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ganador de la beca fragments

Carlos Aguilera: "Hacer fotos en un pueblo es como filmar en un gran estudio de cine"

8/04/2019 - 

VALÈNCIA. Carlos Aguilera (Los Montesinos, Alicante, 1993) siempre vuelve al primer amor. Como su tocayo Carlos Gardel, su encuentro con el pasado -o presente, según se mire- ha sido clave en su trayectoria. El joven fotógrafo es desde hace pocos días es el ganador de la III Beca Fragments de la Unió de Periodistes Valencians gracias a su proyecto 'Educandos de Benejúzar 2', una visión particular de las fiestas patronales de la Vega Baja. Ahora tiene un año para desarrollar un trabajo en el que lleva enfrascado desde hace años, un ensayo que tiene como premisa "fotografiar todo aquello que queda fuera del programa de fiestas. Todo aquello junto a lo que un concejal no se haría una foto para subirla al Facebook del partido". Hablamos con Carlos Aguilera.

-El proyecto se presenta como una "cara B" de las fiestas locales, ¿a qué te refieres?
-Cuando hago fotos en mi pueblo, cuando son las fiestas, hay un fotógrafo de toda la vida, pero habitualmente siempre nos damos la espalda. Esa imagen puede resumir de que se trata. Cuando él va a los sitios yo ya vuelvo. Me interesa lo que pasa antes de lo que se hace fotos normalmente. El objetivo de cada uno apunta a sitios distintos. 

-¿Cuál fue el punto de partida del proyecto?
-Empecé hace dos años cuando mi prima fue reina de las fiestas. Empecé a hacerle fotos para la familia, me llevaba la cámara al convite, el día de la coronación... y de ahí surgió. Al principio estaba muy centrado en su figura y, después, como me suele pasar siempre, la cosa se va abriendo. Al final el proyecto va sobre un sentimiento festivo. 

Foto: CARLOS AGUILERA.

-¿Qué encuentras en ese espacio que te interesa más que lo oficial?
-Me interesa más lo que pasa en la cochera de una vecina, en la que está pintando unas botellas de plástico para hacer la decoración de su calle, que el día en que se corona a la reina de las fiestas. En este sentido, una cosa que siempre me ha interesado es la cualidad estética de lo cutre, de lo barato, de lo que la gente hace con mucha energía pero sin calidad. Yo creo que en las fiestas están muy presentes esas ganas de hacer cosas, los vecinos juntos al margen de todo. 

-¿Qué dice de nosotros esa trastienda?
-No sé que acabo de decir sobre la sociedad, pero esa forma de proceder la llevo a cabo siempre. No entiendo hablar de las cosas sin hablar de lo que hay dentro. Hice un trabajo que se publicó en un catálogo que hice con el festival de Vila-real TEST, un libro y un exposición que presentaba una calle de puertas para adentro. Siempre me ha interesado la trastienda, el trastero, el cuarto pequeñito que hay detrás de la casa, cómo se mezclan los objetos...

-Las imágenes parecen estar tomadas con cierta distancia.
-Es paradójico porque, por ejemplo, cuando fotografío a los vecinos que están haciendo el coche con latas de Coca-Cola me gusta ser participe pero al mismo tiempo me estoy colando. Trabajo con los vecinos pero después cotilleo, de hecho está mal visto porque lo ven como una especie de espionaje industrial de las decoraciones [ríe] En cuanto a la distancia, me gusta mucho que exista ese espacio entre donde se desarrolla la acción y el balcón, el espacio habitual desde donde se ven las fiestas. 

Foto: CARLOS AGUILERA.

-¿Reflexiona este proyecto en torno a la vida en los pueblos?
-Hago las fotos allí porque es de donde soy, donde me gusta hacer fotos. Me gusta hacer fotos en el pueblo, es como cuando un director filma en un gran estudio de cine, tiene un montón de presupuesto. Sé que si quiero conseguir una furgoneta para hacer una foto a través de cualquier colega siempre encuentro la forma. El pueblo es como un gran estudio en el que puedes hacer que las cosas pasen. 

-El título del proyecto es 'Educandos en Benejúzar 2', en referencia al pasodoble, ¿por qué?
-Se entiende como una segunda parte de ese pasodoble, pero construida con imágenes. El motivo de haber elegido ese es que en la fiestas de mi pueblo yo tocaba la trompa en la banda y cuando había que salir a tocar por el pueblo disfrazados -de monjas, de griegos, de pitufo...- el pasodoble más asequible para tocar con un mano mientras con la otra aguantabas el vaso de tubo era este. Nos lo sabíamos de memoria y no hacía falta ver la partitura. Esa es la esencia de lo que quiero decir. 

-El proyecto Fragments nace pare reivindicar el fotoperiodismo, ¿qué análisis hace del sector?
-La última vez que estuve en València, hace dos semanas, y vi una energía en cuanto a la fotografía increíble. No la hay en otras ciudades, había eventos ese día y no paraba de llegar gente. Me sorprendió mucho la energía y las ganas de hacer cosas que hay. 

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