exposición en el muvim

Borbón, Barberá o Trump: el lenguaje no verbal de los apellidos de poder

30/06/2017 - 

VALÈNCIA. Dime cómo me retratas y te diré qué piensas sobre mí. Dicen que la belleza depende de los ojos que la miran, una visión que –oh, sorpresa- jamás es objetiva, y no son excepción a esto los creadores, fotógrafos o pintores encargados de inmortalizar a las personalidades más destacadas de la sociedad. Y no, no estamos hablando del busto de Cristiano Ronaldo. La manera en la que se ha presentado a los poderosos y la parafernalia que rodea sus retratos dan buena cuenta, aunque no siempre de forma explícita, de quiénes son y qué representan en su momento. De los retratos del siglo XIX como parte de la ceremonia del poder a las fotografías de los medios de comunicación del siglo XXI con las que se puede configurar todo un panel de expresiones. Este es precisamente el punto de partida de Les imatges del poder, la nueva exposición del Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM) que ilustra las estrategias iconográficas de un poder que irá suavizando sus formas ampulosas y grandilocuentes, sobre todo, con la llegada de la democracia.

En este caso se trata de desgranar la comunicación no verbal, todo aquello que informa sin mediar palabra alguna. Comisariada por Rafa Company y Amadeu Griñó, director y jefe de exposiciones del museo, la muestra se presenta como una apuesta “arriesgada” que nace “con el ánimo de no dejar indiferente a nadie”, explica el primero. “Después de la Modernidad Republicana ahora os vamos a llenar de monarcas”. De los borbónicos Fernando VII o Alfonso XIII a Amadeo de Saboya, pasando por los retratos del dictador Francisco Franco. Entre tantos, una de las primeras piezas con las que se topa el visitante es la del Felipe V (1720) de José Amorós, que se presenta cabeza abajo, tal y como permanece en Xàtiva desde que fuera colocado así en el inicio de los años sesenta para vengarse de quien en su día mandó incendiar la ciudad. La intención de los retratos presentados es precisamente la de hacer ostentación de las fuentes de legitimidad del poder que se ejercía: un poder que se transmitía de forma hereditaria o se conseguía mediante el uso de la fuerza. En este sentido es, precisamente, altamente significativo el caso de Francisco Franco, que imita -y prolonga- los usos representativos del poder regio que había gobernado España hasta el advenimiento de la Segunda República. Sin embargo, a pesar de seguir los cánones tradicionales de representación, en el retrato de Luis Dubón, su imagen es objeto de una sutil caricaturización, de similar intención –desprestigiadora- con la que Goya compuso su retrato de la familia de Carlos IV.

Si la pompa era norma, tuvo que llegar el momento de romperla y esto vino de la mano de un hombre: José Antonio Perelló Morales. “Tuvo el atrevimiento de ser representado como un presidente que no lo parecía, que antepuso los intereses colectivos a los personales, y terminó con las formas grandilocuentes de representación del poder por parte de los anteriores máximos responsables de la corporación provincial”, expresó Company sobre el que presidente de la Diputación de Valencia entre 1970 y 1974 durante la presentación de la muestra. El de Perelló supone el retrato más atípico de cuantos se muestran, despojado de bastón o medalla, lo que provocó “un escándalo inmenso” entre el establishment. Lo cierto es que, de forma intencionada o no, sirve como puente a una sección de la exposición que quiere reflejar cómo se muestra hoy el poder. Es a través de la mirada de los responsables del área de política de cinco diarios, entre los que se encuentra el periodista Ximo Aguar de Valencia Plaza y la fotógrafa Eva Máñez, que presentan algunas de las postales más destacadas de la actualidad. El traspaso de poderes entre Ximo Puig y Alberto Fabra; Rita Barberá y Francisco Camps ofreciendo el trofeo de la Copa América desde el balcón del Ayuntamiento; la entrada en la cárcel de Rafael Blasco después de que el Tribunal Supremo ratificase la condena por malversación de caudales públicos, prevaricación y falsedad documental (único vídeo de la exposición); o el encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente chino, Xi Jinping, junto a las primeras damas de ambos países, Melania Trump y Peng Liyuan.

De este recorrido, centrado en el periodo democrático, se desprende que ni el poder es el que era ni ocupa el mismo espacio, un poder transitorio que depende de la discrecionalidad del votante y que ha derivado en formas de representación más amables, que buscan seducir al espectador. Aunque no siempre se da así. Si en la anterior sección de la exposición los elementos subjetivos eran sutiles, pues se trataban de imágenes oficialistas, en este caso es el fotógrafo el que tiene el ‘poder’ de capturar y seleccionar una imagen que puede ser o no beneficiosa para el retratado y que, en cualquier caso, no tiene como objetivo primero promocionar su figura. Pero este no es el único formato integrado en la exposición, que también suma una colección del gran medio de comunicación de la historia: las monedas. Sí, monedas. Un total de 18 piezas se distribuyen a lo largo de la muestra creando un recorrido paralelo en continuo diálogo con las obras pictóricas y fotográficas, de un Amadeo I ‘Memo’ de España, al Caudillo que justifica su poder por la “Gracia de Dios” hasta un Felipe VI que se quiere presentar como el ‘rey ciudadano’.

Los ‘viejos’ reyes de África

Todas estas piezas son dos tercios de una muestra que abre sus puertas con un trabajo muy concreto del fotógrafo Alfred Weidinger, actual director del Museum der bildenden Künste (museo de Bellas Artes) de Leipzig. Este proyecto se basa en la serie de retratos que realizó a distintos monarcas africanos entre 2010 y 2015, todos ellos sin poder administrativo efectivo pero tolerados por los distintos gobiernos como representantes de estructuras tribales tradicionales. Los reyes de África ponen de manifiesto el acusado contraste entre la parquedad de su poder real y la suntuosidad con la que posan ante la cámara, unas formas de representación propias de las monarquías de la Europa -y España- del siglo XIX. Cabe destacar, tal y como indicó el autor durante la presentación de la exposición, que prácticamente el 80% de los monarcas nunca había sido retratado. Esto se contrapone con la tesis principal de una exposición que, en el caso de los ‘poderosos’ de España, muestra como ha atenuado sus formas más enfáticas de representación en consonancia con la consolidación del sistema democrático.

La muestra se integra de un total de 54 fotografías, 25 pinturas y 18 monedas, una exposición que se nutre en gran medida de fondos propios de la Diputación de Valencia, del Museo de Bellas Artes de València, el Ayuntamiento de València y la Universitat de València. De esta forma, Les imatges del poder cierra el ciclo expositivo iniciado con la exposición Cartell cubà (1959-1989). Crònica gràfica de la història recent de Cuba, que se inauguró en el MuVIM el pasado 14 de junio. Ambas son exposiciones que forman parte del ciclo Poder y Propaganda, cuyas tesis reflexionan, por una parte, sobre cómo se ha construido históricamente la imagen del poder y, por otra, sobre la utilización de los recursos artísticos como medio de propaganda política, instrumentalizando ideológicamente la creatividad de artistas o diseñadores y explotando sus potencialidades comunicativas.

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