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PLUMAS Y GORJEOS

Aves cantoras en tu zona: lo que el trino de los pájaros cuenta sobre nuestra vida

11/07/2022 - 

VALÈNCIA. En ese nebuloso periodo de nuestro pasado reciente que los libros de texto recogerán como ‘confinamiento’ hubo un fenómeno que reconfortó las mañanas de muchos ciudadanos encerrados en sus casas. Ante el silencio imperante en las calles por la falta de tráfico y el cese de otras actividades humanas ruidosas, un buen puñado de aves se reportaron en nuestra zona cada día más cantadoras. De repente, en medio de la abulia imperante, descubrimos que teníamos unas vecinas aladas trinando con entusiasmo. Y no es que esas tórtolas, lavanderas o gorriones hubiesen llegado para hacer nuestra cuarentena más amable, sino que llevaban allí desde siempre. Simplemente, los decibelios cotidianos nos habían impedido escucharlas en todo su esplendor.

Esas semanas de barrios desiertos terminaron, pero el interés por los habitantes emplumados de nuestro entorno ha seguido creciendo. Prueba de ello son dos proyectos que toman a los pájaros en general y, a su canto en particular, como eje de acción. Por un lado, encontramos Cientos Volando, que pretende trazar un mapa sonoro de València a través de los trinos de las aves que habitan en cada barrio. Esta propuesta participativa, integrada en la programación del Centre del Carme, anima a la población a grabar y enviar audios aviares para generar un atlas de los animales alados más comunes en cada distrito.

Por otro lado, en el marco del ciclo Presentes Densos puesto en marcha por el IVAM, encontramos la iniciativa para escuchar, grabar y retransmitir el Coro del Amanecer, o lo que es lo mismo, el canto matutino de los pájaros al comenzar un nuevo día. En este caso, el evento se realizó el pasado mes de mayo en l’Albufera y reunió a un buen grupo de fanáticos de los seres emplumados: “allí nunca hay silencio total, siempre se escucha algún pájaro cantando o vocalizando, por ejemplo, garcetas. Hay un coro permanente, aunque lo más espectacular es el alba que parece una gran fiesta, puede llegar a ser atronador”, señala Kamen Nedev, artista que coordinó la actividad de escucha y registro del coro.

El objetivo del equipo era formar parte del Día Internacional del Coro del Amanecer, un evento que se inició en Inglaterra en 1984, celebrado el segundo domingo de mayo. Desde 2014, el colectivo SoundCamp organiza Reveil: una emisión en red del Coro del Amanecer de todo el planeta. La iniciativa suele durar algo más de 24 horas, siguiendo el giro de la Tierra por franjas horarias. “Cada paisaje sonoro tiene unas características concretas. En l’Albufera permitía escuchar aves acuáticas, movimientos en el agua con el ruido de las alas…”, explica el responsable de Presentes Densos, Miguel Martínez. Una de las asistentes a este orfeón fue Chiara “me impactó la ausencia de silencio, incluso durante las horas de noche cerrada. En el Tancat de Milia siempre se podían escuchar sonidos de insectos, ranas, peces, etc. La llegada de la luz generó una multiplicación de vibraciones y una explosión de diversidad: siguiendo una especie de orden no escrito, todos los grupos de pájaros se activaban y saludaban el nuevo día. Fue conmovedor”.

Respecto al enclave en el que registrar esta sinfonía, Martínez indica que se eligió l’Albufera “por ser un territorio en el que se materializan los efectos de las transformaciones climáticas que suceden en una escala mundial, pero también en un contexto más local. Queríamos establecer un diagnóstico del parque natural y afinar nuestra sensibilidad para aprender de unos seres muy diferentes de nosotros. Para ello estuvimos trabajando con biólogos y ornitólogos”.

