VALÈNCIA. Hace ahora cinco años, el artista Xisco Mensua (Barcelona, 1960) ganaba con la obra ‘No return’ la undécima edición de la Bienal Martínez Guerricabeitia, pasando esta a formar parte de la colección. El políptico, compuesto de doce dibujos, abre la primera de sus ventanas con la frase que da título a la colección, un punto de partida de una secuencia de piezas realizadas en tinta sobre papel a partir de imágenes de origen fotográfico o que hacen referencia al mundo del cine, siendo algunas extraídas directamente de cintas de Pasolini, Antonioni, o Rossellini. Cinco años después de que esta pieza viera la luz, el artista catalán inaugura una exposición en el Centre Cultural La Nau con el mismo nombre pues, no en vano, parte de dicha pieza para después crear todo un universo en torno a la irreversibilidad del tiempo y la muerte.
Fue el propio Mensua quien, durante la presentación, especificó que no se trata una retrospectiva, a pesar de que las obras que integra corresponden a distintas etapas, sino de un proyecto que habla de “un tema preciso dentro de la imprecisión”. Esta muestra, de hecho, forma parte de la línea ‘Encuentros’ promovida desde la fundación, por la que un artista representado en la colección desarrolla un proyecto de mayor envergadura a partir de alguna de sus piezas. El artista, que ha actuado también como comisario de la exposición, estuvo acompañado durante la presentación de la misma del vicerrector de Cultura e Igualdad, Antonio Ariño; y el director de actividades de la colección Martínez Guerricabeitia, José Pedro Martínez. “Hay mucho de su biografía personal, de cómo vive el tiempo y su irreversibilidad”, destacó Ariño, que levantó una pregunta en torno al punto de partida de la obra: ¿cómo se enfoca la muerte?
Ha sido precisamente la propia fisonomía de la sala la que marcado el relato de ‘No return’, tres espacios diferenciados que cuentan, cada uno de ellos, con una pieza que guía la lectura de la misma. “¿La esperanza?, un bribón, el más grande embustero, hasta que la perdí, no supe de la felicidad. Copiaré del infierno en la puerta del cielo: dejad toda esperanza los que entráis”, reza la Adaptación de Chamfort, una de las piezas de la exposición en la que referencia a Samuel Beckett. De esta forma el recorrido de la muestra comienza en un primer espacio en el que reina el políptico ‘Noviembre’, de carácter autobiográfico y que gira alrededor de una casa y lo doméstico. Según explica el artista, para evocar la ausencia, buscó otras obras que lo acompañaran: “las representaciones de un reloj, una cama, un objeto decorativo, unos collages a partir de un luctuoso acontecimiento familiar, una cita”.
El segundo espacio lo preside ‘No return’, la pieza vencedora en la Bienal Martínez Guerricabeitia, y versa sobre la muerte y el tiempo a través de alusiones y citas de nuestra cultura. De hecho, añade Mensua, “el políptico 'No Return' se forma a base de copias de fotogramas de un cine que ya no volverá”. Lo acompañan obras diversas: “en una se ve a Glenn Gould al piano en una sala de grabaciones; en otras, lo que podría ser la ilustración de un poema breve de Ezra Pound, una pequeña mención a Ad Reinhardt, una cubierta de un bello e imposible libro de Jankélévitch, una portada antigua del Requiem de Mozart, Ophelia”. Precisamente, el vicerrector de Cultura e Igualdad, apuntó a que la doble temática de la exposición, el no retorno del tiempo y la muerte, es en realidad una única temática que no es una cuestión cultural estrictamente.
Por último, el tercer espacio lo marca el políptico Collioure-Portbou, que, según explica el pintor, “plantea la simetría de las muertes de Antonio Machado y de Walter Benjamin y abre un capítulo que se podría llamar Geografía e Historia, en el que también se encuentra la palabra exilio, la lápida conmemorativa de Walter Benjamin en el cementerio de Portbou, el arranque del poema Mnemosyne de Hölderlin, una mesa con materiales usados para la producción de las piezas de la exposición, unas notas y reflexiones al modo de un diario, así como un paisaje”. Estas dos ciudades, como dos extremos de la misma pieza, ubican el lugar donde ambos autores fallecieron. “Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar (Antonio Machado).