A ver. Es que Antiguo Reino no es mi calle favorita para ir de bares
Tal vez sea porque en mi cabeza nunca he identificado esa zona como “barrio”. Realmente no sé por qué es, porque tiene aceras, semáforos, y en algún lugar habrá una pescadería y vivirá gente, pero hay como cierta disociación. ¿No? ¿No os pasa?
Yo sé que es prejuicio infundado mío, pero es como cuando veo a Ojo de Halcón en Los Vengadores, en plan… sí, entiendo que estés ahí, pero claramente no es tu lugar.
Pues estaba yo el otro día en la terraza del Congo, un bar de estos súper antiguos y con soleraza, tipo el Goya, que remodelaron y modernizaron hace unos años. El sitio está aseao-aseao. Me llama la atención que la media de edad, en general, es de gente ya un poquito Corega Forte. Me entusiasma concretamente un señor, que lleva el cuello del polo subido a lo MAM, que es algo que no se veía desde 2006.
Las sillas de la terraza son de loneta, como de director de película antigua, que eso ya denota stylo. Tienen un cartel que canta las especialidades junto a la puerta. Todo clásico, todo apetecible. Bocatas de calamares, ensaladilla, también proponen “conguitos” que aún no sé lo que son. De todas formas, prefiero adentrarme y echar un vistazo a la barra a ver qué onda.
Detecto a una mujer vestida distinta al resto de camareros ¿Una jefa de sala? ¿Una camarera alfa? Me da lo mismo, porque en la vitrina de la barra hay, no una, sino dos bandejas de alcachofas. Me pego como un Garfield con ventosas a la ventanilla de un coche. Intento que la cocinera me explique como están hechas pero la veo muy ocupada, así que vuelvo a la terraza con las ideas un poco más claras.
- ¿Qué has pedido?
- Pues un poco de todo. La barra daba bastante juego.
Llegan a la mesa una ensaladilla y unas albóndigas. No sé por dónde empezar porque todo tiene pintaza. Me decido por las albóndigas, y…oh, sorpresa. La salsa no es la típica salsa tomatosa albondiguera. Esto es más como una especie de caldo de cocido reducido, o con maicena o algo. Creo que tiene un puntito a azafrán, es muy interesante, están realmente gansas. Si vuelvo, me las volveré a pedir.
La ensaladilla en cambio, bueno. La ración muy generosa, eso sí, con tres tostaditas de pan puestas como las chimeneas del Titanic. Lleva piparras, pero hay algo que se pasa de avinagrado. Meh. ¿Será el caldito de la piparra? ¿Lo habrán echado encima? No sé, el resto normal, cremosa, patata, zanahoria, mayonesa, canonic little salad, pero ah, ese ácido me lo jode.
Ojo. Las alcachofas aparecen ante mí, a cámara lenta, con la musiquilla de cuando Gladiator va por el campo acariciando la hierba alta. Sé que son las últimas de este año, sé que es una despedida. Vienen sobre un escubidubi de salsa romescu, que está muy bien, pero al que obviamente no hago ni puto caso, porque voy directo hacia ellas.
Tiernas. ¿Horno? No parece, tal vez confitadas, o hervidas y con un último golpecito de calor. Protones de jamón por encima, chorrito de aciete, sal, todo maravilloso. Debería comérmelas hoja a hoja, pero la parto con el tenedor y me meto media directamente en la boca.
- Cuidado, te vas a atragantar.
- Fon algajofas, be da iual.
La tortilla, lo siento mucho, pero era una venganza. Mazacote harinoso que se deshizo en grumos al meter el tenedor. Luego en internet he encontrado comentarios acerca de que las tortillas son maravillosas, pero hermano, ahí tienes la foto. Igual fue un mal día. Igual esa tortilla a las 10 de la mañana era un sueño suave y melindroso, pero se cuajó a lo largo del día. No sé lo que pasó, pero a septiembre directa. No moló nada.
Me podría haber retirado aquí, pero la curiosidad me pudo, y mientras apuraba la birra, pregunté por los conguitos. Son molletes, mini bocatitas que te planchan al momento y de los que por lo visto, hay pingüe variedad.
- ¿Cuál es el hit?
- El de roast beef con tártara sale mucho.
- Ese es el que quiero.
El señor con el cuello de MAM ha dejado libre la mesa, y se sienta en su lugar una señora con mechas, y pinta de decir que tu libertad acaba donde empieza la de los demás. Poco después nos llega el conguito partido por la mitad. No está mal, pero no me dice nada. Más pan que relleno, ni el roast beef ni la tártara saben mucho a nada. Entiendo que entre bien como aperitivo con una cervecita, pero no tiene peso para ser una tapa única. Os lo podéis saltar.
Bueno, pues 32 pavetes y medio. No está nada mal de precio, teniendo en cuenta además dónde está y el tipo de sitio que es. Creo que lo mejor las albóndigas, y una camarera muy alta que era majísima y que nos tuvo muy mimados todo el rato. El resto correcto sin volteretas. Todo eso te cuento.
Goza de amplio aparcamiento.