VALÈNCIA. El filósofo Søren Kierkegaard escribió que “Todos los días me encamino andando a un estado de bienestar y me alejo de toda enfermedad. Andando me he encaminado a mis mejores pensamientos, y no conozco ningún pensamiento tan pesado que uno no pueda alejarse andando de él”. Sigrid Nunez en El amigo le coloca a uno de los personajes la imperiosa necesidad de caminar para poder escribir. En el Ulises de James Joyce el autor apunta que: “Caminamos a través de nosotros mismos, encontrando ladrones, fantasmas, gigantes, ancianos, jóvenes, esposas, viudas, hermanos enamorados. Pero siempre encontrándonos a nosotros mismos”.
David Le Breton en Elogio del caminar (Ediciones Siruela) arranca con este bello y reivindicativo párrafo: “El caminar es una apertura al mundo. Restituye en el hombre el feliz sentimiento de su existencia. Lo sumerge en una forma activa de meditación que requiere una sensorialidad plena. A veces, uno vuelve de la caminata transformado, más inclinado a disfrutar del tiempo que a someterse a la urgencia que prevalece en nuestras existencias contemporáneas. Caminar es vivir el cuerpo, provisional o indefinidamente. Recurrir al bosque, a las rutas o a los senderos, no nos exime de nuestra responsabilidad, cada vez mayor, con los desórdenes del mundo, pero nos permite recobrar el aliento, aguzar los sentidos, renovar la curiosidad. El caminar es a menudo un rodeo para reencontrarse con uno mismo”. No es extraño entonces que en la tradición japonesa del shinrin-yoku siga viva.
El shinrin-yoku o “baño en el bosque” es la práctica de internarse en lo más profundo de la frondosidad vegetal para impregnarse de las propiedades que tiene estar inmerso en las visiones, los sonidos y la percepción de la naturaleza. En la experiencia humana es universal la veneración de la naturaleza como elemento fundamental de la vida, como forma de conectarse con uno mismo para poder volver a la sociedad.
Estamos hechos para caminar. Somos probablemente los mejores caminadores entre los seres vivos. Nuestro bipedismo nos permite alcanzar el doble de distancia que un chimpancé, que se asemeja a nosotros en un 99 % del ADN, con la mitad de calorías. Además, con las extremidades que nos quedan libres, podemos cargar bebés, procurarnos alimentos, llevar agua y cada vez más, usar Google Maps. Pero no es necesario.
Continúa Le Breton: “La manera en que se denigra masivamente el caminar en su uso cotidiano y su revalorización paralela como instrumento de ocio son hechos que revelan el estatuto del cuerpo en nuestra sociedad. El vagabundeo, tan poco tolerado en nuestras sociedades como el silencio, se opone así a las poderosas exigencias del rendimiento, de la urgencia y de la disponibilidad absoluta en el trabajo o para los demás (convertida, con la aparición del teléfono móvil, en una caricatura)”.
Shane O’Mara, profesor de Investigación Experimental en el Trinity College de la Universidad de Dublín, explica en Elogio del caminar (Anagrama Argumentos) que contamos con una red GPS “integrada” en el cerebro y que hace posible ese movimiento coherente y dirigido del cuerpo que conocemos como caminar. “Ese sistema GPS cerebral se encuentra en especies ampliamente divergentes: está conservado por la evolución. (…) Los sistemas de orientación, cartografía y memoria del cerebro se hallan tan interrelacionados que son casi lo mismo. La capacidad de dirigirse andando a algún sitio depende del sistema de orientación cerebral, u, por otra parte, la propia actividad de andar proporciona una gran cantidad de información constante a los sistemas de cartografiado y orientación del cerebro. Se trata de sistemas que se enriquecen y refuerzan mutuamente”.
Distintas investigaciones diagnostican que estamos evolucionando hacia una memoria transactiva, aquella que forma recuerdos colectivamente —traducido en cuanto a mapas online como el conjunto de reseñas, marcadores y waypoints que utilizamos en nuestro día a día—. El término, acuñado en 1985 por el psicólogo David Wegner, demuestra que en un grupo de trabajo un experto en una materia se despreocupa de retener otro tipo de conocimientos que sabe posee otro miembro del equipo.
Este cambio no es de por sí negativo. A cada época, sus formas. Pero, ¿junto a quién en la red, estamos creando y almacenando esa memoria? ¿Confundimos mapa con territorio? ¿Confiamos en que nuestra proximidad esté trabajada desde la visión siliconizadora del mundo?
La forma en la que aprendemos a orientarnos en nuestro territorio tiene que ver mucho sobre la memoria autobiográfica, pero esa memoria requiere la experimentación, el ensayo y error y posterior aprendizaje. Si esta actividad la confiamos exclusivamente a las pantallas, eliminamos el componente de juego y por tanto, de memorización.
En Rethinking GPS navigation: creating cognitive maps through auditory clues una investigación de Mar González-Franco y sus colegas, publicada el año pasado en Scientific Reports, los investigadores el uso y abuso de los sistemas de navegación digital constituyen una forma pasiva de orientación que no contribuye al aprendizaje espacial y que tiene un impacto nocivo en las habilidades de navegación y cognición de los seres humanos.
Para Henry Thoreau, uno de los filósofos más fanáticos del caminar, con varios ensayos publicados al respecto, “el aburrimiento no es sino otro nombre de la domesticación”. Hay algo de servil en la costumbre de buscar una ley a la que obedecer, y las indicaciones de Google Maps, que son consecuencia del trabajo de algoritmos, son leyes que no emanan de la acción humana.
¿Qué diría Thoreau de películas como Nine Lives, de Kenny Tan? Este film fue la primera película hecha específicamente para el sistema de película GPS, es decir, un tipo de cine concebido para los dispositivos móviles que se basa en la ubicación del espectador. “El GPS Film ofrece una nueva herramienta para permitir que las películas se construyan de una manera única para la cultura del teléfono móvil”, declaró el artista digital Scott Hessels en la primera década de los años 2000. Pese al entusiasmo del equipo de Nine Lives, no han sido muchos los títulos cinematográficos realizados con esta técnica. Quizás los humanos necesitamos estar bien orientados en la trama.