La banda australiana, lo mejor que han dado las antípodas desde AC/DC visita València por primera vez este martes
VALÈNCIA.-Uno de los tópicos más viejos y falaces del manual del crítico gafapastoso de música pop es el que asegura que lo que AC/DC grabó en los 80 carece de interés. Y es que, al margen de que fueron esos discos y el seguimiento que tuvieron por millones de chavales de todo el mundo los que posibilitaron que la banda siguiera actuando hasta ser finalmente aceptada por el mainstream (y que ellos hayan acudido finalmente a verlos a algún estadio a precios desorbitados cuando, ahora sí, lo que producen ya carece de energía e interés), aquellos temas se convirtieron en el epítome de lo que hoy en día se entiende por hard rock: guitarras afiladas, riffs reiterativos y adictivos, y estribillos para cantar a coro en forma de celebración colectiva.
Ya entonces, centenares de grupos trataron de replicar aquella fórmula con ligeras variaciones y éxito diverso (cuántas veces hemos oído eso de “suena a AC/DC) y así ha seguido siendo hasta hoy, independientemente de las modas que haya intentado imponer las corporaciones de la industria musical. No obstante, de todas ellas, si una se ha hecho un hueco destacado en la escena rockera mundial, esa ha sido la de Airbourne.
Australianos como sus mentores (seguir la estela de AC/DC es una de las salidas de negocio más explotadas en las antípodas a la vista de los grupos aussies —Jet, The Casanovas, The Deep End, etc. — que replican o han replicado el sonido de los hermanos Young) y liderados también por dos hermanos (en este caso los O’Keeffe, vocalista y guitarra Joel, Batería Ryan), Airbourne apostaron claramente por el lado más rudo, simple y directo de aquella fórmula de AC/DC y su éxito es la prueba de que aquel sota, caballo y rey del rock n’ roll era una jugada ganadora. La banda descargará en Repvblicca el próximo martes día 2 con los también australianos Desecrator como teloneros (24 euros en taquilla, que los valen con creces).
Running Wild (popularizada recientemente en España como sintonía del programa de radio y YouTube ‘La Vida Moderna’ de David Broncano) y Too Much, Too Young, Too Fast fueron las cartas de presentación de su álbum de debut. No era para menos, el video de la primera contó con la presencia de Lemmy 'Motorhead' Kilmister quien no apadrina a cualquiera. con el que se hicieron de golpe un importante hueco en la escena rockera internacional que se ha ido agrandando disco tras disco, merced a una relativa regularidad en la calidad (aunque el segundo No Guts No Glory, supuso un ligero descenso, el tercer Black Dog Barking los reimpulsó y Breakin' Outta Hell en 2016 mantiene el tipo) y unos directos espectaculares.
Con una puesta en escena consistente en un frontman histriónico y enloquecido, y unos escoltas al bajo y la guitarra rítmica que se mueven coreografiados como sendas perforadoras petrolíferas, sus shows suponen un despliegue de humor y energía como pocas bandas ofrecen en la actualidad. Y eso, rock puro y duro sin trampa ni cartón, es lo que traen a hora a València por primera vez, en unos de los conciertos internacionales de rock más importantes que recibe la ciudad en muchos meses si nos atenemos a grupos al alza y no a la baja (casi habría que hablar de años, pues desde la visita de Dream Theater en 2003 qué grupo de rock al alza ha pisado València). Sin duda una cita a no ignorar, aunque siempre pueda uno esperarse verlos a que la banda reciba la bendición del mainstream , sus miembros ronden la cincuentena (o más), las entradas valgan cerca de 100 € y el rey Felipe VI nos acompañe en el palco VIP. Es lo que se lleva ahora.