con cualquier especie de la que hablase, aunque fuera del lirón careto, se subía el volumen de la televisión; se acercaba de una manera mística y trascendental, y no tan fría como se había visto". Todo perfectamente 'aderezado' e introducido, de manera indeleble incluso para generaciones posteriores, con la sintonía de Antón García Abril. "En su contexto, finales del Franquismo y principios de la Transición, fue pionero a la hora de dar protección a las aves de presa, cuando el uso de cebos era legal y existía la Junta de Extinción de Animales Dañinos, por lo que se recompensaba a todo aquel que acudiera con restos de un depredador", recuerda Odile. "En un momento en que se primaba el Desarrollismo, él hablaba de nuestra identidad en perfecto castellano antiguo", insiste. A la misma altura del francés Jacques-Yves Cousteau -a quien conoció personalmente- y el popular científico británico David Attenborough, Félix Rodríguez de la Fuente fue el primero en muchas cosas que han llegado intactas hasta el día de hoy. "Ahora creo que se echaría las manos a la cabeza con los medios actuales, donde parece una quimera salir hablando de naturaleza", lamenta su hija menor. "La BBC nos miraba con lupa por aquel entonces", insiste, echando en falta esa "preocupación" por conservar el legado de su padre. 

"Tengo la misma pasión por la vida y la naturaleza que tenía mi padre". Además, Odile y Félix comparten el amor por la lectura, explica ella, que ha estado quince años al frente de la Fundación dedicada a conservar el legado de su progenitor, y que dio un bajón a raíz de la crisis de 2018. "La mejor manera de mantenerlo es esa gente que quedó 'tocada' por mi padre, por su visión de sostenibilidad, ya que el cambio de conciencia no puede imponerse por obligación", reconoce. Y por la influencia del naturalista en el movimiento ecologista. "Hay muchos grupos extremos que enjuician mucho, con lo que no se puede avanzar; mi padre seducía", comenta. "La actual situación parece ser solo el principio, queda claro que el cambio climático está por encima de la pandemia", insiste. "Es sorprendente que una entidad que ni siquiera está viva haya puesto en jaque a todo un sistema socioeconómico que no debe olvidar su conjugación con la preservación, eso es más importante que recordar a mi padre", concluye Odile. En manos de la sociedad queda la herencia de un grande, ahora, más necesario que nunca.

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