VALÈNCIA. La nueva etapa de Cinema Jove, la primera en este siglo sin Rafa Maluenda al frente, ya está en marcha. Durante los próximos siete días y este mismo sábado, algunos de los cineastas más interesantes del mundo –de entre los menores de 40 años– estrenan sus películas en España en las pantallas valencianas. Los carruseles de vídeos con algunos de los cortometrajes, largometrajes y webseries de sus correspondientes secciones oficiales fueron de lo mejor de la noche que destapó el futuro del festival. Como dijo su nuevo director, Carlos Madrid, "lo más importante de lo que va a suceder durante estos días son las películas". En su discurso hubo tiempo, incluso, para destacar la distancia de ritmo entre el ímpetu de un equipo "que apenas ha tenido cinco meses para preparar Cinema Jove" y la Administración que lo financia.
Mensajes internos a un lado, la gala de la 32ª edición tuvo en su agilidad una virtud. Durante la misma se sucedió la entrega del premio Luna de València al realizador argentino Pablo Trapero y los estrenos del cortometraje Les bones nenes (Clara Roquet) y el largometraje hollywoodiense 'made in València' Animal Crackers (Tony Bancroft, Scott Christian Sava y Jaime Maestro). Presentada por los cómicos Alejandro Portaz y Javier González, de la compañía Guerrilla Impro, la gala celebrada en el Teatre Principal de València encontró un arropo genial con la escenografía –de Luis Crespo– y el acompañamiento del Joan Soler Quartet (Joan Soler a la guitarra, Lucho Aguilar al contrabajo, Víctor Jiménez al saxo alto y Felipe Cucciardia a la batería).
El acto –dirigido por María José Soler- sirvió en gran medida para repartir esas píldoras de la interesante oferta que incluirá los ciclos en torno a 'El joven David Lynch', la selección de películas sobre arte urbano y el ciclo que celebra los 30 años de la Beca Erasmus, entre otros. En los discursos, los dos momentos más interesantes de la velada corrieron a cargo del codirector y productora del film de animación valenciano (Maestro y Nathalie Martínez) y de Trapero, que se mostró emocionado y agradeció el Premio Luna de València. El nuevo reconocimiento se suma, entre otros, al León de Plata en la Mostra de Venecia 2015, el Goya a la Película Iberoamericana por El clan, los premios Cóndor de Plata a Ópera Prima por Mundo Grúa, y a mejor película y director por Carancho en 2011, además de sus obras seleccionadas en Cannes.
A sus apenas 45 años, la trayectoria de Trapero resulta casi inverosímil y en València durante los próximos días se le rendirá tributo exhibiendo algunas de sus películas: El bonaerense (2002), Leonera (2008), Carancho (2010), Elefante blanco (2012) y El clan (2015), con el aliciente de la proyección de Nacido y criado (2006), película inédita en España. Al recoger el galardón, Trapero compartió con el público que llenaba el teatro que, cuando le comentó a su familia que le entregaban el premio Luna de València, su padre le espetó que era el mejor de todos los que le habían dado hasta ahora. ¿La razón? La abuela de Trapero, de origen español, desde pequeño y ya crecido siempre le repitió que estaba a la Luna de València. Una historia genial para uno de los hacedores de historias más importantes del siempre vigoroso cine argentino.
Por su parte, los ya citados Maestro y Martínez reivindicaron la capacidad que durante los últimos tres años ha llevado a un equipo de trabajo a levantar el ambicioso film Animal Crackers. Especialmente incisiva fue Martínez, que aunque agradeció las ayudas del Institut Valencià de Cultura, animó a una mayor implicación en la industria audiovisual por parte de los representantes públicos. Por su parte, Maestro fue afectuoso con los miembros del numeroso equipo que ha participado –desde el Parque Tecnológico de Paterna– en la 'construcción' del film. La película en sí se proyectaba por primera vez en España, en una de las primeras medallas que Cinema Jove puede colgarse dado que su estreno es el más esperado de los últimos años en el Estado por la coproducción que supone con Estados Unidos. El film muestra serios problemas en aspectos artísticos alejados del trabajo hecho en València; sobre todo, en lo referente al guión y a la mesura de la historia.
Animal Crackers, enfocada desde sus primeros minutos de metraje a un público infantil, tiene una talla en su animación, desde el diseño de personajes, los movimientos o las texturas, pasando por el buen trabajo tanto en el diseño de sonido como en la dirección de doblaje, que se despegan del corazón del film. Si en los aspectos artísticos y técnicos la película puede competir de tú a tú con cualquiera de la industria internacional, el cómputo global acaba lastrado por una idea original que no parece tener un problema de solución o de dirección, sino, más bien, de origen y sentido de la película. A veces algo estridente, el entretenimiento está asegurado pese al difícil empaste entre escenas y a, quizá, una idea de partida no lo suficientemente redondeada.
Por último no cabe olvidar la delicia de cortometraje que se proyectó junto antes del largo inaugural. Les bones nenes es, justamente, un ejemplo de redondez. La historia se ciñe a una idea precisa que encuentra matices emocionales y al menos dos momentos de una tensión brillante. Es brillante cómo se inicia y aún más cómo se cierra. Un caramelo lo suficientemente estimulante como para desear sumergirse en el cine más joven del mundo y de una calidad apabullante. Los seleccionadores del festival se muestran muy optimistas con la añada y durante la próxima semana el reto es mantener el ritmo de impactos que desde las sedes del festival se lanzarán de manera constante. Se destapa la nueva era de Cinema Jove y, como su director insiste en destacar, serán las películas y los públicos quienes generen su balance.