Volviendo a Cientos Volando, descubrir con qué especies conviven los habitantes de Benicalap, Ciutat Vella Patraix o Marxalenes no es solo una cuestión de curiosidad. “La presencia de los pájaros en la ciudad es crucial, como lo es en cualquier otro ecosistema, para que ese ecosistema siga vivo. Nuestro objetivo es visibilizar su existencia y reivindicar que es importante que existan y que sigan cantando. Así, podemos reflexionar sobre otros asuntos como la salud sonora de una urbe: los pájaros adaptan su canto al nivel de ruido del entorno”, apunta Teresa Juan, coordinadoras de Cientos Volando junto a Marco Ranieri. De hecho, su compañero señala que estos animales suponen “uno de los colectivos no humanos más relevantes dentro de nuestros territorios habitados: nos indican niveles de contaminación atmosférica, acústica o lumínica. También nos pueden revelar el estado de la vegetación y la biodiversidad local”.

A la hora de confeccionar el mapa sonoro de Cientos Volando, la ubicación se vuelve un asunto esencial: “pedimos que nos digan dónde han sido grabados esos audios precisamente para poder identificar qué pájaros viven más cerca del río y cuáles se encuentran en el centro, cerca de la huerta o del mar... Más allá de la vertiente artística y poética de este proyecto, esos datos tienen valor científico”, comentan los responsables de Cientos Volando. Durante la primavera, los miembros de la iniciativa realizaron diversos paseos junto al ornitólogo de SeoBirdilfe, Mario Giménez, para conocer a la fauna voladora que habitaba en esa época en la ciudad y, sobre el mes de octubre, se retomarán los caminares para acercarse a las aves que eligen el mediterráneo como refugio en la temporada otoñal: “hay que tener en cuenta las migraciones. Hemos conocido ya a los pájaros que veranean en València y nos faltan los que vienen a pasar las épocas más frías”, comenta Ranieri. Una vez completada la biblioteca sonora a golpe de gorjeo, el colectivo Versonautas tomará como referente esas grabaciones para diseñar una experiencia musical.

Callar para escuchar

Acercarse a esos sonidos implica abrazar el propio silencio. Callarse. Practicar una escucha activa, concienzuda, paciente y calmada. Un asunto que no tenemos muy entrenado en esta época de estímulos constantes. Para Chiara, asistente a Presentes Densos, observar las aves y escuchar sus cantos “representa un ejercicio de atención que nos permite conectar con un ecosistema de manera más profunda. Callar para escuchar es una acción respetuosa si la comparamos con el impacto tan destructivo de nuestra civilización antropocéntrica”.

Por esa misma ruta emprende el vuelo Yaiza Sahuquillo, participante en Cientos Volando: “entre tanto ruido y ritmo frenético de la ciudad, la música de los pájaros urbanos se diluye y apenas somos conscientes de su presencia”. Así, defiende que las aves, “nos pueden enseñar grandes cosas. Si viviésemos sin reloj, serían ellos los que nos ayudarían a orientarnos en el tiempo. El colirrojo, por ejemplo, empieza su jornada una hora y media antes de que salga el sol. Le sigue el mirlo, a una hora del amanecer. Y así, sucesivas especies que mantienen su horario para indicarnos que un nuevo día comienza. Además, cumplen funciones ecosistémicas fundamentales: muchos son insectívoros y comen miles de mosquitos al día ¡Son nuestros aliados!”.

Compartimos nuestro día a día con ellos, pero, ¿conocemos realmente quiénes son esos seres que construyen sus nidos cerca de nuestras paradas de autobús, nuestros bares de cabecera o nuestro horno de confianza? “No somos conscientes. Sabemos que los hay, pero no cuáles son y qué significa que sean esos y no otros”, indica Juan. En ese sentido, Ranieri, destaca el papel de esos seres emplumados en todas esas tareas de “dispersión de semillas y en el equilibrio de la fauna en el ecosistema urbano”. “Hay una diversidad brutal de pájaros urbanos, cada uno con sus hábitos y necesidades. Se pueden aplicar medidas bastante sencillas para ayudarles, pero esto solo surgirá a partir de una concienciación”, subraya Sahuquillo.

