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CARTAS DESDE BOLONIA

De Manila a Connecticut, el patrimonio valenciano que (se) vive en el exterior

Las fallas de Mar del Plata, los sainetes representados en México DF, la Pilota Valenciana de San Juan (Argentina), las esculturas de Benlliure en Filipinas o Cuba, los cuadros de Sorolla en la Hispanic Society of America. Repasamos el patrimonio valenciano que vive y se vive en el exterior

29/08/2016 - 

BOLONIA. Emigrantes, exiliados, visitantes, estudiosos... los valencianos que han salido al exterior han transportado consigo no solo una historia personal que se adentraba en una cultura diferente, sino todo el poso de las costumbres y de las tradiciones de su época. Con ellos ha florecido buena parte de nuestra cultura en lugares remotos de la tierra. Repasamos algunos de ellos.

Fallas en Mar del Plata

Desde hace 62 años la ciudad argentina de Mar del Plata viene plantando falla cada mes de marzo. Esta ciudad balneario nació en la segunda mitad de siglo XIX y pronto se convirtió en la residencia de verano de la clase alta argentina. Hoy en día es un destino turístico de primer orden en el país.

En Mendoza, San Juan, Córdoba, Salta o Rosario existen diferentes colectivos de emigrantes valencianos. No en tal número como los gallegos, Argentina fue un país de acogida de miles de valencianos a lo largo del siglo XX, bien por motivos económicos, bien debido al exilio de republicanos tras la guerra civil. Hijos de los barcos, en 1951 se fundó en Buenos Aires la “Falla Turia” y tres años más tarde, en 1954, se erigió el primer monumento fallero en Mar del Plata.

En plena colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad, esta fiesta se define como una de las tradiciones más antiguas de Mar del Plata. Se dan concursos de paella, exaltación de la fallera mayor en el Teatro Colón, ofrenda floral a la Virgen de los Desamparados y al General San Martín y una auténtica cremà a finales de mes de marzo. Hoy en día la semana fallera supone todo un acontecimiento en la ciudad, tanto es así que en 1994 la República Argentina declaró la semana fallera marplatense como “fiesta de interés turístico nacional”.

Mediterrani en México

En México se bebe agua de horchata como si fuera Alboraia; se suele cambiar la chufa por el arroz, pero la veneración es la misma y el resultado, similar. De arroz, del almendras o de otros ingredientes, este refresco varía con la geografía que va del Yucatán a Venezuela, pasando por toda Centroamérica. En Bolivia, con pisco y caliente. Sin fartons.

La permanente presencia de españoles aun después de la independencia de México hizo que se adoptaran costumbres locales y que florecieran un sinfín de asociaciones territoriales. México fue destino de artistas e intelectuales como José Iturbi, Amparo Iturbi, Max Aub o Josep Renau; con el exilio de 1939, la colonia valenciana creció exponencialmente.

Marín Civera fue un anarcosindicalista del Grao que pasó de los campos de concentración de Argelès a las costas de Veracruz junto a más de 20.000 españoles. En el seno de la Casa Regional Valenciana de México, fundada en 1942, inició la publicación de la revista Mediterrani, en la que escribirían numerosos valencianos sobre temas de cultura o de política, e incluso sobre valencianismo (o “valencianía”). En sus páginas se encuentran firmas como la del propio Max Aub o Josep Renau. Junto a Mediterrani, también aparecieron Senyera y Levante; las revistas o la Casa servían de lugar de permanencia de idiomas y costumbres que el largo franquismo acabaría por fosilizar o por condenar a su desaparición. En la casa se llegaron a representar obras de teatro en valenciano de carácter jocoso, fundamentalmente sainetes como “Pare vosté la burra, amic”; “Les viudes de la placeta o Catarroja descoberta”; o “¿Qué pasa, ché?” (sic), que dan cuenta del tipo de circuito cultural valenciano (y en valenciano) que se desenvolvió en el primer exilio.

Cuando se disolvió la Casa, el archivo pasó a manos de la Generalitat, pero la colonia valenciana creó una nueva sede en la capital mexicana: la Casa Valenciana José Iturbi, todavía en activo.

París, Guatemala, Connecticut

Junto a la de México surgieron numerosas casas valencianas en todo el mundo. En 1905 en Madrid. En 1927 en Barcelona. En 1953 en Burgos y en 1954 en Zaragoza. Pero las más dispares se encuentran en lugares remotos como Connecticut, adonde fueron a parar grupos de trabajadores de La Safor y La Marina en los años diez y veinte y que desde 1935 cuenta con el Spanish American Cultural Club - Casa Valencia - España de Connecticut.

Amado Granell, el capitán de La Nueve, la compañía de soldados republicanos que entró en París anunciando la liberación de la capital francesa en 1944, también fundó en 1947 la Casa Regional Valenciana de París para ayudar fundamentalmente a los refugiados valencianos que habían escapado de la guerra y de la represión franquista. Poco a poco la Casa se fue convirtiendo en un centro cultural y social en el que se celebran galas de falleras, la mocadorà del 9 d’octubre, cursos de paellas, cóctails e intercambios lingüísticos.

La Casa Valencia funcionó desde 1951 en Santiago de Chile o desde 1988 funcionó el Comité Fallero en la ciudad de Guatemala. También desde 1954 está en activo la Unión Regional Valenciana Mar del Plata y desde 1969 el Centro Valenciano de San Juan, en Argentina, lugar en el que los valencianos y sus descendientes construyeron el único ‘trinquet’ radicado fuera de nuestras fronteras para jugar a pilota así como una Escuela de Pelota que funciona desde hace años.

Sao Paulo, Atlanta, Cartagena de Indias, Quito, Nueva York, Mendoza, Bahía Blanca, Santo Domingo, Caracas, Panamá, Montevideo, Hong Kong u Osaka son algunos de los muchos lugares en que casas, casales y colonias siguen albergando tradiciones, fiestas y costumbres de descendientes de valencianos en todo el mundo.

El Sorolla americano

El escultor Mariano Benlliure tiene repartidas diferentes obras en Manila, La Habana, Ciudad de México, Lima, Providence, Nueva York, Roma o Creta. Esculturas conmemorativas, mausoleos, medallones, bustos o generales a caballo, la fundación dedicada al artista se ha encargado de catalogar su obra dispersa, describirla y situarla en un mapa interactivo.

Mucho más conocido es el caso de Joaquín Sorolla, quien en los albores del siglo XX ya se había granjeado su buena fama de pintor. De este modo en 1911 firmó con Archer Milton Huntington un contrato para decorar la futura biblioteca de la Hispanic Society of America con cuadros representativos de las distintas comunidades españolas. Así nació Visión de España, la colección de catorce pinturas que reflejaban la cultura popular de regiones de la España del momento, que acrecentaba el imaginario popular y colorido del pintor.

En los últimos años hemos podido disfrutar en Valencia de diversas exposiciones del pintor, entre ellas obras de la Hispanic Society. A veces el mundo devuelve a Valencia lo que Valencia ha ofrecido al mundo.

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