El nonagenario de Misuri influyó decisivamente en los años de formación de The Beatles o Rolling Stones, entre muchos otros. Explotó las posibilidades de la guitarra a través de riffs frenéticos y abonó con sus composiciones, interpretaciones y letras décadas de puro disfrute a través del rock
VALÈNCIA. Chuck Berry, que falleció este sábado en su Misuri natal a los 90 años, no pasará a la Historia como ‘el rey’ del rock, pero sí como ‘el padre’. A ojos de una sociedad para la que el poder lo es todo, esa etiqueta como pionero le dejó siempre a un lado del salón de la fama colectivo (en el Rock and Roll Hall of Fame ingresó en 1986). El color de su piel, un discurso menos moldeable que la planicie ideológica de Elvis y un par de temporadas como polémico presidiario taponaron el reconocimiento mundial indiscutible tras una cosecha de canciones fundacionales para el rock entre 1955 y 1961. Entre otras, ‘Maybelline’, ‘Roll Over Beethonve’, ‘Rock and Roll Music’, ‘Sweet Little Sixteen’, ‘Johnny B. Goode’, ‘Carol’ y ‘Back in the USA’. Hay músicos de rock en el imaginario colectivo que apenas han sumado un éxito de semejante calibre.
Con un frío mensaje en Facebook la policía del Condado de St. Charles oficializaba una muerte inesperada –preparaba disco, aunque llevaba 38 años sin publicar- que la edición online de Rolling Stone relacionó con alguna complicación de una pulmonía de la que había informado recientemente Charles Jr., hijo de Berry. La vasta influencia de Charles Edward Anderson Berry (Misuri, 1926) se relaciona con los años de formación y creación del sonido para bandas como The Beatles (le versionaron y admiraron), Rolling Stones (grupo fundado por Mick Jagger y Keith Richards para hacer versiones y por amor al ‘padre’) o The Beach Boys, The Kinks y The Doors, entre tantos otros.
Riffs frenéticos, imperfecciones esenciales y, sobre todo, un poderoso descaro sobre el escenario. La música de Berry habló sin complejos y desde los años 50 de sexo, coches, mujeres y problemas juveniles, además del presidio (en un reformatorio cuando era un adolescente y dos veces en la cárcel; la primera, al ser pillado con una joven de 14 años en supuesta trata de blancas; la segunda, por evasión fiscal). El imaginario de Berry se introdujo irremediablemente en la cultura popular gracias una guitarra subversiva que estiraba las posiciones del blues y el country hasta un escalón apelativo contra el público. No eludió posiciones políticas y, sin dejar de lado el divertimento del sueño americano, habló de racismo y afrontó la intolerancia en su propia figura. Berry era rock and roll lifestyle.
Hijo de un carpintero, ex mecánico en una línea de montaje de General Motors, Berry encontró en Muddy Waters un padrino que le extrajo de un trío más próximo al jazz con el que había empezado a dar sus primeros pasos como músico en los 50. Eterno chico malo del rock -al que imprimió de manera directa su actitud rebelde y deslenguada-, su presencia de hombre negro sencillamente expresándose de aquella manera fue un impacto en la incipiente y extensiva televisión estadounidense. Aquel medio nunca llegó a acostumbrarse por completo a la vida recogida en Chuck Berry: The Autobiography, con capítulos como la demanda de varias mujeres que afirmaban que les había grabado en vídeo en el baño de mujeres en su propio restaurante en San Luis (asunto que se solucionó con un acuerdo económico extrajudicial).
Excéntrico, referenciado habitualmente por Richards, Eric Clapton, Bruce Springsteen o Neil Young, homenajeado en los cientos de multitudinarios conciertos de Angus Young con AC/DC y su duck walk, Berry dejó de publicar discos en 1979. Llevaba décadas dando conciertos haciendo uso de músicos locales y exigiendo, entre otras singularidades, una limusina sin conductor como medio de transporte en sus destinos. En ese tiempo, la música fundacional extraída de su guitarra y de su actitud ha impregnado un buen número de escenas de la historia del cine y la televisión. Su música ha aparecido en escenas y títulos de crédito de series como Los Soprano, Vinyl, Los 4400, Las chicas de Gilmore o el Príncipe de Bel Air, en incontables documentales musicales de Joe Strummer a The Beatles, de Beach Boys a Jimi Hendrix o, por supuesto, en un puñado de películas de y sobre Elvis.
Los siguientes son solo algunos de esos momentos en los que la música del 'padre' del rock se unió al séptimo arte para mayor influencia de Berry en nuestras vidas.