Fascinación alada

Estos gorjeos trepidantes llevan cautivando al ser humano desde el principio de los tiempos. No hay más que darse un garbeo por la producción cultural de distintas civilizaciones y latitudes para comprobar que hay algo en esos seres alados y en sus polifonías que nos fascina y nos apela de forma íntima. Así lo cuenta Martínez, para quien el canto de las aves “se escapa del régimen de lo lingüístico: es una vocalización que no podemos entender y que, por tanto, es enigmática y misteriosa, nos maravillan desde un lugar que no tiene que ver con el saber sino con lo hermoso. Es algo vocálicamente muy bello. Percibir esa belleza puede ayudar a darnos cuenta de que merece la pena preocuparnos por esos seres. Es una forma de relacionarnos con el entorno desde lo afectivo y lo artístico”. Por su parte, Teresa Juan confiesa que recibe ese canto “como una orquesta. Pero también es un símbolo literario, poético y metafórico muy potente y que encontramos en muchas creaciones. El pájaro en sí mismo es un animal comparable al ser humano a nivel comunitario y sonoro”.

Y en nidos muy similares empolla su razonamiento Chiara: “la observación y la protección de los pájaros ha tenido un papel muy importante en la génesis de los primeros movimientos ecologistas, pero la atracción del ser humano por estas criaturas es mucho más antigua. En muchas culturas existen mitos, relatos e incluso rituales que giran a su alrededor. Seguimos asociando significados simbólicos a sus cantos, su forma de volar o su aspecto”.

Cuando se habla de pájaros urbanitas, hay quien piensa de forma casi automática en molestias cotidianas, en especies invasoras, en bestias emplumadas indeseables. Cientos Volando se sitúa en el otro lado del espectro y apuesta por una mirada de apasionamiento hacia esos picos y esas colas. “Podemos aprender que cualquier espacio es compartido con un sinfín de especies de animales e insectos – reivindica Sahuquillo–. Las personas, con asfalto bajo nuestros pies, olvidamos fácilmente de dónde venimos y nuestra ecodependencia con la naturaleza. Me gusta pensar que estos animales son una llamada diaria a la reconexión con ellas. Nos piden parar, escuchar, cambiar el ritmo a uno más pausado, más orgánico, más natural. Es cierto que hay alguna especie invasora, pero eso es un perfecto reflejo de nuestra mala mano con la naturaleza y su conservación. Las aves y, en especial, las urbanas, se están viendo cada vez con mayores dificultades para sobrevivir en espacios antrópicos y se está observando un decrecimiento muy rápido de un gran número de especies”.

Ante todo, hablar de aves es, en el fondo, hablar de esperanza, de regreso, de un eterno recomenzar, de un antídoto para el desconsuelo. Bien lo sabemos en Culturplaza, fans fatales de Emily Dickinson cuando dice: “Tengo un pájaro en primavera/ para mí sola canta/ la primavera seduce./Y cuando el verano se acerca/ y cuando la rosa aparece, / el pájaro se va./ Y asimismo no me quejo/ sabiendo que ese pájaro mío/ a pesar de haberse ido/ estudia más allá del mar/ melodías nuevas para mí/ y volverá”.

Inventario de pájaros preferidos:

Aves hay muchas: del mirlo a la garza, de la alondra al chorlitejo patinegro. Entre este plumaje sin fin, consultamos a nuestros entrevistados por sus especies predilectas.

Ranieri: “Mi favorito es el vencejo. Es un pájaro fascinante que apenas se posa; de hecho, duerme volando”.

Juan: “Me encantan los petirrojos desde pequeña. También me llaman la atención las lavanderas, les tengo mucho cariño”.

Kamen Nedev apuesta por “los moritos. En l’Albufera, una colonia de unos mil alzó el vuelo y pasaron en silencio sobre nosotros, fue sublime”.

El vencejo dobla su aparición en este listado con Sahuquillo: “su canto a la mañana y a última hora de la tarde me recuerda al verano. Son preciosos, expertos voladores, y comedores voraces de mosquitos”.

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