Qué suerte para los que vivimos en la zona que Rocío López y Enrique Campos no decidieran abrir su segundo restaurante en El Cabanyal, tal y como pensaron al principio. A los dos, con raíces en el barrio marinero, se les pasó por la cabeza, pero finalmente ganó el pulso el primogénito y optaron por quedarse cerca de casa y también del Camaleón, el bar que todo el mundo conoce en varios kilómetros a la redonda por su terraza –la mejor de toda la contorná–, su insuperable menú y esa cocina rica que ha hecho que en cuatro años y medio, lo tengan lleno en cada servicio. "El problema de espacio y el volumen de trabajo que tenemos en Camaleón, nos hizo plantearnos buscar un segundo local. Muchas veces queremos hacer cosas en Camaleón pero la dimensión de la cocina no nos deja y este local, con una cocina y un almacén grandes, nos va a permitir hacer todo lo que no podemos allí", explica Enrique.
Me dio pena cuando vi que Montes, el restaurante que durante años ocupó el local donde hoy se ocupa Ardacho, colocó el cartel de 'Se Traspasa'. Montes era un histórico que llegó a ser Bib Gourmand (la antesala de las estrellas Michelin). Pensé que lo sustituiría una de esas cadenas sin alma que tanto abundan en el centro. Qué alegría cuando mi peluquera me puso al día y me contó que eran los del Camaleón sus nuevos inquilinos.
Ardacho está dando sus primeros pasos –abrió el pasado 16 de noviembre– pero ya ha cogido carrerilla y sigue la senda de su hermano mayor. Es complicado conseguir mesa prácticamente desde que empezaron (en la media hora que dura nuestra entrevista, entran tres personas para intentar reservar). El trabajo de Enrique y Rocío en el Camaleón es su mejor carta de presentación, pero Ardacho cuenta con varios ases más en la manga. Es muy llamativo el interiorismo –elegante y acogedor–, a cargo del estudio de arquitectura Arqueha y la decoradora Verónica Corral, responsable también de Apapacho. Y algo de culpa de su inminente éxito la tienen esas grandes cristaleras que invitan a entrar. Un precioso envoltorio que no tendría nada que hacer si lo de dentro, lo importante, no valiese la pena. Y lo importante siempre es la comida.