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Cuando la ciudad se hace anciana: si hubiera una calle Demencia en Nazaret…

13/04/2019 - 

VALÈNCIA. La España vaciada. Pero y qué hay de la España repleta. La rebosante. La densa. La de las ciudades abigarradas. La del frenesí poblacional. La de los barrios habitados a las dos orillas de los bloques de vivienda. Tantos puntos de contacto, tantas referencias, tantas oportunidades. Tantas necrológicas de ancianas encontradas en su piso meses después de su muerte. Tanta tercera edad sin apenas contacto social, día tras día.

La ciudad ya tiene el problema ante sus ojos. El carácter alienante de muchos proyectos urbanos, la dinámica aislacionista, crea monstruos. Y aquí tienen los primeros resultados. 

Suenan las señales de alarma entre quienes imaginan urbes, construcciones. Urge una red de seguridad. Un colchón de ciudad que amortigüe los daños colaterales de hacerse (muy) mayor. 

Nazaret, València. El barrio aislado. El patio trasero. El mar cercenado y lo que ya sabemos. Allí, la posibilidad de una calle. La Calle Demencia. De momento, solo un proyecto en el horizonte nacido del último concurso de proyectos arquitectónicos, en el Máster Universitario de Arquitectura de la Universidad Europea de València. El proyecto, obra de Carmen Ferri, incide en “uno de los grandes retos de la arquitectura y la sociedad: la vejez”. Ferri lo amplia: “la cotidianidad y el desarrollo de la vida diaria son el motor del proyecto, todas estas actividades se organizan de modo que reproduzcan actividades de la ciudad en Calle Demencia”. 

Una interrupción como contexto. La arquitecta Inés García Clariana, responsable del programa, revela el mar de fondo.

Una detección. “Detectamos un problema real: qué está pasando con la tercera edad en la ciudad, cómo puede la arquitectura mejorar esa relación y también el confort de su vida diaria. Si antes trabajábamos a partir de una tipología arquitectónica, ahora hay que detectar primero los nuevos comportamientos sociales”.

Una crisis. “Hay una crisis de acogida y cuidado de la ciudad hacia la tercera edad. Las tipologías que ya están regladas no están dando el servicio adecuado. Cuando, después de recorrer los centros y espacios previstos para la tercera edad, los alumnos se dan cuenta que no se ven proyectados en esa tipología de edificios, que no van a vivir así, que hay muchas demandas actuales que imaginan para su vejez que no van a tener respuesta con lo que ya existe. Ahí surge la ruptura”.

Una propuesta. “Los alumnos deben estar despiertos a los cambios en la sociedad y a partir de ahí operar desde la arquitectura, desde la escala doméstica hasta la escala ciudad. Calle Demencia, de Carmen Ferri Pardo, tuvo en cuenta que las terapias que existen para ayudar al enfermo de Alzheimer tienen que ver con no perder la identidad. Y que es muy importante que tengan percepción de autonomía, sentirse vinculados a su vida cotidiana. Por supuesto, la estimulación física del enfermo. Localizó el lugar perfecto para que tuvieran un reconocimiento permanentemente, recuperar la cotidianidad. En el estudio de los centros actuales vimos que tenían más unas rutinas alejadas a cualquier vida habitual previamente, no salían al espacio público, no compraban, no paseaban solos… Al final la conexión con su vida cotidiana es el fármaco más potente. Carmen encontró una calle, con viviendas prácticamente deshabitadas. ¿Por qué no hago una pequeña ciudad aquí? Vio referentes internacionales en los que se intenta generar lo más parecido a la vida cotidiana para los enfermos de Alzheimer. En Calle Demencia se genera una tienda, se inventa una moneda, se va con un carrito de la compra aunque luego el carro se pueda quedar en mitad de la nada, hay un autobús que hace una ruta simulada… Hay un mantenimiento de fondo pero ellos hacen una vida. Además se habilitan unas viviendas, las del enfermo volcadas hacia la calle simulada, las viviendas traseras dando a la ciudad real. Permite al enfermo tener un vínculo permanente con la familia”. 

El marchamo de reducir la escala en la que se convive en la ciudad, parcelar más el tamaño entre espacios que concentren el intercambio urbano. Por definición la ciudad es el territorio de las múltiples conexiones. ¿Pero y cuándo esas conexiones excluyen a una parte de la población?

Tiene que ver con la velocidad. “Muchas veces se relaciona el tamaño de las ciudades con la velocidad en la que transcurre la vida en las mismas”, señala el arquitecto Pablo Camarasa. “En ese sentido, la velocidad parece determinada por los vehículos y los viales proyectados para ellos, y esto es un factor que dificulta la movilidad de las personas de mayor edad”.

Tiene que ver con la soledad. “No solo se está alargando y aumentando la vida, sino la salud, es decir, el cómo envejecemos también está mejorando”, refleja el arquitecto José Ramón Tramoyeres. “Quizás la ciudad que mejor responda a la soledad, sea la que más atraiga a este sector de la población”. 

Con los pequeños detalles. “En València muchas veces para acceder a las zonas de jardín hay que cruzar calles y avenidas donde el tráfico rodado es numeroso y el tiempo de los semáforos en verde muy breve”, apunta Camarasa. Descubrir aquello que, pasando desapercibido, aísla a un sector de la población de crecimiento vertiginoso. “Aceras, cambios de niveles, pasos de cebra, a sonorizar el uso de bicis y patinetes eléctricos”, aumenta Tramoyeres. 

Quién pensará en la ciudad (también) para los mayores… 

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