23 años después del estreno del film y del primer disco de los británicos, el oportuno maridaje se presentará en el Teatre El Musical
VALÈNCIA. 1995 fue un año clave para las calles francesas. Jacques Chirac sería elegido presidente de la República y su primer ministro Alain Juppé presentaría pocos meses después una de las iniciativas más contestadas por al sociedad francesa de las últimas décadas. Las clases populares y los movimientos contra el neoliberalismo ya llevaban dos años calentando el ambiente. La fractura social estaba ahí, y de repente todo implosionó. En ese contexto social, a pocas semanas de esta implosión, Mathieu Kassovitz estrenó en el Festival de Cannes, El Odio (La Haine), una historia sobre tres jóvenes de un barrio marginal que presencian el abuso policial contra otro amigo suyo y sobre toda la violencia que les rodea en 24 horas de su vida. El film ganó el premio a Mejor Dirección del festival, pero sobre todo, agitó la conciencia de una clase media acomodada que vivía de espaldas a todo lo que estaba pasando en los suburbios de las ciudades.
En el mismo año pero diferente espacio, concretamente en Londres (Reino Unido), el britpop gozaba de gran salud a base de alimentar la eterna pregunta de si Oasis o si Blur. Y Asian Dub Foundation publicaban su primer LP, ya con dos años de carrera a sus espaldas. Se llamó Facts and Fictions y se distinguió por la mezcla de ritmos jamaicanos como el dancehall impresos con la denominación de origen de la electrónica londinense. ADF popularizó un sonido diferente al dominante, con letras y ritmos que surgían de los callejones y de una contestación más genuina que el simple relevo generacional que se vivía en el pop. El Odio y Asian Dub Foundation coincidieron en el tiempo y aunque no tanto en el espacio, sí en el contexto de una gran ciudad que se encontraba partida por la mitad, en la que los privilegios y las miserias nunca se encontraban. Este sábado, los dos proyectos se maridarán entre ellos en Teatre el Musical: la banda británica lleva desde 2012 rodando un show en el que proyectan la película y tocan en directo una banda sonora reimaginada y compuesta para la ocasión. Steve Chandra, guitarrista de la banda y Eduardo Guillot, programador de la Mostra de València y crítico de cine, hablan para Cultur Plaza sobre la importancia de la película, su vigencia, las sinergias con ADF y el sentido del proyecto.
El odio fue en su día una historia de acertadas coincidencias, tal y cómo se entiende del relato ya contado. Según Eduardo Guillot, la relevancia de la película desde el mismo año de su estreno se debe a que “Kassovitz supo capturar el espíritu del momento gracias a una historia realista (de hecho, se inspiraba en un hecho real), conectada con la calle y con la que la gente de clase obrera que vivía en las banlieus de la periferia de París se podía sentir plenamente identificada”. Pero también que “en pleno esplendor del cine posmoderno, con la publicidad y el videoclip convertidos en referentes de primer orden para muchos cineastas jóvenes, fue capaz de narrarla con nervio, pero también con cierta sobriedad clásica, utilizando muy a menudo el plano fijo o el travelling”. Eso hizo que el carácter atemporal del film se lo otorgara un equilibrio entre la historia y la puesta en escena que el director cuya excepcional ha acabado resignando al realizador francés, que admite a viva voz que nunca hará una película tan excelente.
Para Steve Chandra pesan más otros elementos que tal vez se intuyen cuando se lee de una manera más diagonal en la historia. Elementos como la metareflexión de que un film sea el que exponga a una parte de la sociedad francesa que se está olvidando de lo que le pasa a otra parte con la que se supone que convivían. El odio habla desde las periferias a la gente del centro, para decirles que no hay centro ni periferia la una sin la otra. Esta brecha se ha mantenido en el tiempo y sigue más vigente que nunca, con una creciente brecha social que reflejan los datos pero que no se representa con el rigor y la sensibilidad adecuada.
Cuando a Asian Dub Foundation le ofrecen este proyecto, es cuando el mismo grupo se da cuenta de los caminos paralelos que les relacionaban con el film francés. Y tras años sin actuar en directo, se tiraron a la piscina. La primera vez que presentaron el proyecto, lo quisieron hacer en una barriada londinense en el que meses atrás se habían producido importantes revueltas. "La policía intentó impedir el espectáculo porque decían que era provocativo. ¡Por supuesto que era provocativo, pero no pasó nada!", cuenta el guitarrista. El espectáculo del sábado encontrará con El odio a una banda que, según Guillot, “se podría considerar el correlato musical de la película, tanto por su carácter multicultural como por el contenido reivindicativo de su propuesta sonora, por lo que parece la más adecuada para un espectáculo así”.
Y siendo sensibles a este punto de encuentro, el proceso creativo de la banda, que conocía otros proyectos similares, ha sido completamente innovador. Primero, porque durante el metraje no hay mucha música, a excepción de algunas escenas muy concretas, y eso les permitía jugar mucho con la presencia de un espacio como un barrio que ya es potencialmente muy sonoro. Segundo, porque han estudiado tanto cuándo poner música como cuándo no hacerlo, respetando así la tensión narrativa del film. Y tercero, porque la música original poco tiene que ver con su propuesta, que es en realidad una evolución a cantantes como Bob Marley, que firma la canción de los títulos de crédito.
El espectáculo del sábado no es tanto producto de la nostalgia como de la recuperación de una historia que casi 14 años después sigue sirviendo de ejemplo de la ciudad, las periferias, las razas, la policía y otras tantas cosas. Las revueltas de París de las pasadas semanas, encarnadas en la figura del chaleco amarillo, hacen de este "el momento perfecto" -según Chandra- para revivir esta propuesta, que lleva ya seis años en gira. Y aunque al guitarrista le cuesta ser optimista sobre el futuro de la sociedad, confiesa que cada vez que ve la película le nota "un aire mucho más optimista, porque en realidad habla del poder de las amistades en los barrios".
El odio-Asian Dub Foundation. Londres-París-Cabanyal. 1995-2018. Todo junto hace entender mejor la violencia de las imágenes, que son en realidad la violencia vital que imprime la rutina de las clases populares.