24 horas de diversión en la mesa
Cuando pienso en el aperitivo, me imagino una terraza soleada con mesas de madera, un vaso de vermú (imprescindible la aceituna) y un plato de bravas como el de Bar&Kitchen. La ración es generosa, la salsa es abundante, pero la clave está en las patatas, que por momentos se confunden con el boniato y la calabaza de los que van acompañadas. A la particularidad de los ingredientes, se suma el hecho de cocinarlas en el horno, lo que evita cualquier rastro de fritura. Así es como se saca partido de una reducida cocina, que apenas alcanza los 6 m2, en la que se hacen auténticas virguerías pese a los pocos medios. “A veces el cliente no tiene por qué saber las dificultades de los proyectos”, precisa Raquel Pérez, quien le pone el alma y la responsabilidad al establecimiento junto a su hermano, Jose.
La oferta culinaria es completamente ecléctica. Esta supone la principal diferencia con respecto al establecimiento hermano, La Bernarda, situado apenas a unos metros de distancia. Allí se centran en los clásicos de la terreta, como el esmorzaret (con olivas, cacaos y vino en porrón) o los arroces, la sepia y el embutido. En Bar & Kitchen bien puedes dar con un cocido o una tortilla de patatas, que con cuscús y ceviche, pero varían cada día. “Valoramos mucho la estacionalidad y la procedencia de los alimentos, así que utilizamos, en la medida de lo posible, alimentos ecológicos. También intentamos ser especialmente cuidadosos con los veganos y todo tipo de intolerancias”, apunta Raquel. Lo dicho, una nueva sensibilidad culinaria se abre paso, y además desde el corazón de Ciutat Vella.