DORITOS PARA CHICAS

Comernos los unos a los otros

Pepsi plantea lanzar unos snacks para mujeres que no dejen rastro en los dedos, que no crujan al ser masticados

16/02/2018 - 

Ha pensado que a ellas (voy a decir ellas para no tomármelo como algo personal) no les gusta chuparse los dedos en público, no vaya a incitarse a la violación, ni tampoco hacer ruido al masticar, no vayan a volverse visibles de pronto. Además, los nuevos Doritos femeninos vendrán en un envase de menor tamaño para que quepan en el bolso y no donde guardan los machotes sus Doritos, que es en el paquetazo. Esta campaña que aún no existe me recuerda un poco al famoso anuncio de ¿a qué huele lo que no huele?, ¿a qué sabe lo que no deja huella?, ¿a qué suena lo que no cruje al masticar? A pura asepsia y transparencia femenina, al ser que no siendo es, con permiso de Parménides.

La verdad es que, con la que está cayendo, feminísticamente hablando, resulta casi un chiste esta propuesta de snacks sumisos, vírgenes y silenciosos. Intento buscarle alguna explicación racional a semejante dislate y se me ocurren varias opciones:

Opción1: que se trate de una campaña caballo de Troya cuyo objetivo es erotizar el producto Doritos, conseguir que en el algún recóndito lugar de nuestras sucias mentes quede asociado para siempre Doritos y bocas sensuales, Doritos y lenguas lamedoras, Doritos y dedos ensalivados, Doritos y sexo. A mí ya me está pasando. Somos todos muy cochinos y Pepsi lo sabe.

Opción 2: que se trate de una de esas campañas boutade averquiénladicemásgorda. El objetivo es simplemente hacer ruido, mucho ruido, varonil ruido.

Opción 3: que haya un kamikaze en el departamento de Pepsi que quiere hacerlo reventar desde dentro, un infiltrado de la Coca Cola o un antisistema que se infla a zumos orgánicos.

Opción 4: que haya en Pepsi un ser pensante que de verdad, en serio, realmente en serio, crea que existe un público objetivo interesado en este producto. Yo esta posibilidad casi la descarto por inverosímil. 

Porque no existe una fémina que necesite un snack femenino, como no existen las sirenas ni el ratoncito Pérez, como no existe ese macho puro por contraposición. Todos ellos son seres mitológicos, proyecciones volátiles, trajes del emperador que aprietan en las ingles, que tiran de las sisas, ya sean femeninas o masculinas.

No existe la carne testoterónica para ellos ni el yogur con probióticos para ellas. Es todo mentira.

Cuando uno le hinca el diente a eso de la masculinidad y la feminidad, se da cuenta de que queda muy poca carne pegada al hueso de lo biológico, casi toda se desprende con los colmillos de lo cultural, del constructo social. Nos tragamos sin embargo esa diferenciación radical entre géneros que más tarde se nos ha de indigestar.

Cada vez que oigo hablar de lo femenino o lo masculino, yo me convierto no sé si en cucaracha o en escarabajo kafkiano. En cualquier caso en un bicho sin definir, que se hace un lío con tantas patas y antenas.

La tiranía del machismo impone a diestro y siniestro sus dementes mandatos, su irracional lógica, y obliga a un género a esconder su cuerpo, su deseo, y al otro, sus emociones, su vulnerabilidad.

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto a hembras enterrar el cadáver de su deseo bajo compactas capas de culpa, he visto a hembras ir al Bulli y pedir una ensalada.

He visto a machos perder lo que más querían por no poder escapar de la jaula abierta de su masculinidad, he visto a machos llorar con los documentales de animales de la 2 y no saber por qué estaban llorando. He visto a machos comer Doritos y no tener ganas de chuparse los dedos.

En fin, que todo este asunto de los snacks femeninos y los fantasmas absurdos me melancoliza bastante. ¿No es mucho más fácil dejar de comer plástico y comernos los unos a los otros, en el mejor de los sentidos?