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Trivial del Tulsa

Así son las batallas de eruditos que animan las noches de los martes en Benimaclet

Hace diez años, el escritor Joanjo García impulsó la celebración de este tipo de encuentros, que reúnen semanalmente a un nutrido grupo de participantes con un elevado nivel cultural

21/04/2022 - 

VALÈNCIA. Los Farándulas aproximan sus cabezas al centro de la mesa y deliberan en susurros. Escanean su memoria, elaboran hipótesis y comparten argumentos con expresión seria y reconcentrada. El tiempo corre; apenas tienen un par de minutos para plasmar su respuesta en la plantilla de papel antes de que Joanjo García, maestro de ceremonias, pase a la siguiente pregunta. 

Es martes y estamos en el ya célebre Trivial del Tulsa, una versión casera y multitudinaria del clásico juego de mesa Trivial Pursuit que ha ido ganando adeptos en València hasta convertirse en un pequeño fenómeno social que abarrota cada semana el bar Tulsa del barrio de Benimaclet. Todo empezó hace diez años cuando Joanjo regresó de Barcelona para estudiar oposiciones en València, su ciudad natal. “Decidí importar la idea de juego colectivo de cultura general que había conocido en el bar La Tapilla Sixtina de Barcelona, que tenía mucho éxito. Empecé a idear el formato y a preparar las primeras preguntas durante mis días de descanso de las oposiciones”, nos cuenta este profesor y escritor de 44 años, autor de novelas como Quan caminàrem la nit (Premi Enric Valor 2012, Tota la terra és de vidre (Premio de Narrativa Antoni Bru) y El temps és mentida (Premio Ciutat de Alzira, 2015). “Mi principal fuente de información para elaborar las preguntas es Wikipedia, y no es tarea fácil porque nunca se repiten las preguntas y la gente exige que haya un nivel de dificultad muy alto”.

Después de ajustar el formato inicial eliminando los aspectos que menos funcionaban y añadiendo otros, el Trivial que se juega en estos momentos consta de cuatro rondas de diez preguntas cada una. Primero se formulan las de actualidad, después las de cultura general, a continuación las Preguntas Pro (el más difícil todavía) y por último un apartado en el que los participantes han de averiguar, a partir de un audio, a qué película pertenece un diálogo o a qué artista pertenece una canción. Joanjo, de pie junto a un proyector, lee en voz alta las preguntas y lanza imágenes para aquellas que requieren reconocer el autor o la autora de un cuadro, la vista aérea de una ciudad o a un personaje determinado (por ejemplo, una foto de infancia de Ratzinger). 

Foto: EVA MÁÑEZ

“De quin personatge (molt controvertit en la seua època) va dir Marx que fou el primer economista alemany, donats els seus estudis sobre la usura i el préstec?” (Lutero) “Quina ciutat, seu d’uns jocs olímpics, fou fundada el 1835 per un rei de la dinastía Saboya després de la fusió de dues viles? (Albertville). Digamos que el nivel de exigencia es elevado –“más que en concursos televisivos como Saber y Ganar y Alta Tensión”- y no solo requiere conocimientos sino capacidad de deducción y trabajo en equipo. “Muchas preguntas requieren ordenar, relacionar o incluso descifrar el texto para averiguar qué se está pidiendo exactamente. Están pensadas para fomentar la participación colectiva”, explica Joanjo, que lleva una década dedicando una media de ocho horas semanales a este hobby personal que se ha convertido en una faceta importante en la vida social de muchas personas. “Hay parejas que se conocieron aquí y ahora tienen hijos juntos -señala-. Aquí ya se conoce casi todo el mundo y, aunque hay mucha competitividad, el ambiente es de mucha cordialidad y juego limpio. Por ejemplo, no hace falta controlar que nadie haga trampas mirando el móvil. Es una cosa que no ocurre. Yo creo que este Trivial triunfa porque haces una cosa diferente con tus amigos. Conforme dejamos la infancia y nos hacemos adultos, perdemos la costumbre de jugar con amigos, que es algo muy importante”. 

Son muchos los jugadores que han seguido fielmente al Trivial allá donde se ha celebrado a lo largo de todos estos años. Empezó en El racó de la Corbella, ubicado en la plaza de El Pilar; después se trasladó a un local del barrio de Ruzafa, para trasladarse posteriormente al Musical, en Benimaclet, donde nunca bajaban de los ochenta participantes. Desde hace varios años, la casa del Trivial es el Tulsa. 

El número de equipos es ilimitado hasta cubrir el aforo del local, pero no debe haber más de ocho jugadores en cada uno de ellos. La entrada al evento -para el que conviene reservar previamente plaza a través de la página de Facebook del Tulsa- tiene un precio de 5 euros: tres de ellos son para la consumición, otro para la financiación del proyecto y el último para el premio. El equipo que gana se lleva el bote; una cantidad que no suele dar para mucho más que unas rondas de cervezas. Pero poco importa, porque aquí la motivación principal es la demostración de pericia y conocimientos. 

Personas muy inteligentes, cultas y con un alto nivel de autoexigencia

“El perfil de jugadores es bastante concreto -explica Joanjo-. Son personas muy inteligentes, muy curiosas y con un nivel cultural muy amplio y variado. Vienen desde estudiantes universitarios hasta jubilados. Digamos que la media de edad son unos 40 años, y el perfil profesional más abundante es del de profesores universitarios y docentes en general”. “El juego se toma muy en serio, y si alguien detecta alguna cosa que no le cuadra en una pregunta, indaga lo que haga falta para comprobarla por su cuenta una vez ha terminado el juego. Si hay que bajarse la Constitución canadiense para comprobar un dato y zanjar una discusión, se baja” (ríe).

Foto: EVA MÁÑEZ

Junto a la barra destaca la mesa de los "Sense Vergonya", conocidos por las suculentas cenas de comida casera que traen en tápers para consumir mientras juegan (los que mejor se lo montan, vaya). En la mesa más cercana a la puerta del local están los Morralla, veteranos y difíciles de ganar. Está formada, entre otras personas, por dos profesores de la Facultad de Economía (uno de Matemáticas y el otro de Finanzas), un químico y un trabajador de Sanidad. 

En la mesa de los Farándulas encontramos a un traductor, un profesor de Finanzas de la Facultad de Economía, un licenciado en Historia que trabaja como docente en un centro concertado y un trabajador de la Conselleria de Educación. “Nos conocimos aquí, en el Trivial. De hecho, pertenecíamos a otros equipos al principio. Es habitual que algunos grupos muten y vayan desapareciendo, de modo que los jugadores que quedan se van acoplando en otros equipos”, explican. “Nuestro punto fuerte son las humanidades; las ciencias nos salen bien, pero sobre todo cuando viene un compañero que es físico. Nuestro talón de Aquiles quizás es la última ronda de películas y canciones, porque nuestros expertos en la materia hace tempo que no pueden venir”. Tras observar la deportividad teñida de inquietud que muestran tras haber dejado pasar una respuesta que tenían en la punta de la lengua, les preguntamos: ¿Se consideran personas muy autoxigentes? “Mmmm, sí, la verdad. Desde pequeño”, contesta uno de ellos. Todos asienten y reconocen que muchas veces se llevan los fallos a casa, rumiando cuáles deberían haber sido sus pasos deductivos; tratando de localizar el error para enmendarlo el siguiente martes. 

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