CASTELLÓ. Menos mal que nuestras madres siempre nos han dicho que no tiremos nada. No son pocos los que decidieron hacerles caso cuando la música dejó de escucharse en casetes y el walkman se volvió, para algunos, otro trasto más. Entonces, muchos visionarios -o mejor dicho, nostálgicos- prefirieron guardarlos ante la incapacidad de deshacerse de aquel aparato que tanto les había dado. Y es que en realidad, la música en casetes nunca ha dejado de hacerse. Lo único que, con la llegada del sonido digital, se convirtió en un objeto casi de coleccionismo. Solo se utilizaba en el mercado más underground.
Pero, ¿por qué decimos que, quizás, quienes lo guardaron fueron visionarios? Porque al igual que el vinilo en su momento, el casete experimenta su particular 'boom'. Una vuelta a nuestras vidas que, aunque tanto discográficas como músicos coinciden en que no pegará tan fuerte como los vinilos, para muchos se está poniendo por delante hasta del propio compact disc. "El casete está viviendo incluso una inflación en los precios. Lo normal es que cuesten entre cinco u ocho euros, pero hay grupos como Dover que están sacando material por 15 euros", apunta el músico de Castellón Gavin Brenes.
El mítico grupo madrileño acaba de lanzar una reedición de su primer disco Devil Came To Me que tan solo contará con 100 copias. Pero, no son los únicos. Durante el año pasado, artistas internacionales como Selena Gomez, Dua Lipa y Lady Gaga se animaron a lanzar sus últimos temas en casetes. En el caso de esta última, consiguió que su reedición de Chromatica fuera la más vendida de Reino Unido, con catorce mil copias vendidas. Ocho mil de las cuales fueron, además, compradas durante su primera semana.
¿Podría, con el impulso de artistas tan escuchadas, tener el casete mayor recorrido? Para Jaume Ibars de Polze de la Mort, "el casete está condenado a morir". Sin embargo, la pandemia ocasionó, además de un auge, un cierto hartazgo tecnológico que ha provocado que cada vez más personas se animen a desempolvar sus casetes y vinilos. También músicos de todos los estilos y edades están haciendo lo propio.
Desde la escena local, la banda Montefuji ha decidido darle otra vida a su último trabajo Di que has llegado con una tirada corta de 24 casetes, que ellos mismos han elaborado. "Dicen que el formato disco está muerto, que ahora se consumen canciones sueltas. Nosotros hemos decidido hacer justo lo contrario. Presentamos un trabajo de larga duración con diez temas. Lo publicamos en CD y ahora encima en casete, con cinco canciones por cara." Para Gavin Brenes, guitarrista del grupo, este formato no tendrá mucho recorrido, pero está ayudando a muchos artistas a darle un impulso más a su trabajo.
De hecho, si por algo el casete está calando poco a poco es porque es la herramienta idónea para aquellos músicos que están empezando. En su caso Montefuji lleva décadas tocando, pero la cantante Xènia Rubio apenas lleva un año. Esta artista de La Vall d'Uixó siempre se ha declarado fan de los 80, pero ahora ha ido un paso más allá con el lanzamiento de los casetes de Esfera, el que es su primer EP. "Ya nadie escucha discos, el que quiere se pone la música en Spotify o Youtube. Por eso, la música en físico es ya simbólica. En mi caso opté por hacer un casete de la mano de Duelo, porque como solo tengo cuatro canciones, el vinilo se me hacía cuesta arriba", explica.
Xènia nutre Esfera no solo de música, también de pegatinas y un pequeño fanzine con el que da aún más alas a su imaginación y sus canciones. Para Futuras Licenciadas, sello encargado de editar su trabajo, lo mágico de los casetes es que "no solo compras música, sino todo lo que hay alrededor. Cada uno tiene su propia historia". "Por ejemplo, en el que hicimos para la cantante Julia Amor, incluimos además de un libreto con las letras, unas ceras para colorear el casete. La edición fue de 30 unidades y se agotaron en un par de días. De hecho nos han pedido que hagamos otra tirada con las mismas copias y ya para Xènia la hemos hecho directamente de 50".
Por todo esto, el casete gusta. A parte del romanticismo que hay tras él. O como algunos llaman, el fetichismo musical y esa manera simbólica de entender la música con el tacto. El casete, que parecía cosa del pasado, está sirviendo para que el formato físico continúe agarrado al presente. Por un lado porque no genera muchos costes en el cantante y, por otro, porque tampoco al consumidor le supone una alta inversión. Y es aquí, donde podría estar la clave de su supervivencia. Como apunta Brenes, si el casete no aspira a competir de la misma manera que lo puede hacer un CD o un vinilo, se le augura mucho futuro. "Los casetes se recuperaron porque muchos grupos querían tener algo en físico que no les supusiera muchos costes. Por eso se optó por lanzar casetes que iban acompañados de un código de descarga. Tú lo comprabas para colaborar con el grupo, pero después la música la tenías en internet. Ese es el origen del revival. El problema es que ahora se está poniendo de moda y están hinchando los precios, con lo que se pierde el origen que ha dado lugar a este resurgir. Que no ha sido otro que el hecho de que sea económico y fácil de coleccionar".
De este equilibrio depende que el casete continúe siendo un objeto de coleccionismo, pero además un nuevo impulso para el mercado físico. Que como refleja el último Anuario SGAE de las Artes Escénicas, Musicales y Audiovisuales, ya en 2019 el mercado digital concentraba más de un 60% del dinero recaudado durante todo el año.